¡Acabemos con el ecopostureo!

Ante la hipocresía del llamado ‘greenwashing’ surgen nuevas formas de producir y consumir que se retroalimentan en un círculo virtuoso que abraza la economía circular y la compra responsable

Miguel Agustín Torres, presidente de Familia Torres.Santi Burgos

La humanidad devora al año 1,7 Tierras; para 2030, con 5.400 millones de clase media, ascenderá a dos Tierras; en 2050 serán tres. La periodista e investigadora especializada en consumo, sostenibilidad y cultura Brenda Chávez afirma que hacemos casi más política con nuestras decisiones de compra que con los votos que depositamos en las urnas, y que lo primero a tener en cuenta para ser más sostenible es consumir menos. Lo segundo, informarse sobre lo que hay detrás de cada marca en la que depositar la confianza, en el aparta...

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La humanidad devora al año 1,7 Tierras; para 2030, con 5.400 millones de clase media, ascenderá a dos Tierras; en 2050 serán tres. La periodista e investigadora especializada en consumo, sostenibilidad y cultura Brenda Chávez afirma que hacemos casi más política con nuestras decisiones de compra que con los votos que depositamos en las urnas, y que lo primero a tener en cuenta para ser más sostenible es consumir menos. Lo segundo, informarse sobre lo que hay detrás de cada marca en la que depositar la confianza, en el apartado ambiental, social y de gobernanza. Para separar la apuesta genuina, coherente y honesta del greenwashing o lavado de cara verde. “Una empresa que de verdad quiere perdurar no hace ecopostureo”, asegura Josep Maria Ribas, director de cambio climático de Familia Torres, cuyo fortísimo compromiso medioambiental emana desde la presidencia.

El bloque que Ecosistema Ahora dedica a la producción y el consumo responsables es un escaparate de empresas cargadas de economía circular, ecodiseño, electrificación, medición de la huella de carbono. Y propósito. “El propósito es fundamental”, remacha Pedro Pérez de Ayala, socio fundador de ReTree, que planta bosques y traza su sostenibilidad mediante inteligencia artificial, involucrando en su mantenimiento a “empresas con causa”. A su lado se sientan Kike Alía, fundador de CargaTuCoche (plataforma para instalar y compartir puntos de recarga), y Mariana Gramunt, cofundadora y CEO de T-Neutral, que se presenta como la primera plataforma para medir, reducir y compensar la huella textil. Antes han intervenido Mónica Rodríguez, consejera delegada y fundadora de Recovo.co, que recupera tejidos desechados y los vende para que sean reutilizados. Y Jonathan Zarzalejo, director global de operaciones de marketing de Too Good To Go, que lucha contra el desperdicio alimentario ofreciendo a precios más bajos productos a punto de ir a la basura.

Son “disruptores”: startups que nacen con mucha innovación debajo del brazo. Pero los emprendedores no son los únicos que se suben al escenario desafiando el inmovilismo. Una gran compañía como Ikea decidió vender exclusivamente iluminación led en 2015, casi en la prehistoria de una tecnología carísima hasta ese momento, y que se hizo más asequible gracias a la acción de la marca sueca, como recuerda su sustainability business partner, Qi Kai Sheng. Tanto ella como Ribas coinciden en que cuando una firma se adelanta, en muchas ocasiones se encuentra con que la regulación y la normativa le van a la zaga: ni Ikea puede ayudar a sus clientes a reciclar sus productos (almohadas y edredones, fundamentalmente) ni Familia Torres puede hacer lo propio con los tapones de corcho de sus botellas, porque para eso tendrían que darse de alta como gestores de residuos.

