Tribuna:El País Valenciano en la hora de la verdad/2

Propósito de enmienda

En la actual circunstancia, parece evidente que la transición hacia la democracia va a efectuarse manteniéndosa prácticamente en su integridad el actual conjunto normativo. También se deduce de las manifestaciones, tanto del Gobierno, como de la Oposición, que cualquier modificación fundamental, y el reconocimiento de nuestra autonomía lo es, deberá efectuarse a partir de las Cortes Constituyentes, derivadas de las primeras elecciones.Ello conlleva, en primer lugar, a olvidar maximalismos basados en una extructuración «ex novo» de un poder autonómico. Y en segundo lugar, a adoptar una decisión...

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En la actual circunstancia, parece evidente que la transición hacia la democracia va a efectuarse manteniéndosa prácticamente en su integridad el actual conjunto normativo. También se deduce de las manifestaciones, tanto del Gobierno, como de la Oposición, que cualquier modificación fundamental, y el reconocimiento de nuestra autonomía lo es, deberá efectuarse a partir de las Cortes Constituyentes, derivadas de las primeras elecciones.Ello conlleva, en primer lugar, a olvidar maximalismos basados en una extructuración «ex novo» de un poder autonómico. Y en segundo lugar, a adoptar una decisión sobre si preferimos esperar a que la Asamblea Constituyente de al Estado una estructura al menos, de autonomías, o si intentamos ir haciendo camino en tal sentido desde este momento. La primera alternativa nos hace desconfiar, pues la experiencia viene demostrando que al poder central, de cualquier significación que sea, le cuesta mucho ceder en algo más que no sea la mera descentralización o delegación de funciones. Y la autonomía es siempre la creación de un nuevo poder, situacion presumiblemente competitiva, puesto que las futuras entidades territoriales autónomas pretenderán ciertamente, unas atribuciones superiores a las que el centralismo esté,en principio, dispuesto a conceder. Además, supondría un problema importante en el terreno práctico, pues habría que improvisar, dentro de cerca de dos años, toda una base administrativa, de medios y funcionarios sobre la que descansará el poder autonómico, con todos los problemas prácticos que ello significa: nuevas demarcaciones territoriales, lengua, hacienda pública, etcétera.

La segunda es difícil, pero posible. Será inviable, desde luego, si en este período intermedio desde ahora a la disolución de las constituyentes. no se arbitra una solución de este tipo para Cataluña, Euzkadi y Galicia. Pero todo hace pensar que en tal sentido se avanzará. Y lo que los valencianos debemos conseguir es que nuestro país merezca similar trato. Sufrimos un hándicap importante: Carecemos de texto legal que nos sirva de referencia, como aquellas nacionalidades tienen. Pero la lógica nos hace suponer,que difícilmente pueda restablecerse la vigencia de los antiguos Estatutos de Autonomía de la República, ya queno pueden encajar plenamente en la normativa actual. La solución será encontrar un sistema que permita -la instauración de algún tipo de Gobierno autónomo «basado en los principios, e instituciones» que crearon aquellos estatutos.

Atribuciones delegadas

Dentro de esta perspectiva, pienso que todavía es posible conseguir para el País Valenciano una configuración de este tipo, a lo largo del período intermedio. Partiendo de la normativa vigente fuertemente centralista, habría que poner en marcha un mecanismo legal y de poder que permita, en lo que hoy es posible, la administración de nuestros intereses desde el propio País Valenciano. Es presumible, que en tal circunstancia, la mayor parte de las atribuciones seguirán siendo atribuciones delegadas, porque la ley así lo prevé. Pero las delegaciones pueden concretarse en muy diversas personas. La actual normativa supone para cada provincia, a nivel de Administración del Estado, un gobernador civil y nueve delegados ministeriales, además de otros cargos de menor importancia. Y la Administración Local, el presidente de la Diputación y alcaldes. Excepto algún caso excepcional, son todos cargos de designación directa, por tanto perfectamente pactables. El primer paso será entonces la negociación directa con el Gobierno para la provisión de tales cargos. (Piénsese a modo de ejemplo, la importancia que podía tener para la enseñanza de la lengua unas delegaciones del Ministerio de Educación y Ciencia orientadas por.el criterio autonómico). Se trata, consecuentemente, de concretar un posible punto de negociación donde todos los partidos políticos del país coincidan, e inicien ya una reivindicación política concreta en este sentido.

