Este Zverev sí da miedo

El alemán vive su mejor momento y encara a Djokovic en las semifinales tras enlazar 16 triunfos y dar un duro golpe al serbio en Tokio. Más ofensivo y menos errático, ganó el oro y se reafirmó en Cincinnati

Zverev sirve durante el partido de cuartos de final contra Lloyd Harris.TIMOTHY A. CLARY (AFP)

Alexander Zverev va camino de convertirse, parece ser, en ese tenista al que se le auguraba un soberbio porvenir. Señalado desde hace años como una de las alternativas más sólidas y como uno de los jóvenes potencialmente más prometedores, el alemán, dice, ya no es una promesa y cada vez es menos joven. “Yo ya no pertenezco a ese grupo”, se desmarca, tajante a sus 24 años, cuando se le menciona a la nueva generación que teóricamente debía haber desba...

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Alexander Zverev va camino de convertirse, parece ser, en ese tenista al que se le auguraba un soberbio porvenir. Señalado desde hace años como una de las alternativas más sólidas y como uno de los jóvenes potencialmente más prometedores, el alemán, dice, ya no es una promesa y cada vez es menos joven. “Yo ya no pertenezco a ese grupo”, se desmarca, tajante a sus 24 años, cuando se le menciona a la nueva generación que teóricamente debía haber desbancado a los Rafael Nadal, Roger Federer y Novak Djokovic, y que llevan prácticamente un lustro chocando contra un gigantesco muro de hormigón, arañando lo que se puede.

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Aún así, lo de él empiezan a ser palabras mayores y a su colección de 17 títulos le añadió a este verano uno que reluce como ninguno, el oro olímpico de Tokio. Desde entonces, 1 de agosto, enlaza 16 triunfos consecutivos y entre medias se adueñó del Masters de Cincinnati. Es decir, este verano lo ha ganado todo. Aunque progresivamente ha ido elevando el vuelo y su palmarés engorda año tras año –ha ganado, entre otros trofeos, el de la Copa de Maestros (2018) y cinco Masters 1000, además de haber escalado hasta el número tres (2017)–, ningún triunfo como el obtenido en las semifinales olímpicas contra Novak Djokovic, al que aborda (1.00, Eurosport) por una plaza en la final de Nueva York.

Aquella tarde japonesa, quién sabe, pudo marcar un antes y un después. “Ese partido me dio algo más, la confianza de saber que soy capaz de remontarle al número uno”, explicaba hace unos días el de Hamburgo, que entonces asestó un golpe brutal al rey actual del circuito, derruido anímicamente después de encadenar 22 victorias sucesivas. “Todo empezó ahí, y luego fue muy importante reafirmarme en Cincinnati, porque muchas veces los tenistas que consiguen algo grande, después se vienen abajo”, valora el gigantón, quien hacia el choque con Nole solo se ha dejado un set por el camino (frente a Jack Sock en la tercera ronda) y mantiene un nivel sobresaliente.

Por fin, al díscolo Zverev se le ve feliz sobre una pista. Fuera de ella, en marzo estrenó paternidad, pero su anterior pareja le acusa de malos tratos y él niega, a la vez que se abstrae e intenta concentrarse únicamente en su tenis. “Para ganarle a Djokovic tienes que hacer un partido perfecto, si no es imposible”, se exige mientras a su alrededor se le empieza a contemplar como una amenaza real, como un jugador que ha evolucionado y que está corrigiéndose mental y técnicamente. Aparte de haber corregido la sangría de las dobles faltas –lideró la estadística el año pasado, con 211–, es menos especulativo en el peloteo y cada vez más ofensivo.

Liberado en los grandes

“A Novak no puedes esperarle, debes ganar tú el partido”, receta. “Debes intentar dominarle y mandar tú en los intercambios”, añade el cuatro del mundo, que aterrizará en el pulso habiendo invertido cuatro horas y media menos en la pista en el trazado, 9h 23 de su parte por las 13h 52m del balcánico, consciente de que tendrá que multiplicar el nivel exhibido hasta ahora para que no se esfume su sueño de completar el Grand Slam –ganar los cuatro grandes en una misma temporada–, a solo dos pasos ya.

“Lo que ocurrió en los Juegos fue emocionalmente muy duro para mí. Estaba dominando claramente, pero luego me desmoroné. Él [Zverev] está ahora a un nivel increíble, desde entonces no ha perdido, pero esto es una batalla a cinco sets [en Tokio era a tres] y un Grand Slam”, recuerda el serbio.

Antes, el alemán era un competidor quebradizo en los grandes, donde todavía no ha sido capaz de derrotar a ningún top-10 y acumulaba desilusiones hasta que el curso pasado rompió el corsé y llegó a la semifinal de Australia, primero, y a la final de Nueva York después. Entre medias, otra semifinal, este año en Roland Garros. No obstante, debe sacarse la espina de ese US Open, en el que estuvo a solo dos puntos de alzar el título en el cruce con el austriaco Dominic Thiem, vencedor final. Y hoy, cree, es el momento.

EL SALTO DE AUGER-ALIASSIME

Felix Auger-Aliassime, of Canada, returns to Carlos Alcaraz, of Spain, during the quarterfinals of the U.S. Open tennis tournament Tuesday, Sept. 7, 2021, in New York. (AP Photo/Frank Franklin II)FRANK FRANKLIN II (AP)

En la otra semifinal (21.00) se medirán el ruso Daniil Medvedev y el canadiense Felix Auger-Aliassime, otro joven que en este torneo ha ganado brillo. A sus 21 años, posee un físico formidable y un amplio abanico de golpes, de juego espectacular, pero ahora trabaja con el objetivo de paliar el déficit anímico que le ha hecho perder las ocho finales que ha disputado en el circuito de la ATP.

Para ello incorporó en abril a su equipo de trabajo a Toni Nadal, que estos días supervisa su crecimiento desde el box y subraya la mejoría. “Tiene un potencial muy grande, en el futuro puede estar entre los mejores”, detalla el preparador mallorquín.

Su jugador (15º) debutará en la semifinal de un Grand Slam y enfrente estará nada más y nada menos que Medvedev, dos del mundo y para el que será la cuarta tras las de las dos últimas ediciones del US Open y la de esta temporada en el Open de Australia. A priori favorito, apenas ha ofrecido fisuras a lo largo de estas dos semanas.

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