El calvario de 600 búfalos abandonados a su suerte para dejar paso a las plantaciones de soja en Brasil
Más de 100 animales han muerto de hambre en un caso considerado por las ONG como el más grave de maltrato ocurrido en el país
La búfalo Condessa sigue necesitando la ayuda de los veteranos para levantarse. Abandonada a su suerte en la granja de São Luiz da Água Sumida, en Brotas, localidad situada a 247 kilómetros de la capital del Estado brasileño, pasó días y días sin agua ni comida, hasta que se desmayó. Sus piernas no podían soportar su peso.
Caída al suelo, el animal fue pisoteado por parte del rebaño, con algunos otros en el mismo estado que ella o peor: extremadamente delga...
La búfalo Condessa sigue necesitando la ayuda de los veteranos para levantarse. Abandonada a su suerte en la granja de São Luiz da Água Sumida, en Brotas, localidad situada a 247 kilómetros de la capital del Estado brasileño, pasó días y días sin agua ni comida, hasta que se desmayó. Sus piernas no podían soportar su peso.
Caída al suelo, el animal fue pisoteado por parte del rebaño, con algunos otros en el mismo estado que ella o peor: extremadamente delgados, deshidratados y con mordeduras en el cuerpo. Debilitada y llena de heridas de pies a cabeza, Condessa está rodeada por más de 600 búfalos —crías, hembras y machos— que languidecen al aire libre. Condessa sobrevivió tras ser rescatada por un equipo de activistas y veterinarios presentes en la granja durante aproximadamente tres semanas, tratando de reanimar a los animales.
La Policía Civil brasileña detuvo el 11 de noviembre al propietario del lugar, Luiz Augusto Pinheiro de Souza, por practicar actos de abuso y maltrato contra al menos 667 búfalos, incluida la muerte de por lo menos 22. El equipo policial llegó a la granja gracias a una denuncia anónima.
Según la demanda presentada en el caso, a la que ha tenido acceso EL PAÍS, Souza arrendaba sus tierras para cultivo de soja. Transformó los pastos en campos de plantación dejando a los animales a la deriva. “A pesar de que existe una zona abundante en pastos, que podría salvar la vida de los animales, el propietario de la hacienda ha tenido a bien arrendarla, por lo que actualmente está vallada, siendo preparada para la plantación de soja, mientras que, justo al lado, cientos de animales sufren, confinados sin acceso a la comida”, dice el documento.
El informe policial describe así la situación: “La escena era de absoluto terror, agravado por el fuerte olor a carroña y la presencia de innumerables buitres. Esas películas de guerras antiguas, en las que al final de una batalla había varios soldados heridos y muertos esparcidos por todo el lugar, eso es lo que encontramos allí”.
“Allá donde se pasaba la vista, se veían búfalos muertos, o tendidos en agonía, esperando con sufrimiento, sin ningún acompañamiento profesional o de otro tipo, la dolorosa llegada de la muerte”, añade el informe. En total, unos 1.000 búfalos estaban en posesión de Souza. El propietario fue multado con 2.067 millones de reales (unos 325 millones de euros) por malos tratos. Incluso fue detenido, pero quedó en libertad tras pagar la fianza.
La atención de los animales, por el momento, corresponde a la ONG Amor e Respeito Animal (ARA). Según el proceso, el representante de la organización, Nelson Alex Parente, está autorizado a entrar en la propiedad con un máximo de 10 profesionales para atender a los animales en peligro. Para ello, ARA ha erigido un hospital de campaña, mantenido por donaciones de la sociedad civil, dentro de la finca.
Souza sacó a los profesionales de la ONG de la granja y les hizo desmantelar el hospital de campaña, bajo el argumento de que se encargaría de los búfalos. La situación culminó con la muerte de otro animal. Denunciado de nuevo, la policía comprobó, una vez más, que no había condiciones adecuadas para el bienestar de los animales en el lugar y que estos corrían peligro. Se detuvo a dos empleados de la granja y se concedió a la ONG el derecho a ocuparse de nuevo de los animales.
La abogada Antilia Reis, en representación de ARA, explicó que el juez en cuestión es un sustituto, ya que el juez titular y el fiscal de la ciudad se fueron de vacaciones la semana que salió a la luz el caso de los búfalos. “No creo que haya visto en el proceso las fotos y las condiciones de aquí. Tenía que cuidar de los animales el sábado, pero no tenía comida. Le cedimos la nuestra junto con el agua que viene del ayuntamiento. Cada día se utilizan unos 11.000 litros de agua y 10 toneladas de comida, eso porque los animales están débiles. Puede llegar a las 18 o 20 toneladas. El domingo no le quedaba nada y ni siquiera tenía ayuda profesional para cuidar a los animales”, informó Reis. Las organizaciones de protección, cuidado y rescate de animales dicen que se trata del mayor caso de maltrato en Brasil. Según los activistas, nunca antes había habido un número tan elevado de animales en condiciones tan precarias en el país.
Dejados a su suerte
En el proceso está el testimonio de uno de los tres empleados de la finca, donde afirma que al menos 100 búfalos fueron enterrados en una zanja por orden de Souza. “Desde hace unos tres meses me di cuenta de que algunos búfalos empezaron a morir por falta de comida y agua. Lo que poníamos era insuficiente para la demanda de los animales. Nos resultaba difícil hacer frente a la demanda de tratamiento de estos búfalos. Afirmo que en el lado izquierdo de la carretera que va de Brotas a Ribeirão Bonito, pasando por la sede de la empresa, hay un montón de tierra y había un agujero profundo que se cavó allí para enterrar unas maderas que no fueron enterradas, siendo utilizadas por Luiz para enterrar unos 100 búfalos muertos en los últimos meses”, declaró el empleado ante el tribunal.
El pasado miércoles 24 de noviembre, el propietario se presentó en la granja para interrogar a los profesionales que cuidan de los animales sobre el cambio de ubicación de tres comederos y un depósito de agua vacíos, que se había llevado a cabo precisamente para facilitar el acceso de los animales al agua y a la comida. Al ser preguntado por el periodista sobre la situación en el lugar, Souza dijo que haría una declaración. EL PAÍS se puso en contacto con Celio Barbará da Silva, el abogado que lo representa, quien dijo que no hablaría porque el caso se mantiene “en secreto”.
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