Elena García Armada: “Nos está costando más llevar el exoesqueleto infantil a los centros sanitarios de España que a los de otros países”
La investigadora del CSIC y de Marsi Bionics ha obtenido el galardón popular del Premio Inventor Europeo 2022 por el primer exoesqueleto pediátrico adaptable del mundo
Hace algo más de una década, Elena García Armada estaba trabajando con robots caminantes en el Centro de Automática y Robótica (CAR) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuando los padres de Daniela, una pequeña de seis años que se encontraba tetrapléjica tras sufrir un accidente de tráfico con solo un año, llegaron en busca de una solución que permitiera a la niña caminar. Su caso dio origen a la empresa Marsi Bionics, que lidera la propia investigadora y con la que ha desarrollado el primer exoesqueleto pediátrico adaptable del mundo, ATLAS. Esta invención le ha valido ...
Hace algo más de una década, Elena García Armada estaba trabajando con robots caminantes en el Centro de Automática y Robótica (CAR) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuando los padres de Daniela, una pequeña de seis años que se encontraba tetrapléjica tras sufrir un accidente de tráfico con solo un año, llegaron en busca de una solución que permitiera a la niña caminar. Su caso dio origen a la empresa Marsi Bionics, que lidera la propia investigadora y con la que ha desarrollado el primer exoesqueleto pediátrico adaptable del mundo, ATLAS. Esta invención le ha valido a esta vallisoletana de 50 años el galardón popular del Premio Inventor Europeo 2022 que otorga la Oficina Europea de Patentes, organismo de la Unión Europea. El último español en recibirlo fue Margarita Salas, en 2019, por los logros de toda su carrera.
Según explica García Armada, que estudió Ingeniería Industrial movida por la capacidad de la robótica de “dar vida a algo inerte”, esta área científica “va evolucionando en aquellas aplicaciones que pueden mejorar la calidad de vida de las personas”. Ese ha sido el caso de este dispositivo, que mejora la rehabilitación de los pacientes de distintas enfermedades hasta el punto de que, pasado un tiempo, puedan prescindir de él para caminar tan solo con ayuda de un andador convencional.
Pregunta. ¿Cómo empezó a trabajar en el exoesqueleto a partir del caso de Daniela?
Respuesta. Estábamos empezando a trabajar en la línea de los exoesqueletos, aunque el centro (el CAR) tenía un enfoque muy claro de aplicación industrial, para ayudar a los trabajadores a reducir sus dolencias por levantamiento de cargas, movimientos muy repetitivos… El cambio se produjo por la visita de los padres de Daniela. La niña no había llegado a caminar nunca. Ellos sabían que había dos exoesqueletos para adultos en el mercado, pero esas compañías no tenían planes para desarrollar uno pediátrico. Como investigadores, entendimos que era un problema social: 17 millones de niños en el mundo están afectados por no tener capacidad de marcha, y no solo por sus enfermedades, sino que la inmovilidad provoca una serie de complicaciones que en muchos casos dificulta la calidad y la esperanza de vida. En tres años teníamos el primer prototipo del exoesqueleto. El proceso ha sido muy largo, principalmente por la ausencia de financiación. Daniela cumplió 19 años hace un mes y no ha podido beneficiarse del exoesqueleto, aunque esperamos que pueda entrar en los ensayos clínicos del dispositivo de adultos que estamos preparando.
P. ¿El pediátrico está diseñado para una edad concreta?
R. Es telescópico y se puede adaptar a niños desde los tres hasta los 12 años. Depende de las medidas.
P. Para lograr la adaptabilidad y el biomimetismo, ¿qué materiales se requieren?
R. Hacen falta elementos que sean capaces de adaptarse, como materiales elásticos, sistemas de control que puedan medir lo que está pasando ahí (para lo que hacen falta muchísimos sensores) y sistemas de toma de decisión con una determinada inteligencia. Ahí es donde confluyen la inteligencia artificial, la electromecánica y, en general, la robótica inteligente.
P. Y, ¿cómo se logra exactamente que el exoesqueleto detecte la voluntad de caminar?
R. Detecta la intención de movimiento en un movimiento residual. El niño intenta hacer el movimiento, pero no tiene fuerza muscular.
P. Es decir, que tiene que haber algo de movilidad...
R. Tiene que haber movilidad residual para que el dispositivo detecte la intención de movimiento. No capta señales cerebrales, sino una intención real de movimiento. El dispositivo tiene mucha sensibilidad y es capaz de detectar eso. En las rehabilitaciones también se utiliza para jugar con umbrales y con el nivel de fuerza que el fisioterapeuta quiere que el paciente haga.
P. ¿Cómo está siendo la evolución de los niños que lo están utilizando?
R. Al principio, les permite ponerse de pie y caminar y con eso ya se percibe un impacto psicológico. Lo primero que aparece es su sonrisa. Pero, después, en muy poquitas sesiones, se empiezan a ver las mejorías físicas en el rango articular y de fuerza. La evolución que se aprecia a partir de los seis meses es impresionante: se están retrasando cirugías de columna, de cadera… Estamos viendo que niños que nunca habían caminado empiezan a moverse con ayuda de andadores, sin el exoesqueleto. Y niños que estaban en estados muy críticos empiezan a ponerse de pie ellos solos desde su silla de ruedas. Lo que nos transmiten los padres es que, aparte de esta evolución física, se produce un despertar cognitivo. Hay un impacto importante en el desarrollo general del niño porque somos seres bípedos y estar de pie e interactuar con el mundo de esa forma despierta capacidades.
