Superliga y mercado, causa o efecto

La afición ya ha pasado meses de penurias para que les vayan hablando ahora de balances y números

Messi, defendido por Munetsi durante el Reims-PSG.AFP7 vía Europa Press (Europa Press)

Hace muchos años, era el siglo pasado, tras un precioso análisis sobre lo que movía, y mueve, el fútbol desde las emociones, los valores y los afectos, mi amigo Jorge Valdano llegaba a una conclusión contundente: “Nunca se ha visto una afición que acuda a celebrar un balance”.

Amigo Jorge, lo siento, pero en demostración de que el tiempo no pasa en balde he de decirte que ayer leía un titular celebrando que ...

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Hace muchos años, era el siglo pasado, tras un precioso análisis sobre lo que movía, y mueve, el fútbol desde las emociones, los valores y los afectos, mi amigo Jorge Valdano llegaba a una conclusión contundente: “Nunca se ha visto una afición que acuda a celebrar un balance”.

Amigo Jorge, lo siento, pero en demostración de que el tiempo no pasa en balde he de decirte que ayer leía un titular celebrando que el Barça ha cambiado el 70% de sus goles, y sus alegrías y celebraciones, a cambio de 250 millones de euros. Y punto.

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Y se diría que este mercado ha estado marcado más por los asuntos financieros que los deportivos. Olvídense de los equipos que compiten subvencionados por fortunas ilimitadas (o no, que todo se acaba en la vida, hasta el gas, el petróleo y el dinero). Los demás han jugado a un equilibrio constante entre ventas y compras con cesiones temporales, ventas camufladas pero económicamente disfrazables, fichas y pagos diferidos y demás artificios financieros que hagan falta para que todo parezca en orden.

Si vemos lo que ha pasado con los equipos que abanderaban esa Superliga del futuro veremos que el Real Madrid se ha tenido que descapitalizar de su capitán Sergio Ramos y de quien estaba llamado a ser su sucesor, Raphaël Varane, a cambio de incorporar a… Eduardo Camavinga.

La Juve ha soltado a Cristiano Ronaldo, que estaba llamado a marcar época en el Turín bianconero para devolverlo a su Mánchester lluvioso, casi tanto como Turín pero con mucho menor glamour.

Y al tercer convidado le ha ido mucho peor, o no, ya que se ha desprendido de su referente, y el del fútbol, Leo —tal vez ya Lio— Messi y todos sus goles, fantasía, imaginación y reclamo para el márketing y la publicidad, y del que parecía que debía ser su sustituto, Antoine Griezmann.

Todo como si esto fuera una versión 2.0 del Monopoly del fútbol.

El mercado no se ha acabado

¿Será una causalidad o una casualidad? O sea, ¿lo de la Superliga era la causa de que Real, Barça y Juve querían ese paso adelante aunque no se supiera muy bien hacia dónde, o ha sido un efecto casual que todo el mercado, el de los grandes que es el mercado de las grandes cifras, parece no afectado salvo los tres clubes apestados?

Pero como también nos han engañado con eso, en realidad el mercado no se ha acabado, lo único que ha finalizado es el periodo de inscripción, ese que va del 1 de julio al 31 de agosto. Salvo en ligas como la rusa o la turca, que siguen abiertas un poco más para intentar recoger aquello que ha quedado sin colocar y comprarlo a un mejor precio. Solo eso porque ahora empieza el verdadero mercado, el de las especulaciones e inventivas, el mercado de lo que hubiéramos podido ser y no nos dejaron, el mercado de los bulos, los ruidos, las cortinas de humo. Todo porque lo que no se detiene es la pelota (en la misma conferencia Jorge decía que el verdadero consejo de administración de un club se reúne cada 15 días en su estadio) y esa volverá a rodar en la Liga para ganar, perder y empatar. La afición va volviendo y hasta casi llenando los estadios. Y esa afición ya ha pasado meses de penurias para que les vayan ahora contando historias de balances y números. Ellos van a disfrutar, a pasarlo bien, estén en la grada o en sus casas, que también nos hemos acostumbrado a ver partidos en el confort del sofá preferido.

Pero eso será responsabilidad de los que están en el campo, vestidos de corto en el césped o de traje en el banquillo, y es a esos a los que todos les van a pedir ganar, jugar bien y, cómo no, promocionar a los jóvenes de casa para que luego los podamos vender al mejor precio.

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