Carolina Marín busca su cuarto Mundial en Tokio, el sitio ‘maldito’
Por primera vez viaja con ella la psicóloga; los tests de potencia y resistencia que ha hecho antes de volar a Japón dicen que está al nivel de enero de 2020
Tokio, la sede del Mundial de bádminton que ha empezado este lunes, le trae a Carolina Marín sus peores recuerdos. Allí es donde, hace un año, tendría que haber competido para perseguir su segundo oro olímpico. No llegó a pisar suelo japonés porque se rompió el ligamento cruzado de la rodilla izquierda dos meses y medio antes de los Juegos. Mientras en la tele emitían la ceremonia de inauguración, ella ll...
Tokio, la sede del Mundial de bádminton que ha empezado este lunes, le trae a Carolina Marín sus peores recuerdos. Allí es donde, hace un año, tendría que haber competido para perseguir su segundo oro olímpico. No llegó a pisar suelo japonés porque se rompió el ligamento cruzado de la rodilla izquierda dos meses y medio antes de los Juegos. Mientras en la tele emitían la ceremonia de inauguración, ella lloraba en la camilla del fisio. Mientras sus rivales pisaban pista, ella se agarraba a París 2024 para salir del agujero negro. Ahí, en ese sitio maldito, aterrizó el pasado miércoles para buscar su cuarto título Mundial. Lo ha hecho, por primera vez, acompañada de su psicóloga, María Martínez, que nunca se desplaza a las competiciones. Tienen sus charlas por zoom. En este viaje sí la ha acompañado. Por, como dicen en su equipo, el componente emocional que supone competir en Japón, el sitio donde iba a ser protagonista en los Juegos y no pudo por una segunda grave lesión.
Marín, 29 años, debuta este martes (a partir de las 7:35 contra la canadiense Wen Yu Zhang, número 71 del ranking). Lo hace después de tres semanas de concentración en Sierra Nevada, tras haber caído en segunda ronda en los torneos de Malasia e Indonesia (junio-julio) y tras ganar, a finales de abril, su sexto Europeo seguido. Al final de ese torneo, Fernando Rivas, su técnico, dijo que Carolina estaba en un 60-70% de su mejor versión y que en cuanto mejorara físicamente... “ojo con ella”. ¿Y ahora? Contesta Rivas desde Tokio y después de haber terminado el último entrenamiento previo al debut. “Ahora está a niveles de forma de enero 2020. Hemos hecho unos test antes de venir a Japón y han sido bastante satisfactorios: de potencia, salto, etc. Desde el punto de vista de fuerza, explosividad y resistencia específica está muy bien. Y más con la concentración que hicimos [en altura] en Sierra Nevada”.
La referencia de enero de 2020 no es casual. Fue un año después de la rotura del ligamento cruzado de la rodilla derecha, del tsunami pandemia y del accidente de su padre por el que falleció unos meses después. Marín había vuelto a encontrar el ritmo de siempre: en diciembre [de 2019] ganó el Internacional de Italia y de China y en enero alcanzó la final en Indonesia.
El Mundial la exigirá –físicamente y técnicamente- mucho más que el Europeo, porque las mejores rivales son las asiáticas. Lo sabe ella y lo sabe su equipo. A Marín ya la tienen muy estudiada. Y su técnico es el clásico culo inquieto que siempre está buscando maneras de innovar y mejorar el juego. Para sorprender a las rivales y también para gastar menos energías y cuidar del cuerpo de la onubense después de dos graves lesiones y de tantos años en la elite. Rivas trabajó con Marín durante los meses previos al Europeo otras formas de jugar: con ángulos diferentes y diferentes velocidades. “No hace falta correr tanto en la pista”, explicaba. Para este Mundial, cuenta el técnico, han incluido en el juego algunos elementos técnicos del doble mixto. “Para meter un poco de presión desde la red, vamos a ver qué tal funcionan”.
En el Europeo de abril ya se vio a una Marín mucho más fuerte de espalda: al ser una jugadora muy ofensiva, el preparador físico trabajó mucho la musculatura posterior de las escápulas. Eso es: para que el volante gire rápido hay que acelerar el brazo y para eso hacen falta buenos frenos y la musculatura que frena es la de las escápulas.
“No quiero presionarme”
Marín, que en 2018 también llegó al Mundial habiendo caído en las primeras rondas de los dos torneos previos y luego se hizo con el título-, dice que está feliz de tener a todo el equipo con ella. Además de la psicóloga y el técnico, también está Guillermo Sánchez, su preparador físico y Carlos de Santos, el fisio. “Tengo buenas sensaciones, la concentración en Sierra Nevada ha ido muy bien, con entrenamientos muy muy duros y de calidad. Estoy contenta por cómo han ido, por como he desarrollado mi juego y por la mentalidad que traigo a este torneo”, cuenta la campeona olímpica de Río 2016.
¿El objetivo? “Nos hemos propuesto conseguir medalla, no hemos dicho ningún color porque no quiero presionarme. Solo quiero estar concentrada en mí que ha sido quizás lo que me ha faltado en los torneos de Indonesia y Malasia”, responde. Esa gira asiática, en la que iba a disputar cuatro torneos, se acortó a dos. Así lo explica Rivas: “Caro no estaba todavía al cien por cien, seguía teniendo molestias en la rodilla y esas cosas del juego que estábamos incluyendo todavía no estaban asentadas. Mientras la rodilla esté bien, y ahora está bastante mejor, el resto es únicamente cuestión de trabajo”. Y ellos trabajan más que nadie.
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