Crónica de la muerte de un río: un pueblo de Granada culpa a un matadero de pollos de destrozar su “paraíso”

Los vecinos de El Bejarín acusan a la planta de Avinatur, que produce sobre todo para Mercadona, de haber degradado el ecosistema del río Fardes con sus vertidos y de convertirlo en un foco de hedor

Un grupo de vecinos de la zona en un puente que cruza el río Fardes, en El Bejarín.IVÁN M. ARIZA MOLERO

En la orilla del río Fardes, Ana Fernández Sevilla (41 años) rememora su infancia: “El río era un paraíso. Jugábamos en el agua en verano cuando éramos pequeños. Estaba lleno de peces, se podía hasta beber el agua”. María Eugenia Bayot (65) lo recuerda como “una maravilla”. “Los vecinos de El Bejarín [una pedanía de 249 habitantes en Granada] veníamos en verano a echar el día. Los niños se bañaban y había hasta patos”. Ahora no se baña nadie. “El Fardes se fue al garete cuando instalaron más arriba, en los años noventa, el matadero de pollos, que ha vertido durante años sus residuos en el río....

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En la orilla del río Fardes, Ana Fernández Sevilla (41 años) rememora su infancia: “El río era un paraíso. Jugábamos en el agua en verano cuando éramos pequeños. Estaba lleno de peces, se podía hasta beber el agua”. María Eugenia Bayot (65) lo recuerda como “una maravilla”. “Los vecinos de El Bejarín [una pedanía de 249 habitantes en Granada] veníamos en verano a echar el día. Los niños se bañaban y había hasta patos”. Ahora no se baña nadie. “El Fardes se fue al garete cuando instalaron más arriba, en los años noventa, el matadero de pollos, que ha vertido durante años sus residuos en el río. Ya no hay peces, no hay nada. Huele muy mal y a menudo baja con restos de sangre”, señala muy enfadado Francisco Ruiz, de 62 años. Esta industria agraria, que emplea a más de 700 personas en una zona que ronda el 22% de desempleo, es objeto de ira para muchos vecinos de El Bejarín. Se llama Avinatur y su principal cliente es la cadena de supermercados Mercadona.

Fuentes de Avinatur niegan que la planta vierta residuos sin tratar en el río Fardes. Se declaran “convencidos” de que no tienen nada que ver con los restos rojizos que viajan con el agua ni con el mal olor. El argumento de la empresa para justificar esta posición es que cuentan con una depuradora “que está vigilada” y que funciona desde que la nueva propiedad asumió la actividad de la planta, en 2015. “Podemos decir con total tranquilidad que cumplimos la normativa vigente. Estamos muy comprometidos con el medio ambiente”, añaden las mismas fuentes. Sobre la contaminación en años anteriores, la empresa asegura que ha cumplido con todas las normas desde que adquirió el matadero, que abrió sus puertas en torno a 1995, entonces llamado Avigenil.

Sin embargo, este periódico ha presenciado ese tipo de vertido y ha apreciado ese mal olor en varias ocasiones después de 2015. Los vecinos comparten esa impresión. “Claro que ha seguido habiendo vertidos después de que instalaron la depuradora. Hace solo un par de años estuve enyesando un cortijo y para llegar pasaba por una rambla en la que bajaba el agua como un río de sangre de pollo”, añade Ruiz. Bruno Martínez, de 34 años, ha sido testigo recientemente de la misma escena: “Me gusta hacer senderismo y cuando me meto por el río veo cuajos de sangre y espuma. Se han cargado el río. No se ve rojo o marrón todos los días, pero sí es habitual”. Este vídeo recoge grabaciones del estado del curso fluvial y algunas de sus acequias en los últimos años.

No hay otras plantas industriales cerca de El Bejarín que trabajen con materia orgánica en la medida que lo hace Avinatur, que asegura sacrificar 650.000 pollos cada semana. Sin embargo, en su proyecto de ampliación 2021-2025, el grupo Aviserrano (del que forma parte Avinatur) indica que la producción “actual” de la planta es de 800.000 pollos a la semana, con el objetivo de incrementarla en 150.000 más. La última autorización ambiental integrada de la empresa recogida en el portal de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía contempla el sacrificio de 646.154 aves a la semana. La empresa rechaza explicar este desfase. Avinatur era en 2020 la cuarta empresa productora de pollo en España, según el Informe Sectorial Alimarket.

