Van der Poel y Van Aert, dos genios con motor de serie

Ambos ciclistas, que compiten durante todo el año porque brillan en ciclocross y carretera, extienden en la prueba de la Copa del Mundo de Benidorm su acentuada pero saludable rivalidad

Van Aert, por delante de Van der Poel en una carrera en Bélgica el pasado diciembre.Luc Claessen (Getty Images)

Hace tres semanas, Mathieu van der Poel (Kapellen, Bélgica, aunque de nacionalidad holandesa; 28 años) cruzó la meta el primero pero ni sonrió ni alzó los brazos. Optó por la sobriedad y la cortesía, por no celebrar el triunfo tras la carrera de ciclocross de X2O -tercera división de la disciplina- en Herentals, en casa de su archirrival Wout van Aert (belga; 28 años), que en la última vuelta renegaba de su mala fortuna al sufrir un pinchazo. “Hubiera preferido vencer sin contratiempos de por medio”, resolvió Van der Poel. Una declaración de respeto, que no de amistad, entre dos corredores que...

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Hace tres semanas, Mathieu van der Poel (Kapellen, Bélgica, aunque de nacionalidad holandesa; 28 años) cruzó la meta el primero pero ni sonrió ni alzó los brazos. Optó por la sobriedad y la cortesía, por no celebrar el triunfo tras la carrera de ciclocross de X2O -tercera división de la disciplina- en Herentals, en casa de su archirrival Wout van Aert (belga; 28 años), que en la última vuelta renegaba de su mala fortuna al sufrir un pinchazo. “Hubiera preferido vencer sin contratiempos de por medio”, resolvió Van der Poel. Una declaración de respeto, que no de amistad, entre dos corredores que forjaron su rivalidad entre el barro y que han revolucionado el ciclismo, que compiten desde cadetes -las cuentas dicen que ya son más de 250 carreras- y que se retroalimentan para elevar el listón, imanes para los aficionados y los patrocinadores, genios con motor de serie que este domingo (15.10, Eurosport y Teledeporte) se baten en una etapa de la Copa del Mundo en Benidorm, claros favoritos con el permiso del británico Tom Pidcock (Ineos).

Adaptación inmediata. Entienden los directores de equipos UCI que el ciclocross es un añadido para encontrar una mejor versión del ciclista, pues te da habilidad y destreza, manejo de la bici en pelotones nutridos y soluciones técnicas para situaciones comprometidas en carrera como una curva endiablada o una rotonda mal puesta. Ninguno como Van der Poel (Alpecin y cuatro Mundiales de ciclocross en el bolsillo) ni Van Aert (Jumbo y otros tres), que en 2019 ya se asentaron en la carretera, incapaces de apagar el motor -pues no hay descanso en su calendario como en el resto de los corredores-, con laureles en las clásicas, sprints masivos y etapas en las grandes vueltas.

“Son dos talentos. Les pones a dar pedales en cualquier sitio, hasta en una bici de spinning, y la revientan. Han nacido para dar pedales”, señala Juanma Gárate (Education First). “Hablamos de dos portentos de la naturaleza. En cualquier deporte aeróbico serían buenos. No solo ganan en todas las disciplinas sino que lo hacen de cualquier manera”, se suma Jorge Azanza (Euskaltel). “Han nacido para ser artistas y fenómenos de este deporte, sea en la bici que sea. Son perfiles que vienen un poco marcados por ese esfuerzo exigente que es el ciclocross y eso les convierte en unos tipos súper agresivos y a eso se les añade el motorazo que tienen. Además, no tienen miedo de fracasar en esas casi locuras que nos parece que hacen”, resalta Eusebio Unzue (Movistar). “Es que sirven para todo y no renuncian a nada. Son espectáculo con mentalidad ganadora”, añade Joxean Matxín (UAE). “Tienen esfuerzos de una hora, que requiere potencia… Pero la causa no es el ciclocross. Es el talento, la mentalidad y que han mejorado mucho por estar compitiendo el uno contra el otro”, sentencia Juanjo Oroz (Kern Pharma).

