No es hora de egoísmos
No solo comparto la opinión de que no es el momento de provocar un cisma, sino que además no puedo dejar de ver que otros pretenden procurar solo sus propios intereses
Esta semana el mundo del tenis profesional ha vuelto a la competición. Y lo que ya me pasó con el fútbol, me ha pasado aquí con más razón. No me acostumbro a ver las gradas vacías. En las imágenes que nos ha dado la televisión, he visto a los miembros del equipo de Djokovic apartados cada uno de los otros, casi sin posibilidad de comentar las jugadas de su propio jugador. Y eso me resulta difícil de concebir.
Cuando yo ocupaba mi sitio en el box de Rafael, iba hablando sin de...
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Esta semana el mundo del tenis profesional ha vuelto a la competición. Y lo que ya me pasó con el fútbol, me ha pasado aquí con más razón. No me acostumbro a ver las gradas vacías. En las imágenes que nos ha dado la televisión, he visto a los miembros del equipo de Djokovic apartados cada uno de los otros, casi sin posibilidad de comentar las jugadas de su propio jugador. Y eso me resulta difícil de concebir.
Cuando yo ocupaba mi sitio en el box de Rafael, iba hablando sin descanso con los otros integrantes del equipo, sobre todo con Carlos Costa, que siempre estaba sentado a mi lado. Una de las cosas más valiosas del deporte es la posibilidad de interpretar y compartir lo que está pasando.
En lo puramente tenístico, sin embargo, poca cosa ha cambiado. El actual número uno salió vencedor del torneo de Cincinnati y se postula como gran favorito para el US Open que empieza ahora, y los españoles hemos tenido la satisfacción de ver la gran actuación de Roberto Bautista, que estuvo a punto de derrotarle en el partido de semifinales.
Ahora bien, esta semana la noticia ha estado también fuera de las pistas con la pretendida escisión propuesta y liderada por el mismo Djokovic con respecto a la ATP, asociación formada por jugadores y promotores de torneos. Con esta segregación, el serbio pretende una mejor defensa de los intereses de los tenistas; los económicos, principalmente. Para empezar, leo que en esta nueva asociación estarían defendidos los 500 primeros en individuales y los 200 primeros de dobles. Curiosa y arbitraria cifra. Queda muy bonito preocuparse por una cifra tan elevada, pero puestos a defenderlos, ¿no sería mejor si los defendiéramos a todos?
Durante los años que estuve en el circuito escuché repetidamente la queja de los jugadores que alegaban que en el tenis solo podían ganarse la vida los 100 primeros del ranking mundial, mientras que en el fútbol podían vivir de su deporte un número mucho mayor. Yo siempre me posicioné en contra de esa comparación, instándoles a que respondieran por qué no se medían con otros muchos deportes, que requieren de tanto o más esfuerzo que el nuestro, y en los que prácticamente nadie puede vivir de su dedicación. El deporte, evidentemente, no es ajeno a las leyes del mercado.
No solo comparto la opinión de algunos jugadores de que no es el momento de provocar un cisma, sino que además no puedo dejar de ver un punto de egoísmo cuando unos pretenden procurar solo sus propios intereses.
Yo sé de la dificultad que conlleva la organización de un torneo. He sido director durante años del WTA de Mallorca y conozco, no solo todo el trabajo que se lleva a cabo para promocionar y hacer atractivo nuestro deporte, sino que además sé, en este caso, la cantidad de dinero que ha perdido el promotor.
Los jugadores deberían ser conscientes de esta dificultad y lo que tocaría perseguir es un entendimiento. A no ser que hubiera un abuso por parte de los organizadores de los torneos (y creo que no es así), lo deseable es que los unos y los otros vayan de la mano para engrandecer nuestro deporte y hacerlo cada día más atractivo. Tenistas y torneos no solo se necesitan, sino que persiguen exactamente el mismo objetivo: que el espectador admire tanto al brillante jugador que lo hace vibrar como al magnífico escenario que hace que todo esto sea posible.