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El enorme mérito de Djokovic

A sus 38 años ha conseguido alcanzar las semifinales en los cuatro grandes del curso. Esa fiabilidad es lo que más se echa en falta en la generación actual

Carlos Alcaraz y Novak Djokovic nos aseguraron, con sus respectivas victorias en los cuartos de final, un muy atractivo duelo en una de las dos semifinales de este viernes. El jugador español se deshizo del checo Jiri Lehecka en algo menos de dos horas con un marcador final (6-4, 6-2 y 6-4) que dejó muy patente l...

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Carlos Alcaraz y Novak Djokovic nos aseguraron, con sus respectivas victorias en los cuartos de final, un muy atractivo duelo en una de las dos semifinales de este viernes. El jugador español se deshizo del checo Jiri Lehecka en algo menos de dos horas con un marcador final (6-4, 6-2 y 6-4) que dejó muy patente la distancia entre ambos contendientes, siguiendo así la tónica mostrada durante todo el torneo,

Carlos volvió a demostrar que, a día de hoy y prácticamente para casi todos los rivales, es casi imposible de batir. Ha llegado, de hecho, a esta penúltima ronda sin haber cedido ni un solo set y sin que ninguno de ellos haya logrado inquietarle lo más mínimo. En estos diez días de competición, el murciano ha añadido a la brillantez a la que nos tiene acostumbrados, la solidez que le ha faltado en otras ocasiones. Desde mi punto de vista, él es el más firme candidato a levantar el trofeo que lo acredite como ganador de este US Open el próximo domingo, cuando disfrutemos de la final.

Por la otra parte, Djokovic ha atestiguado una vez más por qué es el tenista más laureado de la historia. En un muy buen partido y tras cuatro intensas mangas consiguió derrotar nada menos que al cuarto jugador del mundo, el muy potente Taylor Fritz. Lo que está haciendo este año el balcánico tiene un enorme mérito. Su fiabilidad en estos grandes eventos ha quedado totalmente constatada.

A sus 38 años ha conseguido alcanzar las semifinales en los cuatro torneos del Grand Slam. Y eso que en el primero, el Open de Australia, y tras derrotar en los cuartos de final a Carlos, tuvo que abandonar por culpa de una lesión en el partido de semifinales ante el alemán Alexander Zverev. Esta fiabilidad a la que nos acostumbraron los jugadores de la última generación es lo que más se echa en falta en la actual.

En la anterior no solamente eran los integrantes del Big Three [Djokovic, Roger Federer y Rafael] los que rara vez no alcanzaban las rondas finales, sino que pocas veces se veía a Andy Murray, David Ferrer, Juan Martín del Potro, Stan Wawrinka o Jo-Wilfried Tsonga caer a las primeras de cambio. Hoy, por el contrario, se ha vuelto habitual ver derrotas sorprendentes desde la ronda inicial, hasta el punto de que cada vez son menos impactantes.

Pero volvamos a la semifinal que nos ocupa. Si bien los dos últimos enfrentamientos entre Carlos y Novak se han saldado a favor de este último —como también prevalece en sus enfrentamientos directos, con un balance de cinco a tres—, sigo pensando que el español será el que saldrá airoso del cruce.

Djokovic no tendría la talla de campeón de la que disfruta si pudiéramos descartarlo con certeza, pero me resulta difícil imaginar que pueda contrarrestar la velocidad y la intensidad que impone el murciano en los intercambios. Sin duda, Novak es un gran estratega; en todo momento sabe plantear correctamente los encuentros, un aspecto en el que creo que es superior a Alcaraz, pero a nadie se le escapa que los dieciséis años de diferencia que los separan son una losa difícil de soportar para el más aguerrido de los tenistas de los últimos tiempos.

No olvidemos sus propias palabras en Wimbledon, cuando explicó lo complicado que le resulta mantener su mejor tono físico durante las competiciones largas: “Jugar a cinco sets está siendo una lucha para mí [...]. Siento que llego a estos partidos con el depósito medio vacío [...]. El cuerpo y la realidad te golpean. No te escuchan...”.

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