Los errores de edición alertan de fallos en los procesos de trabajo

Las equivocaciones en un periódico que presume de rigor y de cuidar el lenguaje empañan el trabajo del conjunto

FERNANDO HERNÁNDEZ

Una de las ventajas del progreso es disfrutar de un servicio público de limpieza que se ocupe de recoger la basura y limpiar las calles. No se felicita a quien lo presta cuando funciona bien, pero ¡ay, si falla!, porque, entonces, arrecian las críticas al Ayuntamiento. De la misma manera, cuando en un periódico que presume de rigor y de cuidar el lenguaje se cometen errores y equivocaciones, queda empañado el trabajo del conjun...

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Una de las ventajas del progreso es disfrutar de un servicio público de limpieza que se ocupe de recoger la basura y limpiar las calles. No se felicita a quien lo presta cuando funciona bien, pero ¡ay, si falla!, porque, entonces, arrecian las críticas al Ayuntamiento. De la misma manera, cuando en un periódico que presume de rigor y de cuidar el lenguaje se cometen errores y equivocaciones, queda empañado el trabajo del conjunto. Y llegan las protestas.

“Entiendo que la urgencia por publicar en la versión digital lleve en ocasiones a producir erratas, pero últimamente encontramos muchas en todo tipo de artículos”, reprochaba Javier López, en el segundo mensaje en pocos días para advertir de fallos de edición: un baile de palabras que hacía incomprensible un texto del suplemento dominical y una letra de más en un subtítulo de una noticia en directo.

Como dice este lector, la urgencia justifica una parte, pero preocupa más que el descuido se extienda. Prácticamente todos los días de esta semana, había fallos de edición en los temas que abrían el periódico digital a primera hora: erratas, reiteraciones, frases incompletas, confusión de términos, malas traducciones... Entre las cinco y las seis de la mañana la portada de la web se actualiza con noticias, crónicas, reportajes o entrevistas hechas el día anterior. Y por eso deberían estar lavadas, planchadas y peinadas de erratas para el encuentro con los lectores cuando estos empiezan su jornada, momento de intenso tráfico en la web.

El pasado martes la portada digital llevaba una apuesta fuerte: siete de las 27 madres de las niñas de Almendralejo (Badajoz) cuyas imágenes fueron manipuladas con inteligencia artificial habían aceptado ser fotografiadas en grupo para denunciar el caso. Pero algo no cuadraba. Mientras en el texto el tratamiento era cuidadoso y se había omitido el apellido de las madres para no señalar a las menores y revictimizarlas, el pie de foto las identificaba una a una con el nombre completo.

¿Qué pasó? Pablo Guimón, redactor jefe de Sociedad, asume la responsabilidad de lo ocurrido y explica que el reportaje llegó muy tarde y puso toda la atención en editar el cuerpo del texto y no tanto en otros detalles de la pieza. El autor admite que fue él quien colocó la foto que seleccionó Fotografía (sección que identifica la imagen al subirla al sistema editorial), pero con las prisas de entregar el texto olvidó comprobar si el pie era correcto. Hubo además otro redactor de Sociedad que leyó la pieza, sin reparar en el error. Es decir, un fallo en cadena.

Otro lector, Manuel Serra, alertó hace dos semanas del uso incorrecto de la palabra epicentro —donde debía decirse hipocentro—, en una información sobre el terremoto de Marruecos. Días después, volvió a reportar que un editorial recogía esta inexactitud: “Un epicentro muy próximo a la superficie”. Serra aclaraba: “Más que cerca, el epicentro está en la mismísima superficie de la Tierra”.

Javier Rodríguez Marcos, subdirector de Opinión, pide perdón a los lectores por este error, del que se considera responsable al haberle dado la última lectura al artículo. Y, de paso, también asume otro fallo de su departamento. Esta vez la denuncia del suscriptor Isidro Martín Cerezo, que esperó 13 días a que alguien en el periódico se diera cuenta, llegó por WhatsApp: “¿Cómo es posible que el día 6 y el 7 [de septiembre] se dé en el periódico la misma viñeta de Peridis?”. Este fallo humano fue provocado porque los dos dibujos eran prácticamente iguales y solo cambiaban los diálogos y los colores. Rodríguez Marcos también se disculpa por ello.

“A menudo me encuentro erratas o faltas de ortografía u otras en los artículos del periódico digital”, reprochaba en un correo María José López Freire. “No soy ninguna experta en lenguaje, pero sí una lectora bastante sensible al mismo a la que le resulta muy irritante leer artículos con errores bastante básicos la mayoría de las veces; ¿es que ya no hay correctores?”.

Los hay, pero no trabajan para la edición digital, sino para formatos en papel. Existe una unidad de Edición, pero su tarea principal es elaborar el periódico en papel a partir de los contenidos digitales creados por las secciones del diario y solo dos editores de este equipo se ocupan de revisar el centenar de noticias del día que publica la web entre las ocho de la mañana y las diez de la noche.

Son, por tanto, las secciones del periódico las responsables de presentar textos impolutos. Pero en el reparto de tareas no siempre dedican un editor a tiempo completo. Hay algunas, como Internacional, donde varios redactores trabajan siempre como editores, y otras, como Sociedad, donde cada semana es un periodista diferente el encargado de supervisar las piezas de la web. La tradición en EL PAÍS es que, como mínimo, una pieza siempre la leen dos personas más, además del autor: un editor y uno de los dos responsables de la sección (redactor jefe y jefe de sección).

Es obvio que no hace falta limpiar si uno no mancha y, por eso, los redactores deberían poner más cuidado en sus piezas antes de entregarlas. También, que los controles de calidad no están funcionando. Y cuando eso ocurre lo mejor es revisar los procesos de trabajo.

“Los errores de edición son una lacra que, lamentablemente, no conseguimos erradicar pese a los esfuerzos que se realizan a diario para evitarlas”, afirma el subdirector de Actualidad, Luis Barbero. “La velocidad con la que se trabaja para elaborar informaciones supone además un riesgo mayor de cometer errores, así como el volumen de los artículos que hacemos a diario. Como periódico de referencia no nos queda más remedio que pedir disculpas a los lectores y subrayar el compromiso de buscar soluciones a este problema”.

Para contactar con la defensora puede escribir un correo electrónico a defensora@elpais.es o enviar por WhatsApp un audio de hasta un minuto de duración al número +34 649 362 138 (este teléfono no atiende llamadas).

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