La invisibilidad de las partículas y la desaparición de Majorana
La historia de Majorana es la historia de la mecánica cuántica, donde las partículas que conforman la materia se comportan sin tener en cuenta el racionalismo científico
En una de sus canciones, Franco Battiato menciona la desaparición misteriosa y única del físico Ettore Majorana. Todo indica que se esfumó como cuando se abre una mano y desaparece el puño, por decirlo a la manera de Dashiell Hammett en El halcón Maltés, citando a ese otro personaje también desaparecido y de nombre Flitcraft que un buen día iba paseando por las calles...
En una de sus canciones, Franco Battiato menciona la desaparición misteriosa y única del físico Ettore Majorana. Todo indica que se esfumó como cuando se abre una mano y desaparece el puño, por decirlo a la manera de Dashiell Hammett en El halcón Maltés, citando a ese otro personaje también desaparecido y de nombre Flitcraft que un buen día iba paseando por las calles de San Francisco y una viga le pasó rozando la cara. Con la polvareda que levantó la viga al caer al suelo, Flitcraft tuvo una revelación. Para él, para Flitcraft, aquel suceso fue un aviso del destino y, desde ese momento, decidió cambiar el rumbo de su vida. Tomó la determinación de dejar todo atrás, incluida la familia y la oficina donde trabajaba. Y se puso en la estación de tren.
Pero lo que hoy nos trae hasta aquí, más que las ocurrencias de Batiatto o de Hammettt, son las ocurrencias científicas de uno de los más grandes físicos de todos los tiempos. Porque para él, para Majorana, la ciencia era una pulsión interior, un juguete misterioso y una filosofía. Tal vez por esto último, Majorana conectó con otro filósofo de la ciencia como lo fue Heisenberg quien retrasó todo lo que pudo el desarrollo de cacharritos atómicos para Hitler, y dio la voz de alarma de lo que podía pasar si algún día una bomba nuclear cayera de cuajo sobre la población civil. Pero a Heisenberg no le hicieron caso. La única persona que prestó oídos fue su discípulo italiano, el joven Majorana.
A partir de ese momento, empezó su huida; una huida forzada por sus consideraciones morales en el manejo de la ciencia, pues Majorana no quiso involucrarse en el desarrollo de la carrera nuclear y desertó para siempre de la vida pública un 25 de marzo de 1938, fecha en la que iba a tomar un barco que le trasladaría hacia Palermo.
A partir de aquí, el destino del físico es un enigma y su vida una leyenda. Porque en realidad, Majorana, nacido en 1906, solo difundió nueve artículos científicos, todos ellos relativos a las partículas elementales. Pero su intuición le llevaría a considerar que una de las partículas elementales puede, a su vez, ser su propia antipartícula. Debido a esto, hoy conocemos el fermión de Majorana, una partícula bautizada en su honor y atribuida a su maestro, Enrico Fermi (de ahí el nombre fermión). Para quien no lo sepa aún, Enrico Fermi, premio nobel en Física, fue uno de los físicos que participó en el Proyecto Manhattan colaborando en la puesta en marcha de los juguetitos nucleares. También fue Enrico Fermi el que comparó a Majorana con Galileo o Newton.
Bien mirado, la historia de Majorana es la historia de la mecánica cuántica, donde las partículas que nutren la materia se comportan sin tener en cuenta el racionalismo científico. Por eso, en la dimensión del mundo cuántico se puede conseguir la invisibilidad, tal y como supuso el físico austriaco Wolfgang Pauli. Según su principio, un gas se puede volver transparente repentinamente si se dan ciertas condiciones para que los átomos no puedan cambiar su estado cuántico, y esto solo ocurre cuando los átomos que permanecen atrapados carecen de espacio para ello. Por decirlo a la manera científica, los gases se encuentran hacinados en una forma de materia llamada mar de Fermi.
Y es por eso mismo que cuando una nube de gas cuántico, cuyos átomos están prietos, se enfría, entonces se vuelve invisible. Algo parecido a lo que sucedió con Majorana, del que nunca más se supo y que dejó de ser visto para siempre el día que fue a tomar un barco a Palermo. Se enfrió su vida y desapareció como una sonrisa cuando frunces los labios.
El hacha de piedra es una sección donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad científica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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