Otras veces, estar en el lugar adecuado antes que los demás favorece a los pioneros, como cuenta Andrea Cabanes, consejera delegada y fundadora de Fych. Esta empresa de base tecnológica surgida de la Universidad de Alicante se propuso reciclar envases complejos. “Una bolsa de patatas lleva tintas por fuera y aluminio en su interior para proteger el producto”, señala. Resulta tan complicado reciclarla tal cual que suele terminar en el vertedero o la incineradora. “Con un nuevo sistema, separamos cada uno de sus materiales y, ya puros y simplificados, los reintroducimos en la cadena de reciclaje convencional”, explica. Cabanes reconoce que las regulaciones, cada vez más estrictas, sobre reciclaje han jugado a su favor. “Hay empresas con ganas de ir más allá de la normativa”, subraya. Por ahora trabajan con fabricantes, pero el siguiente paso será “ir al contenedor amarillo, reaprovechar esa otra parte”, avanza.

Alternativas alimentarias

“La industria agroalimentaria es contaminante y poco eficiente. El 80% de la deforestación se debe a la expansión agrícola, destinada en su mayor parte a dar de comer a los animales. Si cada vez vamos a ser más humanos en el planeta, tenemos que buscar alternativas”, reflexiona Susana Sánchez Gómez, CSO y cofundadora de MOA Foodtech. Esta empresa biotecnológica recoge desechos y subproductos del sector y, a través de un proceso de fermentación con microorganismos, los transforma en ingredientes proteicos de alto valor añadido, que reintroduce en la cadena de suministro. MOA Food­tech podría trabajar perfectamente con Heura Foods, que desarrolla productos de base vegetal con “la palatabilidad, sabor y experiencia gustativa de la carne”, los describe su director de calidad, seguridad alimentaria y sostenibilidad, José Antonio Leal. “Sucesores de la carne”, los denomina.

“Queremos quitar la proteína animal de nuestra mesa, por ineficiente y poco sostenible”, defiende Leal, que añade que su apuesta nace del ambientalismo. “Producir un kilo de carne de ternera requiere 20 veces más recursos que un kilo de una proteína vegetal”, informa. “El 50% de nuestro impacto proviene de nuestra alimentación. Puede ser un arma a nuestro alcance para ayudar a mejorar el planeta; depende de nosotros”, interpela a la audiencia. Es la misma tesis de Carolyn Steel, autora de How Food Can Save the World (Cómo la comida puede salvar el mundo), que interviene en el foro por videollamada, desde Inglaterra, con un mensaje poderoso: “Si cambiamos lo que comemos, cambiamos el sistema entero”.

Digitalización y sostenibilidad como palancas transformadoras de la industria

La digitalización y la transición energética y ecológica son las dos palancas de transformación del modelo productivo y económico”, afirma Carme Artigas, secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial. “Dos gemelas que se necesitan y crean sinergias entre ellas; no se puede pensar en la una sin la otra”, apostilla. La primera copa más del 30% de los fondos de recuperación Next Generation, mientras que la segunda roza el 40%. Si Artigas dibuja el marco general y anuncia planes de formación para el 33% de la ciudadanía sin habilidades digitales básicas, Joaquín Pérez Novo, director de desarrollo de negocio industrial y proyectos de gases renovables de Agbar (parte del grupo Veolia), explica a la audiencia cómo se aplica la digitalización, el análisis de datos y la inteligencia artificial para mejorar en sostenibilidad: control del agua, salud ambiental, economía circular, resiliencia frente al cambio climático.
“La energía fósil ha de ser eliminada; la industria está impulsando cómo convertir los residuos en fuentes de energía”, comenta Pérez Novo en alusión a la biomasa. La tecnología es fundamental para lograrlo. No le parece que esta revolución tecnológica vaya a implicar destrucción de empleo y sí nuevos puestos, algunos de los cuales ni siquiera están aún inventados. Mientras el directivo de Agbar pide a la Administración “menos sobrecarga de burocracia” para que las pymes se suban al carro de la digitalización y la sostenibilidad, Federico Ruiz, responsable del Observatorio Nacional 5G, enfatiza las posibilidades que abre el 5G en el terreno empresarial e industrial; también en los territorios inteligentes, el transporte, la comunicación, el coche autónomo, la agricultura. “Los productos y servicios del 5G están por crear, como ocurrió con el 4G”, avisa. “España puede pasar de consumidora a productora de tecnología y contenidos”, defiende.

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