Aemet advierte de que España se enfrenta a un verano mucho más cálido de lo normal

Esta primavera se cierra como la octava más cálida de este siglo y la décima desde 1961

Varias personas pasan junto a un termómetro que marca 34 grados en una calle de Valencia, este lunes.Manuel Bruque (EFE)

Gracias a la alternancia de muchos episodios cálidos con algunos fríos, esta primavera no ha sido tan dura como la de 2023, que fue, de hecho, la más cálida desde que hay registros, pero esto no evita que haya terminado como la octava más cálida del siglo XXI y la décima desde 1961. Más allá del lugar que ocupe en el podio, lo grave es que se enmarca dentro de la peligrosa tendencia que hace que ...

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Gracias a la alternancia de muchos episodios cálidos con algunos fríos, esta primavera no ha sido tan dura como la de 2023, que fue, de hecho, la más cálida desde que hay registros, pero esto no evita que haya terminado como la octava más cálida del siglo XXI y la décima desde 1961. Más allá del lugar que ocupe en el podio, lo grave es que se enmarca dentro de la peligrosa tendencia que hace que ocho de las 10 primaveras más cálidas se hayan acumulado desde el año 2006. “Es una prueba más del calentamiento que está sufriendo España en las últimas décadas”, ha constatado este miércoles Rubén Del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), durante la presentación del balance climatológico de la temporada y de la previsión estacional para el verano, que “será muy probablemente mucho más cálido de lo normal” en todo el país. De momento, España está salvando junio sin el azote del calor extremo, que amaga pero no golpea. Aunque estos días se barruntaba que la primera ola de calor podría presentarse este mismo viernes, finalmente no parece que se vayan a superar los umbrales ni de intensidad ni de duración.

¿Y qué se espera para el verano? Aemet pronostica que las temperaturas de julio, agosto y septiembre, el trimestre que coincide con el verano astronómico ―que comenzará el 20 de junio a las 22.51―, serán “muy superiores a lo normal en toda España”, tanto que “podría situarse entre el 20% de los veranos más cálidos registrados”. “La probabilidad es bastante alta, de entre el 50% y el 70% en el tercio norte peninsular y las islas Canarias más orientales y de más del 70% no solo en el resto de España, sino también en buena parte de los países del sur de Europa y del norte de África”, ha precisado Del Campo. En cuanto a las precipitaciones, “podría ser un trimestre más seco de lo habitual, especialmente en el norte de la Península y zonas del interior”, aunque el pronóstico en esta variable “hay que tomarlo con cautela”.

Lo que sí parece descartarse es la inminencia de la primera ola del calor de 2024. Tras unos días de nuevo frescos a causa de una dana, a partir de viernes irá asentándose una dorsal, lo que garantiza tiempo estable y calor durante unos cuantos días. La duda estaba en si su intensidad, su duración y su extensión iban a convertir este nuevo episodio cálido en una ola. “Poco a poco se está despejando la incertidumbre, porque había mucha. A día de hoy, parece claro que a partir del viernes subirán las temperaturas en toda España y que serán más altas de lo normal, pero no extraordinarias”, ha aclarado Del Campo. El sábado y el domingo se esperan de 32° a 34° en la zona centro, de 34° a 36° en la zona sur y más de 38° en el valle del Guadalquivir, una situación que se mantendrá el lunes y el martes. “Pero parece que a partir del miércoles, y aquí es donde está la incertidumbre, podrían bajar las temperaturas y el calor quedaría confinado en el este de la Península, aunque dentro de la normalidad”, ha concluido el meteorólogo.

Primavera cálida

La primavera meteorológica, que va del 1 de marzo al 31 de mayo, tuvo un carácter cálido en la Península y muy cálido en los archipiélagos, con una temperatura media de 13,1° en la España peninsular, 0,7° más que el promedio del periodo de referencia actual, que va de 1991 a 2020. Este año, la peor parte del calor, además de en las islas, se vivió en las regiones mediterráneas, frente a escasas excepciones en puntos del interior de Galicia y del noroeste de Castilla y León, donde la estación fue fría.

Por meses, marzo fue cálido, abril muy cálido y mayo, normal. Esta normalidad rompió una tremenda racha de casi un año con las temperaturas disparadas, ya que hay que remontarse a mayo de 2023 para encontrar otro mes igualmente normal. Los 11 meses consecutivos hasta este mayo fueron cálidos, muy cálidos o extremadamente cálidos, con varios campeones del infierno: agosto de 2023 y enero de 2024 fueron los más cálidos registrados y octubre de 2023, el segundo más cálido. “Desde abril de 2022, no hay ningún mes más frío de lo normal y, desde la primavera de 2018, no ha habido ni una sola estación fría”, ha señalado Del Campo.

Durante la última estación, los episodios de temperaturas altas “fueron frecuentes”, y se llegaron a superar, en estaciones de la red principal del sur, los 40° a finales de mayo, con algunos récords absolutos como en Tenerife sur o Tortosa, donde nunca antes había hecho tanto calor en primavera. Ampliando el foco, a nadie se le escapa que el año no va bien: a estas alturas ya es el tercero más cálido de la serie, superado por apenas unas décimas por 2017 y 2022.

En cuanto a las lluvias primaverales, las noticias no son buenas, aunque tampoco malas, ya que fueron en su conjunto normales, con 189,4 litros de media por metro cuadrado, el 105% del valor normal. “Hubo grandes diferencias en la distribución de las lluvias. Fue extremadamente húmeda en Galicia, Girona, gran parte de Andalucía y puntos de Castilla y León, Castilla-La Mancha y Pirineos. Sin embargo, de seca a muy seca en la mayor parte de la Comunidad Valenciana, llegando a ser extremadamente seca en Alicante. También fue seca en Murcia y Almería, y normal en los archipiélagos”, ha detallado el meteorólogo.

También hubo desigualdad temporal: marzo fue el cuarto más lluvioso del siglo XXI, con “el doble de precipitación de lo normal”, gracias a la borrasca Nelson, que aguó la Semana Santa. En cambio, en abril ocurrió todo lo contrario: llovió tan solo la mitad de lo esperable y fue el cuarto abril más seco del siglo. En mayo, también quedaron por debajo de lo normal en la mayor parte del país, con apenas dos terceras partes de la media.

“Una vez terminada la primavera y con lo que ha llovido en los últimos 12 meses, las cuencas que vierten al Atlántico han salido de la sequía meteorológica, pero claramente siguen en esta situación las de la vertiente mediterránea, salvo la del Ebro”, ha explicado Del Campo, para subrayar que “aunque a corto plazo la situación está un poco mejor, en buena parte de la Península continúa la sequía de larga duración”.

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