Debería crearse además. alguna organización a nivel de País Valenciano con todos o parte de los referidos cargos, ocupados va, hasta su provisión legal democrática, por personas resultado de la negociación, que pudiera sentar las bases prácticas de una Administración propia, la cual, evidentemente, después quedaría definitivamente estructurada conforme el Estatuto de Autonomía. libremente aprobado por los valencianos.

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Desde luego, no es esto más que un apunte de una simple posibilidad. que me limito a sugerir. Me consta que se halla suficientemente elaborada e desarrollada e incluso redactada a nivel de propuesta de textos legales.

He querido, no obstante. reseñarla aún con la conciencia de que no es más que la sugerencia de un camino posible porque considero urgente que todos los, partidos políticos valencianos puedan presentar unas bases mínimas de acuerdo a este respecto, a los valencianos, y a todo el Estado. Porque la negociación habrá que hacerla tanto con el Gobierno como con la propia Oposición. que si bien cón sensibles matices diferenciales, de hecho, han coincidido. hasta la fecha de ir posponiendo el tema de nuestra autonomía.

Frente valenciano

De la puesta en práctica de este proyecto o cualquier otro similar puede derivarse la circunstancia de que la autonomía del País Valcenciano se obtenga a corto plazo, o se vea postergada hasta tiempos que no lleguemos a conocer, Y nuestra pretensión autonómica, en una situación provisional, solamente podrá ser asumida por el Estado Central, tanto por lo que hoy es Gobierno, como por lo que hoy es Oposición, que son en definitiva, quienes han de ceder competencias, si es tinánimemente exigida por todos los partidos políticos, y entidades sociales, con una cierta representatividad y relevancia, en lo que hoy son provincias de Castellón, Valencia y Alicante.

Para conseguir esto no basta, con ser muy valioso, el solo esfuerzo de la Taula. Han de colaborar en ello los partidos políticos democráticos que se encuentran a la derecha de la misma. E incluso instituciones ciudadanas, de modo que se pueda lograr un común frente valenciano para la transición. Piénsese que no se trata de redactar un estatuto. Hay que reconocer, en lo que valen, los esfuerzos realizados ya en este sentido, si bien comprender que los modelos estatutarios redactados sólo pueden actuar como modelos. Sería ésta además, una pretensión excesiva, políticamente imposible y lógicamente absurda, pues el contenido concreto del estatuto dependerá de la relación de fuerzas existentes en nuestro pro pio proceso constituyente. Es tan solo arbitrar hoy un sistema, para que tal proceso,de elaboración libre y democrática del estatuto pueda próducirse.

Insisto en que esta pretensión habrá que negociarla tanto con los poderes actuales como con la Oposición a nivel del Estado. Por ello, hay que presentar fórmulas elaboradas y viables. en evitación del sistemático rechazo que venimos recogiendo. No podemos, como País Valenciano, quedar marginados del proceso general 'de construcción de un Estadó democrático. Exigir un «reconocimiento a plazo fijo» de nuestra personalidad, con la amenaza de considerarnos no concernidos si éste no se produce, provocaría simplemente un aislamiento de las diversas fuerzas políticas del país, y el olvido general de nuestros intereses. Por ello hay que plantear bien claro, con un proyecto de desarrollo normativo, qué queremos, pues de los contrarrio ni poder ni Oposición, centralistas ambos, pactarán sobre lo que no entienden más que como un problema molesto, o en el mejor de los casos, algo que habría que solucionar, si bien, al carecer de referencias formales concretas al respecto, sin excesiva prisa para no crear mecanismos generadores de inseguridades o sorpresas. El problema podría obviarse, o al menos se plantearía en sus justos términos. si nosotros, los valencianos. pudiéramos expresar del modo más concreto posible qué esto que pretendemos para este período intermedio. Y si no tenemos hoy la referencia. tratemos de elaborarla.

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