Cambio de Tercio

Abel Lusa regenta varios restaurantes españoles en Londres y contribuye a derrumbar el mito de que allí se come mal. En el más famoso se nos da la bienvenida en la que es ya una tradición más de Wimbledon

Nadal golpea de revés durante un entrenamiento en Wimbledon.Tim Ireland (AP)

Hoy empieza Wimbledon, pero para nosotros, los españoles, el pistoletazo de salida del torneo se da el domingo previo en una especie de inauguración que ha ido cuajando a lo largo de los últimos años, de manera más espontánea que premeditada. Yo no he acudido por primera vez en los últimos quince años, pero el recuerdo que me llevo será siempre imborrable y agradecido.

A esta fiesta suelen ir todos los desplazados a Londres involucrados en el torneo británico: jugadores, equipo, familiares y periodistas porque nadie puede resistirse a la simpatía y al reclamo de su artífice, un riojano ...

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Hoy empieza Wimbledon, pero para nosotros, los españoles, el pistoletazo de salida del torneo se da el domingo previo en una especie de inauguración que ha ido cuajando a lo largo de los últimos años, de manera más espontánea que premeditada. Yo no he acudido por primera vez en los últimos quince años, pero el recuerdo que me llevo será siempre imborrable y agradecido.

A esta fiesta suelen ir todos los desplazados a Londres involucrados en el torneo británico: jugadores, equipo, familiares y periodistas porque nadie puede resistirse a la simpatía y al reclamo de su artífice, un riojano afincado en el barrio de Chelsea llamado Abel Lusa.

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Abel regenta varios restaurantes españoles en Londres y contribuye a derrumbar el mito de que allí se come mal. En el más famoso de ellos, el Cambio de Tercio, se nos da la bienvenida y se nos acoge desde el primer día hasta el último en que estamos allí. Tanto es así y tan agradable es el hecho de sentirte en casa cuando estás fuera de ella que el contagio se ha extendido a muchos tenistas de otras nacionalidades.

Los jugadores nuevos que van llegando acuden de la mano de los más veteranos. Es lo que ocurrió cuando nosotros llegamos en el año 2003 y es nuestra recomendación a los nuevos que se van incorporando. Así, año tras año, hemos llegado a un punto en el que se puede decir que estamos ante una tradición más del torneo londinense.

Es habitual que en estas cenas se produzcan debates o charlas sobre el estado de forma de los distintos jugadores y de las opciones de cada uno de ellos. El año pasado, un día en el que Rafael se quedó en casa en Wimbledon, y en una de esas tertulias que alargan la noche londinense, me quedé hablando con Abel sobre el buen estado en el que se encontraba mi sobrino. Todos estábamos animados por su buen juego y convencidos de que tendría muy buenas opciones de volver a hacer un gran resultado.

Su participación en el Grand Slam sobre hierba ha pasado por dos etapas bien diferenciadas. Desde al año 2006 hasta el año 2011 jugó cinco finales –en el 2009 no participó– y su juego demostró un gran dominio de la superficie londinense. En los años posteriores y por distintos motivos, entre ellos el estado de sus rodillas y grandes partidos de sus rivales, no consiguió avanzar hasta las rondas finales y cuajar un gran torneo.

En la última edición nuestras ilusiones se vieron truncadas en el enfrentamiento ante Gilles Muller y se nos recordó, de nuevo, que en este torneo tu permanencia pende siempre de un hilo, por muy bien que te sientas o por muy bien que estés jugando.

Yo creo que este año Rafael tiene, otra vez, motivos para sentirse ilusionado y para enfrentar sus partidos con fortaleza y optimismo. Esperemos que esta vez se cumplan las expectativas, que Wimbledon no nos recuerde nada y que mi sobrino pueda ir cerrando rondas en compañía de nuestro buen amigo Abel.

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