Larga entrevista de Pablo VI con el alcalde pro comunista de Roma

El carácter sagrado y de sede de la cristiandad que tiene la Ciudad Eterna fue reivindicado ayer por el Papa Pablo VI en el primer e histórico coloquio con el alcalde comunista de Roma, Giulio Carlo Argan.

La audiencia entre el Pontífice y el primer ciudadano de Roma se desarrolló en dos tiempos. Primero, un coloquio privado, de casi tres cuartos de hora de duración, que tuvo lugar en el estudio privado del Papa; después, en la sala del trono de los palacios apostólicos, en la audiencia a la junta municipal romana, que integran diecisiete concejales, todos ellos de par...

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El carácter sagrado y de sede de la cristiandad que tiene la Ciudad Eterna fue reivindicado ayer por el Papa Pablo VI en el primer e histórico coloquio con el alcalde comunista de Roma, Giulio Carlo Argan.

La audiencia entre el Pontífice y el primer ciudadano de Roma se desarrolló en dos tiempos. Primero, un coloquio privado, de casi tres cuartos de hora de duración, que tuvo lugar en el estudio privado del Papa; después, en la sala del trono de los palacios apostólicos, en la audiencia a la junta municipal romana, que integran diecisiete concejales, todos ellos de partidos de izquierda.En la primera parte, sobre la que ambos interlocutores mantienen una discreta reserva, Pablo VI y Giulio Carlos Argan, historiador de ideología marxista, ateo y elegido alcalde en las listas del Partido Comunista como independiente, han tratado los temas más arduos.

Se trata del primer paso de un diálogo que, tanto por parte vaticana como de la municipalidad romana, se venía buscando, pero que se ha visto retrasado por el carácter excepcional de la circunstancia. Antes de este coloquio oficial, el Pontífice y el alcalde habían tenido otros dos breves encuentros, más que nada protocolarios.

La audiencia de ayer, según los ambientes vaticanos y el propio Pontífice, han procurado subrayar, adquiere una continuidad de una vieja tradición: la de los municipes romanos que acuden a felicitar el nuevo año al Papa, que a la vez, es obispo de Roma. Ambientes pontificios subrayan que hubiese sido peor romper con esta tradición por tratarse de un Ayuntamiento rojo y que ante la gravedad de los problemas que hoy ofrece Roma es necesario colaboración para resolverlos.

Pablo VI ha insistido sobre el carácter particular de Roma, ciudad única, cuyos destinos terrenos y ultra temporales están intrínsecamente unidos por su incomparable historia.

El Papa ha expresado su deseo de que se «tenga siempre presente este carácter singular, sin ser olvidado nunca y menos aún obstaculizado».

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