Rivalidad por bandera. “Este año, hablé con Mathieu por primera vez durante más de cinco minutos”, desveló en 2020 Van Aert. Van der Poel tomó el testigo: “Nuestra rivalidad trasciende el deporte y eso es genial. Nos fortalecemos mutuamente y nos aseguramos de superar los límites de los demás. Es una gran historia. Creo que entre nosotros debería haber un odio saludable”. Es un capítulo más de genios enfrentados sobre la bici como en su día expresaran el atildado Coppi y el abnegado Bartali; el estilista Anquetil y el segundón Poulidor -es el abuelo de Van der Poel-; el Caníbal Merckx y el desafortunado Ocaña; y el arrollador (y tramposo) Armstrong y el amedrentado (también tramposo) Ullrich.

De Van der Poel me quedo con su espontaneidad. Muchas veces hace cosas sabiendo que se está inmolando, que son fugas kamikaze. No tiene miedo y eso saca a los directores y rivales de la zona de confort. Y de Van Aert destacaría su capacidad de adaptación a la montaña. En los sprints masivos está muy cerca de los mejores, gana clásicas y en el Tour fue capaz de llevar a Vingegaard para soltar Pogacar”, ensalza Gárate. “Es que si Van der Poel tiene el día bueno, hace cada cosa… ¡Buah! Es rápido y muy difícil ganarle. Y Van Aert hace todo, es un corredor global”, incide Oroz. “A todo el mundo le gusta verlos correr. Son tan completos… Van Aert demostró el año pasado ser enorme en alta montaña, en la contrarreloj, en el sprint masivo… Es lo más cercano a lo que era Jalabert y le supera. Y eso que en los últimos años Van der Poel parecía un punto más, pero ahora es al revés. Les hace fuertes la necesidad de ser más grande que el otro”, conviene Matxín. “Sí, va por épocas, rachas. Antes ganaba Van der Poel y ahora Van Aert… Se retroalimentan porque no saben jugar a otra cosa que no sea ganar”, se suma Azanza. “Van der Poel quizá tiene un punto más de determinación a la hora de definir y Van Aert es más constante durante el año, además de en determinadas etapas de montaña”, resume Unzue.

El mejor reclamo. “Que vengan estos animales no es un alivio ni un espaldarazo sino que es una bendición”, resolvía el seleccionador español Pascual Momparler y organizador de la prueba de Benidorm. De ahí que los carteles del evento fueran con sus caras y que en la jornada de entrenamientos los flashes de los aficionados se dispararan a cada ocasión que rodaban por delante suyo. “Es un espectáculo verlos porque hacen cosas que no se veían antes; arrancan de salida, suben muy bien, están con los mejores siempre… Están marcando esta época y cambiando el ciclismo”, les alaba Oroz. “Están traspasando el ciclocross a la ruta porque atacan con una hora por delante. Esos ataques atraen al público, a las marcas y a la gente”, remarca Matxín. “No hay duda de que enganchan. Tener a estos talentos es muy bueno para el ciclismo. Las audiencias explican que ellos nos ayudan a pasar por estos años de oro del ciclismo”, subraya Gárate. “Su irrupción ha dotado de espectacularidad a este deporte y se lo tenemos que agradecer”, confirma Unzue. “Ellos dos junto a otros tres más del pelotón son los que levantan al aficionado del sillón y eso es lo que engancha a un deporte. Los críos se fijan en ellos”, remacha Azanza. Y este domingo lo hará Benidorm y, de paso, el mundo entero.

Van Aert: “Van der Poel siempre me lleva al límite”

Con cara de acabar de despertarse de la siesta, Van Aert tuvo en un encuentro con la prensa española en el hotel donde se alojaba su equipo, Jumbo-Visma, en Mutxamel (Alicante), justo el día antes de estrenarse en una competición en España. “Me he entrenado mucho estas navidades con las carreras en Bélgica, poniendo en foco en los esfuerzos cortos. Cuando llegue el Tour ya cambiaremos el tipo de entrenamientos”, resolvió el ciclista, que añadió: “Este año quiero tener oportunidades de ganar clásicas, especialmente la París Roubaix, el campeonato mundial y alguna etapa en el Tour. Tengo grandes objetivos. Me gusta jugar al ataque y no me importa la presión”.

Sabe, en cualquier caso, que en ciclocross y en carretera se medirá con Van der Poel. “Siempre es difícil ganarle porque siempre me lleva al límite. Pero ganar es gratificante esté él o no en la carrera. Me gusta cuando lo consigo en los últimos metros, es un gran sentimiento. Y con él sucede en ocasiones porque tiene grandes capacidades como también Pidcock”.

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