Alcaraz pisa la hierba de Djokovic
El español, cabeza de serie número 1 en Wimbledon, tratará de reajustar su tenis como en Queen’s para luchar por un cetro que el serbio ya ha levantado siete veces
En un deporte donde la tradición manda, Wimbledon es la joya de la corona. Desde que empuñamos una raqueta, con ese blanco impoluto como seña de identidad, es el torneo que resuena con más fuerza en la mente de un tenista. Aunque adoremos la arcilla, pese a que la superficie dura cope gran parte del calendario, ningún lugar reúne el prestigio del All England Club.
Londres vuelve a centrar la atención del circuito durante las dos próximas semanas. Es la gran cita de la temporada y un lugar donde los tiempos no cambian con facilidad. Crecimos con el dominio de Roger Federer, un icono del ...
En un deporte donde la tradición manda, Wimbledon es la joya de la corona. Desde que empuñamos una raqueta, con ese blanco impoluto como seña de identidad, es el torneo que resuena con más fuerza en la mente de un tenista. Aunque adoremos la arcilla, pese a que la superficie dura cope gran parte del calendario, ningún lugar reúne el prestigio del All England Club.
Londres vuelve a centrar la atención del circuito durante las dos próximas semanas. Es la gran cita de la temporada y un lugar donde los tiempos no cambian con facilidad. Crecimos con el dominio de Roger Federer, un icono del deporte que ascendió a leyenda en el césped británico con sus ocho coronas. Durante años, nadie fue capaz de dominar como él una superficie que cambia los fundamentos del juego. Aunque el testigo ha sido tomado con fuerza por Novak Djokovic. El serbio, campeón de las últimas cuatro ediciones del torneo, parte como principal figura a batir en la capital británica. Como líder histórico de Grand Slams masculinos, Wimbledon representa una fortaleza inexpugnable en sus manos. A día de hoy, quizá sea el mayor reto que el circuito plantea a sus rivales.
Novak llegará a Londres sin haber competido sobre césped en 2023. Alguien con la experiencia del serbio, que acumula más triunfos en Wimbledon que el resto del Top 20 en conjunto, puede permitirse ese movimiento. Su capacidad de adaptación es digna de admirar, domar el césped no es un ajuste sencillo, y claramente partirá como máximo favorito al título. Su autoridad, no obstante, intentará ser desafiada con nuevos rostros. Por primera vez en 20 años, el primer cabeza de serie del grande británico no responde al nombre de Roger Federer, Rafael Nadal, Novak Djokovic o Andy Murray. Carlos Alcaraz, que ha convertido la precocidad en una rutina, será el encargado de coronar el cuadro de Wimbledon. Toda una responsabilidad y, especialmente, una muestra de su altura profesional.
Por méritos propios, Carlos debe partir como uno de los principales aspirantes al título. Aunque tenga poca experiencia sobre hierba, dada su corta edad y los pocos años que lleva en el circuito, ha demostrado en las últimas semanas una habilidad total para ajustar su juego a la superficie. Créanme, es una de las adaptaciones más complicadas que exige nuestro deporte. El título ganado en Queen’s, uno de los más exigentes del circuito ATP, da buena prueba de su hambre ante los retos.
Pero Wimbledon es un torneo distinto a todos. Te coloca ante el silencio absoluto, algo complicado de ver en el resto de eventos. Te sitúa ante el peso de la historia, un aroma que se respira en cada rincón del club. Y te muestra a un público respetuoso con tu trabajo, atento a cada uno de tus movimientos, capaz de acampar durante días a la intemperie para tener la opción de asistir a tus partidos. Es un evento donde cualquier detalle es cuidado con mimo, en el que todo parece medido al milímetro, en el que el jugador intenta mantener intacta esa burbuja camino de sus objetivos. Ese entorno lo ha dominado Djokovic como ningún otro jugador en los últimos años. Ese equilibrio ambiental ha encajado a la perfección en su mentalidad, una de las más portentosas de nuestro deporte para afrontar los siete asaltos del major británico. Y en ese camino intentará cruzarse Alcaraz, un partido que solamente veríamos en la gran final.
En un torneo donde el relevo generacional cuesta un mundo, un joven intentará acercarse al más consagrado de todos. Londres prepara la gran cita del año sobre hierba. Preparados para el espectáculo.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.