Salvado el "contrato social" en Gran Bretaña

Los marinos mercantes británicos no irán a la huelga con la que habían amenazado y que hubiera paralizado una parte esencial del comercio de Gran Bretaña. Los empresarios han aceptado las propuestas de aumentos señaladas por los marinos de acuerdo con el comité ejecutivo del Congreso Sindical (TVC).

El acuerdo alcanzado por ambas partes no parece que lesione el contrato social, la fórmula que el Gobierno y los sindicatos tienen para mantener los salarios a un determinado nivel y para incrementar las condiciones de vida y de trabajo de los productores británicos.Básicamente, lo que los m...

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Los marinos mercantes británicos no irán a la huelga con la que habían amenazado y que hubiera paralizado una parte esencial del comercio de Gran Bretaña. Los empresarios han aceptado las propuestas de aumentos señaladas por los marinos de acuerdo con el comité ejecutivo del Congreso Sindical (TVC).

El acuerdo alcanzado por ambas partes no parece que lesione el contrato social, la fórmula que el Gobierno y los sindicatos tienen para mantener los salarios a un determinado nivel y para incrementar las condiciones de vida y de trabajo de los productores británicos.Básicamente, lo que los marinos mercantes pedían eran aumentos de sueldo que, según el Gobierno, estaban por encima de lo que aquel tratado les permitía recibir. Los trabajadores votaron en favor de una huelga general cuando estimaron que habían agotado todos los pasos necesarios para convencer al Gobierno de que ellos tenían derecho a estos aumentos. Después de agotadoras sesiones de negociación, primero el TUC y después los empresarios marítimos han logrado que los mercantes reconsideraran su decisión de ir a la huelga. En definitiva, a cambio de su entendimiento, los marinos recibirán una serie de beneficios paralelos que compensan con holgura la falta de un aumento formal de salarios.

Para el Gobierno de Callaghan, la conducta de los marinos supone un alivio por dos razones principales. Primero, porque así se salva una situación que hubiera aconsejado la declaración de un estado de emergencia similar al que impuso Harold Wilson, en 1966, ante iguales circunstancias. En segundo lugar, la actitud de los sindicatos oficiales ha sido una confirmación de que los laboristas, ahora en el poder, tienen su apoyo, aunque condicionado.

En realidad, el gobierno ha salido intacto de la crisis. Le hubiera costado al país millones de libras y ha sido resuelta sin su intervención directa. Ha sido la última de una serie de contribuciones vitales que el movimiento sindical le ha prestado a la administración laborista.

Pero Callaghan no debe considerar, han dicho los líderes de los sindicatos, que estos favores se ofrecen, sin esperar nada a cambio. Ahora le exigen al jefe del Gabinete que ponga en práctica una política. económica que tienda a reducir sustancialmente los índices de desempleo que padece el país. Callaghan ha prometido poner en práctica un método de control de la importación, que los sindicatos estiman esencial para defender la industria nacional y crear, puestos de trabajo, incluso donde ahora parece haber exceso de mano de obra.

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