Tribuna:DIARIO DE UN SNOB

Niños baratos

Me lo dijo César González-Ruano en Teide, cuando yo iba allí por las mañanas a verle hacer su planilla de letra inglesa. Yo nunca he tenido tan buena caligrafía. Fumó como un duque y dijo:-Yo gané el Premio Mariano de Cavia por un artículo titulado Señora, ¿se le ha perdido a usted un niño?

Pienso que, después de tantos años, la pregunta sigue teniendo actualidad: señora, ¿se le ha perdido a usted un niño? Por cien mil pesetas puede comprarse en el mercado negro un niño abandonado. Hoy funciona en España un mercado de la ternura que especula con los niños de nadie, con los...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Me lo dijo César González-Ruano en Teide, cuando yo iba allí por las mañanas a verle hacer su planilla de letra inglesa. Yo nunca he tenido tan buena caligrafía. Fumó como un duque y dijo:-Yo gané el Premio Mariano de Cavia por un artículo titulado Señora, ¿se le ha perdido a usted un niño?

Pienso que, después de tantos años, la pregunta sigue teniendo actualidad: señora, ¿se le ha perdido a usted un niño? Por cien mil pesetas puede comprarse en el mercado negro un niño abandonado. Hoy funciona en España un mercado de la ternura que especula con los niños de nadie, con los hijos perdidos y con la gente que quiere adoptarlos. El problema de los niños abandonados es el problema del aborto, de la píldora, del matrimonio, del divorcio, de las relaciones prematrimoniales o extramatrimoniales. Nuestra moral y nuestra política, que están en todo, no han previsto el caso, cotidiano y abrumador, de que una señorita tenga un niño, cuando lo raro es que no lo tenga.

Aquí está previsto todo lo que se puede hacer con un adulto, con un rojo, con una rubia, con un pobre, con un estudiante, con un coche mal aparcado y con un grapo. Pero nadie sabe qué hacer con un bebé. Un bebé extramatrimonial es esa cosa diminuta que puede trastornar todo el engranaje de nuestra sociedad paleocristiana y judeocapitalista.

-Señora, ¿se le ha perdido a usted un niño?

-Haga el favor, caballero; usted no sabe con quién está hablando.

Qué aires. Ni que fuera doña Mónica Plaza. Una sociedad moderna, onceavo-industrial y predemocrática, por muy tridentina que sea debe contar con que,las dulces muchachas. en flor se quedan embarazadas con cierta facilidad y entonces hay que hacer algo.

-Me repugna el aborto -me dice Pitita.

Y a mucha gente. Pero no basta con recoger niños de manera anual, porque esos niños criados a los pechos fríos de la caridad, esos niños comprados y vendidos, ésa infancia estafada, a lo mejor de mayores dan en delincuentes, en quinquis, en intermediarios o en grapos.

Porque la española, queramos o no, desde que no usa polisón ni se confiesa con el padre Astete, resulta que queda embarazada con mucha más facilidad. La cultura las ha vuelto fecundas y multíparas, contra lo que creen los integristas, porque no hay como un poco de Gramsci o Visconti para quedar embarazada con sólo mirarle a los ojos al chorvo, que suele ser un progre.

Y todo porque nuestros mayores en edad, dignidad y Gobierno -sobre todo, Gobierno-, siguen creyendo que para hacer un hijo se necesita ganar unas oposiciones, hacer unos cursillos prematrimoniales, pasar por Los Jerónimos, dar un banquete y que haya luna llena en Mallorca. Se niegan a considerar como niño, como ser humano, como español, todo lo que no nace mediante ese fatigoso proceso. Ignoran que la realidad es siempre la fábula: los niños nacen de las lechugas, de las cigüeñas, de los ojos de las muchachas y del color de los crepúsculos. O sea, de la vida.

Como no es posible hacer pasar por Los Jerónimos las lechugas, las cigüeñas, los crepúsculos y la vida, sería mejor admitir la hermosura libre del mundo, la gloria del recién nacido, el derecho a vivir, para acabar con el estraperlo de,bebés a cien mil pesetas.

-Señora, ¿se le ha perdido a usted un niño?

-Caballero, haga usted el favor de retirarse.

Qué alcurnia. Ni que fuera doña Belén Landáburu. Pero a toda mujer, aunque tenga muchos, se le ha perdido siempre un niño. Ese que una madrejoven y aterrorizada está dejando ahora mismo en la curra infame de unas manos anónimas y oscuras, curtidas en la compraventa.

Archivado En