Mi alineación de entrenadores
Como jugador me creí los libretos de todos los técnicos con los que conviví en Valencia y a los que muchos considerarán contradictorios
Llega el Valencia a San Mamés para dirimir con el Athletic una plaza en la final de Copa. Y con el Valencia me llegan demandas de atender a diferentes medios para valorar esta magnífica semifinal que disputan uno de los reyes de Copa como es el Athletic con un club, el Valencia, que en su tiempo fue conocido por “bronco y copero”. Clubes que son capaces de, con la ayuda de la energía que ...
Llega el Valencia a San Mamés para dirimir con el Athletic una plaza en la final de Copa. Y con el Valencia me llegan demandas de atender a diferentes medios para valorar esta magnífica semifinal que disputan uno de los reyes de Copa como es el Athletic con un club, el Valencia, que en su tiempo fue conocido por “bronco y copero”. Clubes que son capaces de, con la ayuda de la energía que desprenden dos estadios míticos, dos aficiones entregadas, transformar una eliminatoria decidida en una remontada histórica.
Este tipo de partidos tienen un efecto curioso de puesta en actualidad de personajes como el que les escribe. De repente, los medios se acuerdan de ti, tienes más llamadas en tres días que en seis meses, más mensajes, más amigos y más recuerdos que compartir. Y esas olas tienen por característica que como vienen se van y el teléfono se vuelve mudo, ausente de demandas, y te arrepientes de algunos noes que has tenido que dar porque ahora, en el postpartido, tienes todo el tiempo del mundo para atender a quien sea. Pero ya no eres actualidad, ya vuelves a ser pasado.
Este reencuentro con los ches me ha permitido rememorar mi primer partido oficial en San Mamés, en el del arco, cuando descubrí un recinto, para mí sagrado, que solo había visto en fotos y que reconocía por aquellas porterías con unas redes sujetas por un hierro característico, ya desaparecido con el Mundial 82, pero que para mí eran la quintaesencia del fútbol. Un partido en el que acudí devoto a admirar a Iribar y del que salí impresionado por la calidad, habilidad y clase de un rubio holandés que vestía de blanco y se apellidaba Rep. Un grande.
Estos reencuentros permiten también recordar algunas anécdotas de mi paso por Valencia, entre ellas que había tenido más entrenadores en dos temporadas en el Valencia que en todo el resto de mi carrera. Pura estadística, pero a Paco Roig, presidente entonces, le gustó muy poco mi precisión matemática y bien que me lo hizo saber.
En ese repaso de banquillos me encuentro con Carlos Parreira, Luis Aragonés, Jorge Valdano y Claudio Ranieri, con José Manuel Rielo como interino tras el despido del campeón del mundo Parreira. Si en el mundo del entrenador hubiera alineaciones, no creo que haya muchas más poderosas y diversas que esta que les acabo de recitar.
Y eso me lleva a una reflexión final sobre la tan cacareada cuestión de los estilos y sus conveniencias. Sobre esos debates que muchos quieren sacar de lo puramente futbolístico para convertirlos en cierta superioridad que parece tener que ver con la creatividad. Yo les puedo decir que me creí los libretos de todos esos entrenadores que muchos considerarán contradictorios. Cada vez que les escuché hablar y explicar cómo se planteaban batir a nuestros rivales y llevarnos al éxito, a ganar, yo me los creí. Al 100%.
Vale, alguno de ustedes dirá que como yo era portero no influía tanto en eso de jugar con dos pivotes o tres puntas, pero ya les digo yo que si sobran jugadores en ataque, quiere decir que en la parte defensiva hay muchos metros a repartir entre pocos jugadores. Y cuando ves la espalda de tus defensas demasiado cerca, es señal de que el rival va a tener más de dos oportunidades de ponerte a prueba muy en serio.
Ya ven, debía ser un tipo naif en esto de los estilos. Tan naif que no he sacado a jugar en esa alineación de entrenadores a Clemente y a Cruyff. Dinamita pura que hoy, una excepción, se han quedado en el banquillo.
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