“Ha habido degradación del río Fardes desde que este matadero existe, por supuesto, porque son muchísimos años vertiendo y aunque ahora se esté mejorando, el daño está hecho. Antes había peces y ya no los hay (...) Ha habido muchos años de muchos vertidos irregulares. Se vertía directamente en el río”, explica el socialista José Luis Martínez, alcalde de Purullena (2.320 habitantes), el municipio en el que se encuentra el matadero y del que depende la pedanía de El Bejarín. Añade un matiz en favor de la empresa: “Detectamos que cada vez son más exhaustivos en la depuración. ¿Puede haber vertidos irregulares por averías? Pues puntualmente puede haberlos. Perfectos posiblemente no lleguen a ser”. Martínez cree que el legado de la empresa en la zona “no es malo”: “En esta zona, con una tasa de desempleo tan alta, no viene mal tener una industria de este tipo”.

Puerta de entrada de Avinatur en la entrada de Purullena.Iván M. Ariza Molero

La empresa se defiende de la acusación de degradar el río señalando que, mientras ella vierte agua depurada al Fardes, Purullena (y otros municipios de la zona) no trata las aguas fecales que también terminan en el curso fluvial. “Ningún municipio de la zona cuenta con depuradora para las aguas residuales, cargadas de materia orgánica, que terminan en el río Fardes. Por tanto, pensamos que la acusación carece de fundamento”, comenta la compañía por correo electrónico. Uno de los exalcaldes de Purullena, Paco Ruiz Tani, rechaza ese argumento: “Las fecales son insignificantes en comparación con la cantidad que vierte Avinatur”. Explica que las aguas provenientes de la red de saneamiento se vierten en el río desde 1975, cuando el Fardes gozaba de buena salud a pesar de que la población era mayor. Hasta la instalación del matadero en los años noventa los vecinos no advierten un empeoramiento del estado del río. “La depuración del agua en municipios menores de 5.000 habitantes es competencia de la Junta de Andalucía. Esperamos que en 2023 empiecen las obras de una depuradora para Purullena y otros pueblos de la zona”, añade el actual alcalde.

Avinatur se presenta en su web como “interproveedor de pollo fresco de Mercadona”, a pesar de que la compañía de origen valenciano ya no reconoce ese título a sus proveedores principales. Fuentes del matadero reconocieron en una primera llamada telefónica que Mercadona es su cliente “principal”. Después, por correo electrónico, a la pregunta sobre el porcentaje de la producción que adquiere Mercadona, señalaron que “esta información no es relevante para el estudio que se está llevando a cabo”. En 2018 reconocían que el 75% se dirigía a Mercadona. Fuentes de la cadena de supermercados indican lo siguiente: “Mercadona tiene más de 1.500 proveedores y en el pollo trabajamos con cinco proveedores que a su vez tienen más de una decena de fábricas entre las que está Avinatur”. Mercadona rechaza especificar el peso de la producción de esta planta en sus supermercados.

Varios vecinos en el puente de Luchena, en El Bejarín.Iván M. Ariza Molero

Ante la ausencia de depuradora en Purullena, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir “inspecciona” regularmente las aguas del Fardes. Fuentes del organismo encargado de velar por la salud de las aguas aseguran que han detectado “en ocasiones” restos orgánicos “propios de la actividad de un matadero de aves”. La confederación sanciona a Purullena regularmente por no depurar sus aguas. “El Área de Calidad de Aguas propone multas cada vez más cuantiosas, así como un incremento notable en el importe del canon de control de vertidos que anualmente debe pagar el municipio, al haberse incluido en el cálculo de dicho canon el volumen de agua residual generado por el citado matadero”, añaden desde la confederación. Fuentes de la Consejería de Medio Ambiente explican que “se le han realizado varias inspecciones a la empresa y se detectan deficiencias que si son subsanadas en plazo no suelen motivar la apertura de expediente sancionador”. Las mismas fuentes explican que hay tres expedientes sancionadores abiertos correspondientes a 2021 por incumplimiento de la autorización ambiental integrada, “encontrándose pendientes de información por parte de la empresa”. La Junta solo detalla uno de esos expedientes: por ampliación del matadero.

Vertiente judicial

Uno de los vecinos de El Bejarín que más se ha enfrentado a Avinatur es Ricardo Rueda (54 años), profesor titular de Derecho Internacional Privado de la Universidad de Granada. “Por mi finca de El Bejarín pasa una rambla en la que he visto bajar de todo: vísceras, restos de sangre coagulados, plumas... Es un pestazo insoportable. Se han cargado el ecosistema del río que tan felices nos hizo”. Denunció el caso ante el Seprona en 2015. El Juzgado de Instrucción número 1 de Guadix sobreseyó la causa, pero la reabrió en 2016 por un informe del Servicio de Valoración Toxicológica y Medio Ambiente del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, que estudió los vertidos de Avinatur (ya con la nueva propiedad al frente). Esta era su conclusión: “Las muestras procedentes de la arqueta y del punto de vertido indican una depuración insuficiente para la consecución del buen estado ecológico de las aguas, supone un riesgo grave para el ecosistema natural e impide el uso del agua de riego y como recarga de lagunas”. Avinatur asegura desconocer este informe.

