Una persecución que se resiste

Siento que Rafael se haya tenido que despedir, puesto que me mantenía con muchas esperanzas de verlo recuperar la forma a medida que iban pasando las jornadas

Nadal, durante el partido de cuartos contra Tsitsipas, el miércoles en Melbourne.Hamish Blair (AP)

Este año tampoco ha podido ser. La persecución de un segundo Australian Open después de levantarlo en 2009 se le está resistiendo a Rafael. En esta ocasión, su verdugo ha sido el griego Tsitsipas, quien fue capaz de remontar un marcador adverso en las dos primeras mangas.

Al principio del partido, Stefanos no se mostró muy acertado y Rafael mantuvo un nivel claramente superior. Su juego era agresivo, llevaba constantemente la iniciativa, dominaba en todos los aspectos y lograba minimizar los g...

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Este año tampoco ha podido ser. La persecución de un segundo Australian Open después de levantarlo en 2009 se le está resistiendo a Rafael. En esta ocasión, su verdugo ha sido el griego Tsitsipas, quien fue capaz de remontar un marcador adverso en las dos primeras mangas.

Al principio del partido, Stefanos no se mostró muy acertado y Rafael mantuvo un nivel claramente superior. Su juego era agresivo, llevaba constantemente la iniciativa, dominaba en todos los aspectos y lograba minimizar los golpes de su rival. La sensación que tuve viendo el partido desde casa es que su adversario no encontraba la manera de hacerle daño, y así lo manifestaban la desesperación y la frustración reflejadas en su rostro. Pero a partir del tercer set, la intensidad que Rafael había demostrado hasta el momento fue aplacándose y le permitió a su rival recuperarse e igualar tanto el juego como el marcador.

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Ambos tenistas fueron anotándose con cierta facilidad los juegos en los que disponían de servicio. Y se llegó así a un tie break en el que Rafael acusó los errores que no había cometido en los dos primeros parciales del partido, y que al final tuvieron un efecto desencadenante. Dio alas a Tsitsipas para seguir luchando denodadamente, para imponerse en los tres siguientes parciales y ganarse, así, su puesto en la semifinal.

Es bien sabido que en el tenis, cuando un jugador sube, el otro baja y que es difícil dilucidar cuál de las dos circunstancias determina a la otra.

Ahora tenemos por delante dos semifinales que, a priori, se dibujan algo desiguales. En una, Novak Djokovic parte como claro favorito y no debería tener problemas para deshacerse de Aslan Karatsev, quien sorprendentemente ha llegado desde la fase de clasificación a disputar una semifinal de un Grand Slam. Tanto por ranking como por experiencia, estamos ante dos jugadores totalmente divergentes.

En cuanto a la otra, el resultado es más difícil de vislumbrar. Creo que veremos un partido de gran intensidad y muy igualado. Tanto Stefanos Tsitsipas como Daniil Medvedev tienen demostrados avales para propiciarlo y para mantenernos en vilo hasta el último momento.

El cuadro femenino también nos presentaba esta pasada madrugada dos cruces de atractivo algo dispar. Por una parte, Jennifer Brady y Karolina Muchova, con la singularidad de que ninguna de las dos había llegado jamás a una final de un grande. Y en la otra, la portentosa y agresiva Naomi Osaka frente a Serena Williams, quien 22 años después de adjudicarse su primer grande busca el 24º para igualar a la mítica Margaret Court.

No dejo de valorar las buenas jornadas de tenis que tenemos por delante, pero, como es de suponer, siento que Rafael se haya tenido que despedir. Me mantenía con muchas esperanzas de verlo recuperar la forma a medida que iban pasando las jornadas. No queda otra que hacer lo de siempre. Mirar hacia delante y empezar a pensar ya en París para perseguir un estimulante 21º trofeo del Grand Slam.

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