P. ¿Dónde se está usando? ¿Está pensado para que se emplee durante las rehabilitaciones o el objetivo final es que los pacientes puedan usarlo todo el día en casa?
R. Ese es el objetivo final, pero es verdad que es un proceso y el primer paso es que se use en los hospitales y en los centros de terapia. Ahora mismo, los pacientes tienen un par de sesiones a la semana, en las que van al centro, se colocan el dispositivo, hacen la rehabilitación y cuando acaban vuelven a su silla de ruedas y a casa. Lo que estamos consiguiendo es mejorar su estado de salud, y no solo eso: es una rehabilitación integral porque incide también psicológicamente en los niños, está contribuyendo a su desarrollo personal.
P. ¿Cuántos centros lo tienen?
R. En España, dos, y el tercero está a punto. Fuera de España, hay en México, en Italia y en Hungría, y vamos camino de Inglaterra. Terminaremos el año con dispositivos en 12 centros en total. Nuestro objetivo en este momento es la sanidad pública porque todos centros que lo están adquiriendo son privados.
P. ¿Les está costando más implementarlo en España que fuera?
R. Sí, significativamente más.
P. ¿A qué se debe?
R. Yo creo que es la cultura que tenemos en este país, que apreciamos más lo de fuera que lo propio. Enseguida desconfiamos de la marca España. No sé muy bien por qué razón. Probablemente cuando esta empresa dé un salto fuera será más fácil comprar los dispositivos aquí, cuando venga de Estados Unidos...
P. ¿Qué es necesario para que el exoesqueleto llegue a todos los centros en los que se necesita?
R. Una apuesta fuerte por parte de las autoridades y de la administración pública para absorber una tecnología sanitaria propia y única internacionalmente. Estamos hablando de algo que tiene resultados y beneficios importantes en los niños, para quienes el tiempo corre en su contra y tienen realmente mucha urgencia para utilizarla.
P. ¿Qué diferencia el caso de España de los de otros países en los que se están desarrollando tecnologías similares?
R. ¿Quiénes son los líderes en este momento? Los de siempre: Estados Unidos, Japón, Israel… y, en Europa, Francia, cuya tecnología ya hemos visto que no es mejor. La Oficina de Patentes no ha premiado su tecnología; ha premiado la nuestra. Sin embargo, destaca porque recibe un apoyo gubernamental y de las instituciones que no tiene nada que ver con lo que recibimos nosotros. Su tecnología no nace de la investigación pública, sino del entorno empresarial, pero recibe apoyo de las instituciones para incorporar la tecnología a todos los centros. Incluso se están creando centros específicos de rehabilitación basada en su tecnología en el centro de París. Se les abren todas las puertas para que esa tecnología prospere y se venda internacionalmente. Nosotros no encontramos ese apoyo y esa financiación, ni pública ni privada. La transferencia tecnológica ha sido posible gracias a la Comisión Europea, que nos ha ayudado a financiar la mitad de lo que necesitábamos. Nos está costando más llevar esta tecnología a los centros sanitarios de España que a los de otros países. Tenemos una tecnología pionera, puntera, que está avalada y, en lugar de propulsarla, hay un mirar para otro lado que cuesta bastante entender.
P. En ese sentido, ¿qué supone para ustedes haber obtenido este Premio Inventor Europeo?
R. Supone mucho. Por un lado, es una garantía por parte de una institución como es la Oficina Europea de Patentes de que nuestra tecnología es diferencial. Ellos han seleccionado aquellos inventos con una calidad extraordinaria. Eso, desde luego, nos sitúa de forma preferente frente a cualquier dispositivo de tecnología similar. Por otro lado, está el hecho de que haya tenido un apoyo tan importante por parte del público, de la sociedad. Eso indica la necesidad de la sociedad, que está pidiendo a sus gobernantes que asuman lo antes posible estos avances tecnológicos.
P. Y, ¿qué planes tienen para este exoesqueleto?, ¿Hacerlo más ligero, tal vez?
R. En este momento estamos trabajando con las clínicas y el siguiente escalón sería llevarlo a domicilio. Para eso sí que habrá un proceso de reindustrialización porque evidentemente tenemos que abaratar el producto y quizá hacerlo menos versátil para que sea más sencillo y al mismo tiempo más asequible.
P. También están desarrollando dispositivos para adultos.
R. Tenemos dos para adultos. Uno ya se está comercializando para la rehabilitación de la rodilla y, de momento, está en el Hospital de la Zarzuela. Acorta en un 60% los tiempos de rehabilitación y, sobre todo, mejora muchísimo el posoperatorio; el paciente se rehabilita en ausencia de dolor. Eso es lo que está marcando la diferencia con la terapia convencional. Y también estamos desarrollando un exoesqueleto que va a dar un salto cualitativo importante para abarcar el mayor número posible de patologías y de pacientes. El prototipo ya está preparado.
P. Habiendo desarrollado uno para niños y otro para adultos, ¿el infantil lleva aparejada alguna dificultad técnica específica?
R. Nuestra tecnología es la misma, se basa en músculos artificiales. Al final, un exoesqueleto es una cadena de músculos, y donde está nuestro elemento diferencial es en la capacidad de adaptabilidad de estos músculos a la sintomatología de los pacientes, que es lo que se ha premiado, además. Eso lo empleamos en todos nuestros dispositivos y la razón de que hayamos empezado por el pediátrico es aquella necesidad inicial.
Puedes seguir a EL PAÍS TECNOLOGÍA en Facebook y Twitter o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.