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Concluye el rescate de 900 personas atrapadas cerca de la cara tibetana del Everest tras un salvamento de casi cuatro días

Los rescatados en el Tíbet eran senderistas que solo aspiraban a ver de lejos el techo del planeta y cuyas agencias desoyeron las alertas de una poderosa tormenta

Imagen de unos senderistas en plena tormenta en el Everest. Foto: GESHUANG CHEN (via REUTERS) | Vídeo: EPV

El viralizado operativo de rescate para extraer a casi 900 personas del valle tibetano de Karma, incomunicado tras una inesperada tormenta de nieve, concluyó ayer tras cuatro días de trabajo. El operativo de rescate compuesto por autoridades locales y vecinos de la zona que se prestaron voluntarios para ayudar, se cerró sin víctimas mortales que lamentar, pero con una enorme confusión respecto a los hechos ocurridos y a su relación con el Everest. Ninguno de los afectados pretendía escalar el Everest: ni siquiera llegaron a acercarse al campo base de la montaña más elevada del planeta.

El contingente rescatado estaba formado por turistas chinos, senderistas y sus guías que aspiraban a contemplar desde lejos la silueta del Everest o del Lhotse. El valle de Karma, donde se dieron los hechos que han tenido en vilo a medios de comunicación de todo el planeta, se encuentra en la vertiente este o Kangshung del Everest y no en la cara norte donde se encuentra su ruta clásica explorada en los años 20 del siglo XX por expediciones inglesas con George Mallory a la cabeza.

La tormenta, que sorprendió el pasado día 4 a los senderistas a una altitud de 4.500 metros, y que afectó de igual manera a las vertientes tibetana y de Nepal, coincide en el calendario con la Semana dorada (del 1 al 8 de octubre), uno de los principales períodos vacacionales del año en China, que propicia una enorme afluencia de turistas a zonas naturales y rutas de senderismo. Octubre suele ser una época idónea, tras las lluvias y nevadas monzónicas, para la práctica del senderismo en la zona, no tanto para el alpinismo.

Un rescate viralizado que nada tiene que ver con el Everest

Las expediciones al Everest en la vertiente sur (Nepal) abandonaron la montaña semanas atrás, mientras que una única expedición estadounidense trabaja en la cara norte (Tíbet). Las colas, los atascos y las imágenes chocantes se dan en primavera y afectan especialmente a la vertiente nepalesa. Lo ocurrido en el valle del Karma nada tiene que ver con actividad alguna de alpinismo, por mucho que numerosos medios de comunicación hayan recurrido a imágenes de atascos en las laderas del Everest.

Tras el monzón, la nieve acumulada desanima a las expediciones comerciales, sabedoras de que la cima se encarece: en cambio, muchos esquiadores alpinistas escogen el otoño para medirse al Everest, dado que hay más nieve y apenas tráfico. El pasado 22 de septiembre, el polaco Andrzej Bargiel firmó el primer descenso íntegro con esquís sin oxígeno embotellado del Everest por la cara sur. Estos días, un potente equipo norteamericano liderado por el esquiador extremo Jim Morrison trata de alcanzar la cima para esquiar la montaña. Todo será filmado por Jimmy Chin (autor del oscarizado documental Free Solo) para National Geographic.

El rescate de 580 senderistas y más de 300 trabajadores, como guías y pastores, se llevó a cabo con ayuda de drones para ubicar los campamentos, pero no de helicópteros, que no operan en la zona. Las fuertes nevadas registradas también provocaron que más de 100 senderistas quedaran atrapados en el área de Laohugou, en la provincia occidental de Qinghai, una región montañosa de difícil acceso situada en las montañas Qilian, a más de 4.000 metros de altitud.

Curiosamente, la tormenta puso punto y final a varias semanas de anticiclón en la zona, si bien se sabía que un frente poderoso frente llegaría nada más empezar el mes de octubre. Ajenos a esta información de sobra conocida, las agencias de turismo siguieron con sus planes, perdiendo toda posibilidad de reacción cuando se abatió sobre ellos una monumental nevada. Muchos de los senderistas y de sus guías carecían del equipamiento adecuado para enfrentarse a condiciones extremas en la montaña. En el Tíbet, como en las montañas de Europa, el mayor porcentaje de accidentes registrados afecta a senderistas, no a alpinistas.

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