Imágenes del río y sus ramblas y acequias entre 2020 y 2022. Cortesía de Ricardo Rueda.

“El tema ha estado en diligencias previas seis años. No te sé explicar por qué cuesta tanto. Avinatur recurre absolutamente todo, lo que retrasa mucho el proceso. Todavía no se ha tomado declaración al responsable de la empresa. Creo que hay una demora injustificable por parte de la Fiscalía y el juzgado”, comenta el abogado de Rueda, Alfredo Ruiz. Fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía confirman que ya ha terminado la instrucción y que se ha retrasado tanto por los recursos y las “complicaciones” en la elaboración de informes periciales.

Ecologistas en Acción se ha personado como acusación popular. “Es un río muy castigado por esta empresa, Avinatur. Era precioso y ahora da asco pasar por ahí”, critica José Antonio Cabrera, abogado y portavoz en Andalucía del colectivo ecologista, que también carga contra Mercadona como principal cliente de la planta: “No puedo comprender por qué Mercadona, una empresa tan potente y tan preocupada por su imagen social, no insiste para solucionar este problema”. “Todos esos vertidos de Avinatur van al Fardes y terminan en el Guadalquivir”, añade Cabrera, que denuncia el “poco control” que, en su opinión, hay en España sobre las grandes producciones ganaderas. “Es el problema de siempre: pones una macroindustria que destroza el medio ambiente pero que genera empleo en una zona muy deprimida. La gente no se tira a las calles porque no sobra el trabajo”, añade este abogado.

El 13 de julio, poco después de que este periódico se pusiese en contacto con el juzgado para conocer la situación, la jueza emitió un auto que da continuidad al proceso. “Por si los hechos investigados a Avinatur fueren constitutivos de un presunto delito contra el medio ambiente, dese traslado al ministerio fiscal y a las acusaciones personadas a fin de que formulen escrito de procesamiento, solicitando la apertura de juicio oral o bien el sobreseimiento de la causa”, indica el texto. El abogado de Rueda y el de Ecologistas en Acción confirman que siguen adelante en su pelea judicial contra Avinatur. Fuentes de la Fiscalía de Medio Ambiente señalan que el auto aún está pendiente de estudio, pero lo más previsible es que se requiera la apertura de juicio oral.

Hedor

Más allá de la discusión municipal y judicial, este debate pasó de refilón por el Parlamento andaluz en 2016. La entonces diputada de Podemos Andalucía Mercedes Barranco preguntó por el tema en una comisión de Medio Ambiente, después de visitar el río Fardes a petición de los vecinos. “He visto muchos problemas de aguas residuales, pero lo que vi en El Bejarín era otra cosa. Resultaba vomitivo. Un hedor terrible. Era un vertido continuo de aguas rojizas. Eran claramente residuos del matadero”, relata esta ambientóloga. Entonces hacía meses que la nueva propiedad había tomado las riendas de Avinatur y funcionaba su depuradora.

“El tema no fue a más porque desde Mercadona y la empresa me dijeron que estaba en construcción una nueva depuradora para solucionar los vertidos. Sin embargo, hace unos meses los vecinos me llamaron para contarme que el problema había vuelto”, comenta la exparlamentaria andaluza. En 2016, la Consejería de Medio Ambiente aprobó una nueva autorización ambiental integrada, que ampliaba la capacidad de la planta de medio millón de pollos sacrificados a la semana a 646.154.

El problema al que alude Barranco es el mismo del que se quejan los vecinos. “El río huele a podrido”, dice Fernández Sevilla. Beatriz Tejada, de 30 años, añade: “Es un olor a pollo muerto”. “La fábrica está muy bien porque da muchos puestos de trabajo, pero que hagan las cosas bien, que el agua que tiren al río vaya depurada”, comenta Martínez. “No podemos seguir así”, critica Manuel Huete (63), presidente de una asociación de agricultores de la zona.

El símbolo de El Bejarín es el melocotón, la fruta que da nombre a las fiestas de verano. “No quiero que nuestros melocotones se rieguen con agua contaminada por el matadero. El Bejarín es un oasis en medio del desierto, con un chorro de agua que es el río Fardes. Si lo perdemos, esto se convierte en un cementerio. La degradación del medio ambiente acelera la despoblación de las zonas rurales”, dice enfadado Rafael Porcel, de 30 años. Charla mientras camina a la sombra de álamos perfectamente alineados, el cultivo que mejor ejemplifica la decadencia agrícola de El Bejarín: las parcelas madereras de este árbol, que apenas genera empleo, han ganado terreno al melocotón y a las hortalizas. “No creo que lo mejor para esos cultivos sea crecer con esta porquería”, finaliza Porcel.

Vista aérea del río Fardes.Iván M. Ariza Molero

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