Costa Rica festeja la agónica clasificación al Mundial de Qatar

Miles de costarricenses se lanzan a las calles del país para celebrar como un desahogo el sufrido boleto mundialista

Aficionados costarricenses celebran la clasificación al Mundial, en San José.Jeffrey Arguedas (EFE)

Miles de costarricenses volvieron a colmar la rotonda de La Hispanidad, en el extremo este del casco capitalino en San José, para celebrar algo que más parecía un milagro en este pequeño país futbolero. La clasificación a la Copa Mundial de Qatar desató la algarabía de los aficionados y volvió a traer el baile a las calles en la tarde del martes, mientras la selección tica celebraba en Doha, a 14.000 kilómetros de distancia,...

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Miles de costarricenses volvieron a colmar la rotonda de La Hispanidad, en el extremo este del casco capitalino en San José, para celebrar algo que más parecía un milagro en este pequeño país futbolero. La clasificación a la Copa Mundial de Qatar desató la algarabía de los aficionados y volvió a traer el baile a las calles en la tarde del martes, mientras la selección tica celebraba en Doha, a 14.000 kilómetros de distancia, el sufrido triunfo 1-0 sobre Nueva Zelanda, que le permitió adueñarse el último de los 32 boletos a la Copa del Mundo.

El cántico “Oé, oé ticos, ticos” volvió a unir a una masa desconocidos en las aceras de los barrios y en los linderos de las calles principales en San José y otras ciudades. Con el gol de Joel Campbell en los primeros minutos del juego Costa Rica se aseguró su participación en el torneo, su sexta Copa Mundial y la tercera de forma consecutiva, pero ninguna clasificación había costado tanto ni había llegado en momentos tan complejos, justificaban los aficionados. “Estamos felices, sí, pero sobre todo desahogados”, dijo un profesor de secundaria que prefirió no decir su nombre porque se reportó enfermo en el colegio para no trabajar por la tarde.

El presidente costarricense, Rodrigo Chaves, había decretado una hora de asueto al mediodía para juntarla con la hora de la comida y permitir que los trabajadores estatales pudieran ver el juego. Después dijo que quizá habría que extender el decreto porque era posible un alargue en tiempos extra o incluso penaltis. En el fondo había desconfianza por la calidad del juego de la selección, pero la esperanza por las agallas de los jugadores y el discurso de trabajo en equipo de los dirigidos por el colombiano Luis Fernando Suárez.

“Fue un susto, mucha tensión. Me temblaban las manos y solo pude respirar cuando el árbitro pitó el final. Fue un alivio, un triunfo de la unión de todos. Esto nos alegra mucho en Costa Rica y seguro que en los países de América Latina y que siempre simpatizan con nosotros”, decía Daniela Carvajal, estudiante de 23 años.

“Hasta el último minuto” era el lema de la campaña de la Federación de fútbol. Era lo que se leía en las camisas de muchos de los aficionados que llegaron a La Hispanidad o que salieron de sus casas para agitar la bandera tricolor y sonar las cornetas. “Añita mikilona” es otro lema, que en una lengua indígena local quiere decir “juntos hasta el final” y que repitieron como un mantra la estrella Keylor Navas y sus compañeros.

Así, juntos y de manera agónica, volvió Costa Rica a celebrar un triunfo deportivo que conecta con aquella alegría de la Copa Mundial de Brasil 2014, cuando quedó primero en un grupo formado por Uruguay, Inglaterra e Italia y llegó a octavos de final, una locura colectiva en aquel momento. “Esto me lleva de vuelta al Mundial de Brasil”, dijo Daniel Vargas, un joven de 27 años dueño de un negocio de venta de camisetas rojas de la Sele. Estaba doblemente contento. “Es que fue mucho el sufrimiento. Pensábamos que no clasificaríamos, pero en los últimos partidos ha sido una final y hoy al minuto 88 estábamos todavía sufriendo viendo cómo Keylor sacaba una bola del ángulo. Eso fue con el último respiro”, dijo acomodándose en la cabeza la imitación de turbante alusivo a Qatar.

Los aguaceros de mediados de junio también dieron una pequeña tregua al mediodía de este martes. La policía de tránsito cerró el acceso de vehículos a La Hispanidad. Una columna de desconocidos se abrazaban con una bandera de 10 metros bailando algo que no se alcanzaba a escuchar. El sentimiento parecía borrar al Mundial de Rusia 2018, pero también apaciguar los dos años duros de la pandemia y la estrechez económica del momento o la hostilidad social de la recién superada campaña electoral en un país acostumbrado a vivir bien.

El Gobierno de Rodrigo Chaves lo celebraba también, consciente de cuánto marca el fútbol el ánimo nacional. “Momentos tensos y motivadores en 90 minutos. La magia del fútbol y el orgullo patrio nos permiten gritar al mundo ´¡somos mundialistas otra vez!’, publicó la Casa Presidencial una hora después de que se suponía todos debían estar trabajando de nuevo. Se suponía.

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