“Zverev es el prototipo del presente y el futuro”

Ferrero, exnúmero uno, asesora al talento alemán, señalado como el heredero natural de las grandes figuras. "Yo a su edad también subí rápido. Tiene personalidad y su capacidad de trabajo le diferencia"

Zverev, durante el partido de la primera jornada ante Cilic.Kirsty Wigglesworth (AP)

Allá por donde va, a Alexander Zverev (Hamburgo, 20 años) le resulta muy complicado pasar desapercibido. Su figura zancuda (1,98), la melena rubia y sus interminables extremidades sobresalen entre la multitud y le conceden un aire diferencial. Ocurre estos días en Londres, donde el jugador alemán, el tenista al que se le señala como heredero natural de los Federer, Nadal y compañía, también exhibe unos andares altivos y una actitud arrogante en ocasiones. “He contestado a esa pregunta muchas veces”, respon...

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Allá por donde va, a Alexander Zverev (Hamburgo, 20 años) le resulta muy complicado pasar desapercibido. Su figura zancuda (1,98), la melena rubia y sus interminables extremidades sobresalen entre la multitud y le conceden un aire diferencial. Ocurre estos días en Londres, donde el jugador alemán, el tenista al que se le señala como heredero natural de los Federer, Nadal y compañía, también exhibe unos andares altivos y una actitud arrogante en ocasiones. “He contestado a esa pregunta muchas veces”, respondía hace un par de días, después de batir a Marin Cilic en su estreno en el Masters, a un periodista que le preguntaba por su vínculo con Juan Carlos Ferrero.

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El caso es que el valenciano, exnúmero uno (2003), se ha convertido en un testigo privilegiado del crecimiento del veinteañero, el jugador al que los entendidos apuntan como el próximo gran fenómeno del circuito. Hay otros jóvenes en camino, y muy buenos, pero ninguno concentra tanto potencial, dicen. “Puede ser el prototipo del presente y el futuro”, asevera Ferrero a este periódico. Desde el pasado verano, el exjugador español decidió compaginar su labor en la academia que dirige en Villena, Alicante (la JC Ferrero Equelite) con el asesoramiento del alemán, un portento que esta temporada ha roto el cascarón de manera definitiva.

Zverev ha ganado cinco trofeos, dos de ellos Masters 1000 (Roma y Montreal), y se ha asentado en el top-10 con una naturalidad asombrosa, como si tuviese el espacio reservado y su ascensión respondiera a un orden lógico de las cosas. “Me recuerda a mí con 20 años, excepto por el servicio, lógicamente”, explica Ferrero. “Yo a esa edad también subí rápido. También me recuerda a [Marat] Safin por su físico y sus golpes”, agrega el preparador español, que disecciona al número tres así: “Tiene coordinación, potencia y resistencia. Tiene tiros fantásticos de derecha y de revés, y un gran saque. Cuando mejore algunas cosas será un candidato claro al número uno”.

En su análisis, Ferrero incluye además un doble factor diferencial: la determinación y la cabeza. Zverev tiene todos los atributos; tiene el fondo y la forma, el cuerpo, la mente y el deseo, pero por encima de todo tiene muy claro hasta dónde quiere y puede llegar. “Me ha impactado mucho su sacrificio”, precisa el valenciano, de 37 años. “Es muy trabajador. Su capacidad de trabajo es altísima y eso le diferencia de todos los demás jóvenes. Tiene muy claro su objetivo y ese es un plus esencial que distingue a los buenos de los mejores”, aprecia el técnico, que refuerza la afirmación con un ejemplo: “El otro día, después del partido contra Cilic [de 2h 05m de duración, superadas las 23.00 en Londres], quiso volver a la pista para entrenarse otra media hora”.

Personalidad compleja: un alemán muy ruso

Ferrero y Zverev, durante un entrenamiento en el O2 de Londres.Julian Finney (Getty)

Como todo fuera de serie, Zverev tiene una personalidad compleja. Nació en Alemania, pero por sus venas fluye sangre rusa y se comporta como un ruso. Le rodea siempre el clan familiar, compuesto por su padre y entrenador, el rudo Alexander sénior; su madre Irena; su hermano Mischa, 13 años mayor que él y 33 del mundo; y puntualmente su abuela. Todos ellos, menos la anciana, relacionados con la raqueta. También le acompaña a todos lados un caniche de pelo negro [Lövik] que el otro día, mientras peloteaba con Nadal durante un entrenamiento, se coló en la pista y terminó en el regazo del patriarca, quien delimita con claridad su rol e integró a Ferrero en el cuerpo técnico para que aportase su experiencia profesional.

“Tiene una mezcla de genes. Es muy serio, muy competitivo y a veces es un poco maniático. Cuando coge confianza es extrovertido. Para bien y para mal, se le notan los 20 años”, prosigue Ferrero. “Tiene personalidad, de ahí que hable bastante con él para transmitirle lo que pienso que debe mejorar. Mi misión consiste sobre todo en poner mi experiencia a su servicio en el día a día de los torneos. De momento me escucha y espero que siga así mucho tiempo”, bromea el tutor.

De Nike a Adidas, como Andre Agassi

Además de un fabuloso tenista, Zverev también es un filón para las marcas. Al igual que hiciera Andre Agassi, rompió con Nike (a los 18 años) y se vistió con los modelos del fabricante alemán Adidas. En su muñeca luce un reloj del diseñador francés Richard Mille, valorado en casi 800.000 euros, y se ha asociado con firmas de moda como Abercrombie & Fitch. Suele portar varias joyas y lleva al cuello un medallón de oro que mordisquea cuando no le va bien en la pista.

De momento, en Londres arrancó con fuerza y hoy (21.00, Movistar+ Deportes 2) afronta a Federer, al que ya le ha vencido dos veces (Halle y Montreal) en cuatro pulsos. “No le pude ver mucho el primer día porque estaba centrado en mi partido”, reconoció Sascha, ferviente admirador del suizo. “A cualquier jugador le gustaría que Roger fuese algún día su entrenador, pero no sé si más adelante él escogerá ese camino”, pronunció hace dos meses en septiembre, después de fundirse en un abrazo con el de Basilea al compartir equipo durante una exhibición en Praga.

“Está claro que Zverev es una parte importante del futuro de nuestro deporte”, sentencia Federer. Futuro y presente, porque el alemán ya reclama un reservado.

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