La lesión de Marcelo cierra una noche de pitos

La salida del lateral brasileño, autor del segundo gol del Madrid y golpeado en los últimos minutos, preocupa ante la inminente visita al Camp Nou

Marcelo, dolorido en el banquillo tras su lesión. En vídeo, declaraciones de Lopetegui y Benzema tras el partido.Vídeo: ANA MARCOS (GTRES) / ATLAS

La lesión de Marcelo, que se fue cojeando con un tobillo maltrecho en el minuto 88, cerró de mala manera una noche de imprevistos desagradables en Chamartín. La salida del lateral brasileño, que marcó el gol del triunfo ante el Viktoria (2-1), recordó a la afición que sin él, el Madrid pierde a su futbolista más desequilibrante. A cinco días del clásico del Camp Nou el incidente, consecuencia de una patada de Ekpai, supuso una pésima noticia para un equipo que ha entrado en el bucle melancólico. Lopetegui acababa de hacer el último cambio y el Madrid debió jugar con uno menos durante los minut...

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La lesión de Marcelo, que se fue cojeando con un tobillo maltrecho en el minuto 88, cerró de mala manera una noche de imprevistos desagradables en Chamartín. La salida del lateral brasileño, que marcó el gol del triunfo ante el Viktoria (2-1), recordó a la afición que sin él, el Madrid pierde a su futbolista más desequilibrante. A cinco días del clásico del Camp Nou el incidente, consecuencia de una patada de Ekpai, supuso una pésima noticia para un equipo que ha entrado en el bucle melancólico. Lopetegui acababa de hacer el último cambio y el Madrid debió jugar con uno menos durante los minutos finales frente a un contrincante que lo hostigó para asombro general. La gente que se acerca al campo entre semana suele ser más tolerante, más inclinada al aplauso. Pero el silbatazo del árbitro señalando la conclusión fue saludado con una lluvia de pitos. La clase de ruido que el palco soporta cada día peor.

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Lopetegui advirtió en la conferencia del lunes que al Madrid le esperaba “un partido precioso” en la tercera jornada de la Champions. Los informes cruzados de los distintos técnicos y analistas que trabajan para el Madrid indicaban desde la semana pasada que el Viktoria Pilsen —el rival— reune características que podrían situarle, sin apenas margen de error, como al peor equipo de la competición. Los datos gruesos apuntaban en esa dirección. Los últimos resultados del conjunto checo revelaban un coladero: derrota contra el Slavia (4-0), derrota contra el Jabonec (3-0), derrota contra la Roma (5-0), triunfo en la Copa Checa ante el Vykskov (1-5) y empate el viernes pasado frente al Bohemians (2-2). Total: 15 goles en contra y siete a favor.

El pobre Pilsen es la clase de oposición que, desde tiempos históricos, propicia festivales en Chamartín. El tipo de escenario que, con estas visitas, permite reforzar la moral y alegrar al público, incluso cuando arrecian las peores crisis de resultados. No fue el caso, esta vez, tal es la precariedad del estado del Madrid actual.

La noche agradable invitaba a darse un paseo. El público, sin embargo, no llenó el Bernabéu. Los que acudieron, asistieron en silencio a un despliegue de fútbol ortodoxo, ordenado, pero exangüe. El primer jugador en destacar por hacer algo inesperado iba de rojo. Se trataba de Michael Krmencík, un gigante pálido, calvo y desgarbado que engañaba desde la apariencia. Parecía que no llegaba y llegaba. Parecía que no se iba pero se iba. Cada pelota que tocaba Krmencík generaba un problema en sus oponentes. Atentos a explotar la banda derecha, en donde Lopetegui colocó a Lucas Vázquez de lateral, los checos llevaron el nerviosismo del campo a la grada. La primera ocasión fue del Pilsen: la tuvo el extremo izquierda, Petrzela, entrando a la espalda de Lucas Vázquez.

Hubo pitos. Dio la impresión de que los jugadores del Pilsen, contra todo pronóstico, se divertían. Entonces ocurrió lo extraordinario: Benzema hizo un gol. Después de 560 minutos sin marcar, metió un gol, y además de cabeza, cosa que hace con menos asiduidad todavía. El gol de Benzema aplacó los ánimos de la hinchada pero el Pilsen los inflamó otra vez porque gozó de las ocasiones más claras. Petrzela falló a puerta vacía. El tiro de Libersky se fue por un palmo. El público elevó el volumen de los reproches sin que se advirtiera más reacción que las brujerías de Marcelo.

Cuando Lopetegui sustituyó a Benzema por Mariano la fiesta estaba finiquitada. Benzema, olvidado su gol, se marchó señalado por la rabia de los socios.

El gol del Pilsen, tras una jugada que dejó en evidencia a Ramos, Casemiro y Nacho, un triángulo antaño muy fiable, confirmó lo que había sido evidente para la multitud. El Madrid se destensa. El equipo pierde energía. Es un flan. Del portero al nueve.

La constatación de la resalidad sacuidió a la gente que abroncó a los jugadores mientras abandonaban el campo, victoriosos pero repudiados. Los médicos, mientras tanto, no habían detectado nada grave en Marcelo, a falta de más exploraciones.

 

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