‘La vida de Chuck’: Stephen King contiene multitudes
Esta bonita película, adaptación de un cuento distópico sobre el curso de la vida y la muerte, vuelve a reunir al director Mike Flanagan con el rey del terror
“¿Me contradigo?/ Muy bien, me contradigo. / (Soy inmenso, contengo multitudes)”. Con estos célebres versos del Canto a mí mismo de Walt Whitman —leídos por un estudiante en su clase de instituto— arranca La vida de Chuck, una nueva adaptación de Mike Flanagan de la obra de ...
“¿Me contradigo?/ Muy bien, me contradigo. / (Soy inmenso, contengo multitudes)”. Con estos célebres versos del Canto a mí mismo de Walt Whitman —leídos por un estudiante en su clase de instituto— arranca La vida de Chuck, una nueva adaptación de Mike Flanagan de la obra de Stephen King que devuelve al así llamado rey del terror a su lado más sentimental, humanista y cósmico. Publicado hace cinco años dentro del libro If it bleeds (La sangre manda), este cuento o novela breve juega a la distopía apocalíptica, a los cuentos de fantasmas y al alegre musical para recorrer, en una estructura inversa, la vida de un hombre, Chuck, un Juan Nadie que nos enfrenta —de una manera algo enrevesada aunque muy bonita— a los (ilimitados) límites de la existencia y a ese “contengo multitudes” que hace de cada persona un universo.
El idilio entre Flanagan y King viene de lejos. Aunque son conocidos los problemas del escritor con las incontables adaptaciones de sus libros, Flanagan se ha entendido bien con un material lleno de puertas a otras realidades. Su entrada al universo de King fue cuando era un niño y leyó la aterradora It. El trauma de aquella lectura precoz le valió para convertirse en un audaz intérprete visual de una literatura llena de recovecos alrededor de los miedos de la infancia y de la propia sociedad estadounidense.
Mientras termina una serie sobre Carrie (la novela que en los setenta lanzó al estrellato a King, en gran medida gracias a la adaptación de Brian de Palma), Flanagan regresa a su autor de cabecera después de sus aplaudidas series de terror para Netflix y de otros dos largometrajes basados en obras de King, El juego de Gerald (2017) y Doctor sueño (2019), secuela de El resplandor que, a ojos del escritor, reparaba su disgusto con la película de Kubrick.
La vida de Chuck es, como tantas historias del autor de Cementerio de animales, una fábula sobre la muerte que reivindica los poderes ocultos de la vida. La película, muy fiel al relato, empieza por el final. El final de todo esto, donde solo cabe esperar. Es en esa despedida cósmica y su camino sin retorno, en la que Flanagan y King invocan la luz de la existencia a través de su Chuck Krantz, un hombre del que solo sabemos que a sus 39 años hay que darle amor y gracias. El misterio de su vida se irá resolviendo, sobre todo en su solitaria infancia junto a su abuela y su abuelo, un contable alcohólico en la piel de Mark Hamill, obsesionado con lo que parece un torreón encantado.
Krantz está interpretado en su edad adulta por el actor británico Tom Hiddleston, que en esta película baila como ya nadie baila en el cine. La elegancia de Hiddleston, su ligereza, parece resucitar el espíritu de Fred Astaire, el hombre que repartía felicidad solo con moverse. Aunque hay referencias al cine musical a través de imágenes de Gene Kelly y Rita Hayworth en Las modelos, de Charles Vidor, en La vida de Chuck hay un número musical central que le da sentido a todo lo demás, y eso incluye las historias de fantasmas, las teorías del divulgador científico Carl Sagan o los versos de Whitman. Ese número, apenas unos minutos a ritmo de las baquetas, ocupa el segundo acto y el corazón de la película. Hiddleston concentra en sus pasos todo el misterio de un personaje enigmático que, cuando le escuchamos hablar por primera vez, dice todo lo que necesitamos saber sobre esta película y, de paso, sobre la inminencia de cualquier final: “Venga, bailemos”.
La vida de Chuck
Dirección: Mike Flanagan.
Intérpretes: Tom Hiddleston, Chiwetel Ejiofor, Karen Gillan, Jacob Tremblay, Mark Hamill, Mia Sara.
Género: fantástico. Estados Unidos, 2024.
Duración: 110 minutos.
Estreno: 17 de octubre.