El fútbol de Javier Marías
Decía el escritor español que una de las cosas que más ilusión le hacían era que le pidieran que escribiera sobre balonpie: veía en él una recuperación semanal de la infancia
El 25 de enero de 1995 Eric Cantona, futbolista francés del Manchester United, fue expulsado en el partido que enfrentaba a su equipo con el Crystal Palace. De camino hacia el vestuario un hincha local llamado Matthew Simmons comenzó a increparlo. Hasta ahí nada atípico: Cantona levanta tantos odios como pasiones. Pero ese día el delantero francés reaccionó propinándole una patada voladora al hincha. Fue sancionado con nueve meses sin jugar y 120 horas de servicio comunitario. El mundo del fútbol,...
El 25 de enero de 1995 Eric Cantona, futbolista francés del Manchester United, fue expulsado en el partido que enfrentaba a su equipo con el Crystal Palace. De camino hacia el vestuario un hincha local llamado Matthew Simmons comenzó a increparlo. Hasta ahí nada atípico: Cantona levanta tantos odios como pasiones. Pero ese día el delantero francés reaccionó propinándole una patada voladora al hincha. Fue sancionado con nueve meses sin jugar y 120 horas de servicio comunitario. El mundo del fútbol, en general, condenó la acción. Muy pocos se atrevieron a ir en contra de la moral dominante. Uno de los que sí lo hizo fue Javier Marías quien, sin disculpar al futbolista, resaltó su valentía ante aquellos que se atreven a insultar cuando se ven convertidos en una masa. A criterio de Marías, lo que había hecho era “individualizar a alguien dentro de esa masa, señalarlo con el pie (más que con el dedo), sacarlo de su cómodo anonimato y darle su merecido”.
Decía Marías que una de las cosas que más ilusión le hacían era que le pidieran de vez en cuando que escribiera sobre fútbol. Veía en él una recuperación semanal de la infancia. Lo entendía como un juego en el que se empieza siempre de cero. Transmitía su madridismo con pasión, criterio, elegancia y respeto. Captó como pocos la esencia del club blanco -ese don único para el dramatismo y esa ausencia de miedo-. Definió las relaciones con algunos de sus grandes rivales, como el Barcelona y el Atlético de Madrid. Dibujó certeras analogías cinematográficas. Mantuvo, con el balompié como escenario, su hábil y brillante faceta de polemista. Habló de la ética. Y de la estética. De las patrias y de los himnos. De perder ligas en Tenerife. De soñar con que Di Stéfano fuera eterno. De la alegría que generaba la llegada de un nuevo Mundial.
La más reciente edición de Salvajes y sentimentales (Alfaguara) añade una treintena de artículos al volumen original y ofrece al lector una ejemplar síntesis de lo que era el fútbol para Javier Marías. El triunfo y la derrota. Aplicables a casi todo.
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