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‘Ghostlight’: una preciosa película para llorar con ganas y por buenas razones

Hay muchos filmes superficiales y lacrimógenos, casi siempre superficiales, que te acarician pero que nunca te penetran. En cambio, este drama con familia y grupo de teatro es profundo siendo humilde

Keith Kupferer y Katherine Mallen Kupferer, en 'Ghostlight'

Componer una película desde el corazón, a partir del dolor y del humor. La vida misma. Tan sencillo de decir, tan complicado de lograr. Eso, nada menos, es lo que ha hecho la pareja artística estadounidense formada por Alex Thompson y Kelly O’Sullivan en Ghostlight, su tercera película, y segunda estrenada en España tras la también ...

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Componer una película desde el corazón, a partir del dolor y del humor. La vida misma. Tan sencillo de decir, tan complicado de lograr. Eso, nada menos, es lo que ha hecho la pareja artística estadounidense formada por Alex Thompson y Kelly O’Sullivan en Ghostlight, su tercera película, y segunda estrenada en España tras la también excelente Saint Frances (2019). Una obra sobre el amor al teatro que desemboca en terapia cinematográfica. Un curso acelerado sobre la misericordia y la culpa, protagonizado por una familia golpeada por la tragedia que sale del socavón gracias a la piedad.

La formidable cadencia desarrollada por los directores acerca del pasado y el presente de los personajes nos obliga a un aviso: cuanto menos sepan de las razones que llevan a tales comportamientos a esa familia —padre y madre bien maduros, callados, ingenuos de puro buenos; hija adolescente, rebelde, maleducada, vocinglera, insoportable—, sobre lo que hay debajo de esa soledad y esa tristeza, mejor será. Quizá otras críticas lo desvelen; esta no lo va a hacer, aunque los espectadores se lo puedan ir oliendo, poco a poco, gracias a los sutiles datos, encuentros y referencias que van apareciendo en el libreto.

Lo que sí se puede decir es que el padre, sencillo, bonachón y en honda depresión, trabaja como obrero en la conservación de calles y carreteras, y que, por esas casualidades de la existencia, empieza a acudir a las clases de teatro de un centro comunitario en el que un grupo aficionado monta un clásico de Shakespeare. Así, el teatro y la vida se van fundiendo mientras el protagonista vislumbra la luz entre las tinieblas, al tener la oportunidad de ser otra persona (quizá más feliz), al menos durante un rato. Un lugar donde también va surgiendo el humor, tenue y humanista como toda la película.

Thompson y O’Sullivan, que en Saint Frances ya demostraron ser aún más completos como guionistas que como directores, vuelven a exhibir su formidable mano para tratar los horrores de la familia, las crisis causadas por la destrucción que a veces nos deja la vida, con una delicadeza no exenta de realismo, y de sentido del humor y de la esperanza. Todo ello sin que les quede una película sentimental lacrimógena, esas llamadas feel good movies, tan superficiales demasiadas veces, que te acarician pero que nunca te penetran. Ghostlight, en cambio, es profunda siendo humilde.

Tan humilde y profunda como la interpretación del increíble Keith Kupferer, el padre con corpachón y gesto mínimo (pero máximo), nominado al galardón de su categoría en los premios Independent Spirit, y al que acompañan su esposa y su hija en la vida real, Tara Mallen y Katherine Mallen Kupferer, ¡en las primeras actuaciones de su vida!

Magnífico cine independiente estadounidense, Ghostlight nos devuelve la fe en lo terapéutico que a veces puede ser el arte. Y en lo bonito que puede ser emocionarse hasta la lágrima sin que te estén llevando hacia ello por los caminos más tramposos. Ghostlight nos habla, en fin, de la dignidad de estar triste, cuando hay razones para ello.

Ghostlight

Dirección: Alex Thompson, Kelly O’Sullivan.

Intérpretes: Keith Kupferer, Dolly De León, Katherine Mallen Kupferer, Tara Mallen. 

Género: drama. EE UU, 2024.

Duración: 115 minutos.

Estreno: 28 de marzo.

 

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