Los Celtics dan un golpe de autoridad y se adelantan en casa a los Warriors en la final de la NBA
Jayson Tatum y Jaylen Brown dirigen al equipo de Boston hacia el desempate de la eliminatoria (116-100), que sufrió durante el tercer cuarto
La final de la NBA regresó a Boston 12 años después de la última vez y los Celtics no defraudaron a su afición, que abarrotó el TD Garden y transformó tan larga espera en una vociferante fiesta. Tras dos encuentros en San Francisco, los locales desempataron (2-1) contra los Golden State Warriors en un partido (116-100) que fue suyo casi siempre, salvo, ...
La final de la NBA regresó a Boston 12 años después de la última vez y los Celtics no defraudaron a su afición, que abarrotó el TD Garden y transformó tan larga espera en una vociferante fiesta. Tras dos encuentros en San Francisco, los locales desempataron (2-1) contra los Golden State Warriors en un partido (116-100) que fue suyo casi siempre, salvo, oh, sorpresa, durante el tercer cuarto, en el que Stephen Curry, base de los Warriors, estuvo a punto de fastidiar la fiesta de bienvenida.
El disgusto casi se consumó durante una jugada de infarto en la que Curry, que —oh, también sorpresa― volvió a ser el máximo anotador del partido con 31 puntos, encestó un triple improbable mientras caía y recibía una fea falta de Al Holford. Todo a la vez. También metió el tiro libre, y, después, otro triple. A esa asombrosa posesion de siete puntos, le siguió a continuación otra canasta de tres de Otto Porter, que hizo que el equipo de San Francisco se colocara por primera vez por delante en un encuentro hasta entonces dominado con autoridad por los Celtics.
El fantasma de los terceros cuartos de los Warriors recorrió entonces el estadio. Pero fue solo un espejismo. Los Celtics pusieron de nuevo orden en el marcador al regresar del descanso. Aunque lo del orden es solo una forma de hablar. Las primeras jugadas de los 12 minutos finales se desplegaron con un aire a desbarajuste que benefició a los locales.
Fue entonces cuando los Warriors se dieron de baja de un partido que nunca se creyeron que fueran a ganar. Cuando solo faltaban 4 minutos y 7 segundos, el árbitro pitó la quinta falta a Draymond Green, el alborotador en jefe del equipo visitante. Y la afición de Boston respiró aliviada. (A punto estuvo Curry de correr la misma suerte; acumuló cuatro personales, pero ni por esas lo mandó su entrenador, Steve Kerr, al banquillo).
Un arranque virtualmente perfecto había permitido a los Celtics enfocar desde el principio el partido. Estuvieron bien armados en defensa, con un Robert Williams plantado como un roble, que resultó que esta vez, a diferencia de los partidos anteriores, había llegado con tapones para repartir. También demostraron pronto tener ideas frescas arriba: se adentraban con soltura en el área enemiga con combinaciones ingeniosas entre Marcus Smart y Jaylen Brown, que fue el mejor del primer cuarto, con 17 de los 33 puntos que marcaron en ese tiempo los Celtics, que se se pusieron hasta 15 puntos por delante. El equipo de Boston hizo este miércoles casi todo su daño en la pintura, donde superaron con creces (52-26) a los Warriors.
Al final del primer asalto, Kerr reconocía que habían pasado a los suyos por encima, pero también que creía que, después de todo, habían aguantado bien el chaparrón. Lo cierto es que la tormenta continuó en el segundo cuarto, cuyo arranque fue de Jayson Tatum, al que le salía casi todo: las asistencias, los triples, las gráciles penetraciones en el área. Luego, regresó Brown, y se sumó Marcus Smart.
Al final de la velada, Brown acabó con 27 puntos, 9 rebotes y 5 asistencias; Tatum, con 26 puntos, 6 rebotes y 9 asistencias; y Smart, con 24 puntos, 7 rebotes y 5 asistencias. Y los amantes de las estadísticas, que viene a ser lo mismo que decir “los amantes de la NBA”, corrieron a señalar que desde 1984 no había habido tres jugadores de un mismo equipo con más de 20 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias. Justo es decir que entre los Warriors también destacó, con 25 puntos, Klay Thompson, que regresó a la cancha en enero pasado, tras un calvario de casi 31 meses, en los que encadenó una rotura de ligamentos con otra del tendón de Aquiles,
El próximo asalto es el viernes, de nuevo en Boston, donde los Celtics confían en que contribuya el empuje de una afición deseosa de reeditar glorias pasadas. También sueñan con desempatar en el casillero de los anillos (17) con Los Ángeles Lakers, para poder tener así la última palabra en la madre de todas las rivalidades de la NBA en una temporada tan señalada como esta, en la que se cumple el 75° aniversario de la competición. Después, el juego volverá a San Francisco. Los Golden State Warriors, que, por cierto, ganaron el primero de los anillos, en 1947, cuando eran un equipo de Filadelfia, también tienen su propio desempate en el horno: a seis campeonatos ganados, con los Chicago Bulls.
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