Peligran los Juegos Olímpicos para Carolina Marín: se lesiona el cruzado de la rodilla izquierda
La vigente campeona olímpica de bádminton se ha tenido que retirar del entrenamiento; las sensaciones en el equipo no son buenas
Los Juegos Olímpicos de Tokio peligran para Carolina Marín. La onubense de 27 años tiene afectado el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda (en 2019 se rompió el cruzado de la rodilla derecha). Así lo han determinado las primeras pruebas a las que se ha sometido este mediodía en la Clínica Cemtro de Madrid. Allí la han llevado después de un mala rotación en el entrenamiento de la mañana. Las sensaciones dentro del equipo no son buenas...
Los Juegos Olímpicos de Tokio peligran para Carolina Marín. La onubense de 27 años tiene afectado el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda (en 2019 se rompió el cruzado de la rodilla derecha). Así lo han determinado las primeras pruebas a las que se ha sometido este mediodía en la Clínica Cemtro de Madrid. Allí la han llevado después de un mala rotación en el entrenamiento de la mañana. Las sensaciones dentro del equipo no son buenas y es posible que la vigente campeona olímpica de bádminton no pueda defender el oro de Río 2016.
Rivas, el preparador físico y los fisios se han reunido este mismo viernes para ver qué tratamiento de recuperación pueden seguir y qué se puede hacer para evitar que la onubense tenga que volver a pasar por el quirófano. En la Cemtro los médicos les han aconsejado esperar un par de días para ver cómo evoluciona la rodilla. Ni les han asegurado ni han descartado que tenga que someterse a cirugía. Incluso sin quirófano, los Juegos peligran para Marín.
Las eliminatorias de bádminton empiezan en dos meses; el 24 de julio. Marín, que se había vacunado justo esta semana, estaba terminando la recta final de la preparación y había renunciado a disputar el torneo de Huelva porque ya tenía los puntos suficientes en el ranking olímpico para ser cabeza de serie en los Juegos.
La onubense se rompió el cruzado de la rodilla derecha a finales de enero de 2019 en Indonesia, en el último torneo de su gira asiática invernal. Fue la peor lesión de su carrera. Pasó por el quirófano y a la semana ya estaba de nuevo en la pista, se entrenaba a la pata coja con un único objetivo: recuperarse a tiempo para los Juegos.
Lo hizo y en septiembre de ese mismo año volvió a la competición. Y ganó el abierto de China. Decía su técnico que la lesión había tenido incluso cosas buenas. Que le había hecho recuperar la chispa para perseguir su segundo oro olímpico y entrar en la historia del bádminton. “Bendita lesión que nos permitió cambiar la monotonía hacia donde percibía yo que se estaba encaminando el entrenamiento. Pudimos dar un vuelco radical a eso. Son 13 años juntos, muchos, y es cada vez más difícil motivar a una chica que lo ha ganado todo”, detallaba Rivas en una charla con este periódico en diciembre de 2019. “Durante los meses de recuperación hemos cambiado los patrones y hemos retomado cosas que nos habían ido bien y que dejamos de hacer porque las dábamos por descontadas. La lesión nos ha supuesto un reto, una novedad, ha surgido otra vez la chispa y dices: ‘hostia, ahora sí que sería épico ganar los Juegos Olímpicos’. Pues venga, vamos a ganarlos y te pones las pilas. Es como un reto extra cuando lo has ganado todo”, añadía.
Las pilas sólo se las apagó el fallecimiento de su padre en verano del año pasado. Fue un golpe anímico muy duro para Marín. También lo supo manejar y transformar en una segunda motivación extra para perseguir el oro en Tokio. La pandemia y el aplazamiento de los Juegos un año le vino bien para eso. Para volver a centrarse, a poner las cosas en su sitio, a recuperar estabilidad emocional. Reconoció a este periódico que no es un robot y que en esos meses en los que su padre estuvo ingresado le era imposible tener la cabeza en los entrenamientos y en el trabajo diario.
Superado el bache, arrancó 2021 como un tiro. Ganó dos torneos seguidos en Tailandia y se le escapó el tercero (la Copa de Maestros). A principios de mayo ganó su quinto europeo seguido. Nada hacía presagiar lo que ha ocurrido este viernes en el entrenamiento.
Señalaba el traumatólogo Luis González Lago que las mujeres sufren más recaídas (35%) que los hombres y que, además, son más propensas a romperse el ligamento cruzado. Los hombres sufren más del ligamento lateral. La razón, según los especialistas, es puramente anatómica. Las mujeres tienen la pelvis más ancha que los hombres para poder parir, por lo que tienen tendencia a acercar más las rodillas cuando corren (el llamado valgo). Cuando cede la rodilla en una caída en valgo dinámico, como la que sufrió Marín en Indonesia en 2019, lo que más se resiente es el cruzado.
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