La huella imborrable de Teresa Rodrigo
La investigadora, fallecida la pasada semana, “ha abierto el camino para un futuro muy esperanzador en la investigación básica”
Aún recuerdo una tarde de 1993, cuando recibí una llamada de teléfono de Antonio Ferrando, del Ciemat, en la que me preguntaba si existía la posibilidad de que Teresa Rodrigo pudiera incorporarse a nuestro grupo de investigación en la Universidad de Cantabria. Le indiqué que se había convocado una plaza de profesor titular y le animé a que optara a la misma.
Yo tenía amistad con Teresa y Antonio desde hacía muchos años, cuando la comunidad española de Física de Altas Energías era aún pequeña y todos nos conocíamos, bien a través de nuestras reuniones anuales, los Winter Meeting, ...
Aún recuerdo una tarde de 1993, cuando recibí una llamada de teléfono de Antonio Ferrando, del Ciemat, en la que me preguntaba si existía la posibilidad de que Teresa Rodrigo pudiera incorporarse a nuestro grupo de investigación en la Universidad de Cantabria. Le indiqué que se había convocado una plaza de profesor titular y le animé a que optara a la misma.
Yo tenía amistad con Teresa y Antonio desde hacía muchos años, cuando la comunidad española de Física de Altas Energías era aún pequeña y todos nos conocíamos, bien a través de nuestras reuniones anuales, los Winter Meeting, o por nuestros encuentros en los pasillos y cafetería del CERN, donde participábamos en diferentes experimentos o en la división de teoría. Teresa había participado en el experimento UA1, donde se habían descubierto, poco antes de su llegada al CERN, los bosones intermediarios de la interacción nuclear débil y había adquirido una gran experiencia en los métodos de calorimetría, es decir la determinación de la energía de las partículas producidas en las colisiones entre protones y antiprotones del acelerador SppS, donde se situaba el experimento UA1. Su experiencia previa en el espectrómetro híbrido europeo (EHS) del CERN, donde realizó su tesis, bajo la dirección de Antonio, le supuso la concesión de una beca de investigación en el CERN, entre los años 1988 y 1990. Después consiguió un puesto de asociado científico del laboratorio Fermilab, en Chicago, para trabajar en el experimento CDF, en colisiones protón-antiprotón del acelerador Tevatron, y se desplazó a Chicago, donde estuvo viviendo hasta el año 1993.
Teresa optó a la plaza de la universidad y la obtuvo holgadamente con sus conocimientos y experiencia, incorporándose a nuestro grupo en 1994, a la vez que continuaba su participación en CDF, donde tuvo una actividad muy destacada en el gran descubrimiento del quark top, publicado en 1995. Recuerdo perfectamente el impacto científico y social del descubrimiento, a escala mundial, y como algunos medios nacionales se hicieron eco del mismo, bautizando a Teresa como la científica “top” del momento.
Su pertenencia a CDF propició que nuestro grupo optara a participar en una nueva etapa de funcionamiento de la colaboración, CDF-II, a la que nos incorporamos en 1999 y todavía continuamos con el análisis de los datos, aunque el Tevatron finalizó su actividad en el año 2010. Otros grupos españoles se incorporaron después, siendo Teresa la puerta de entrada por su apoyo científico y personal. Los diez años de trabajo en Fermilab, en los que yo mismo estuve muy implicado, supusieron un enorme desarrollo de nuestro grupo, tanto en análisis de datos como de instrumentación y se realizaron varias tesis doctorales, dirigidas por Teresa en varios casos, con descubrimientos importantes de gran impacto científico. Teresa fue fundamental en este desarrollo del grupo que se incrementó, numéricamente y sobre todo en calidad científica, adquiriendo una madurez importante para las etapas siguientes.
Desde la incorporación de Teresa, en 1994, al grupo, nos planteamos la participación en el gran proyecto del CERN, el gran colisionador hadrónico LHC y, concretamente, en el desarrollo de un sistema de alineamiento global para el experimento CMS. El interés de Teresa por crear una infraestructura de instrumentación del grupo fue fundamental para el progreso del mismo. La participación en CMS nos condujo a ser protagonistas del descubrimiento del bosón de Higgs, mensajero del mecanismo que dota de masa a las partículas elementales, lo que se logró en 2012 en los experimentos CMS y ATLAS, del LHC.
A la sazón, en aquellos momentos, Teresa era la Presidenta de la “Collaboration Board” de CMS, una especie de parlamento con representación de todos los institutos participantes en el mismo, en número mayor de 180 y con más de 2500 científicos e ingenieros de todo el mundo. Teresa era una de las tres personas principales de esa gran colaboración internacional. Los méritos y experiencia de Teresa fueron fundamentales en que fuera designada como miembro del Comité de Política Científica del CERN, desde el año 2012, siendo la primera física experimental española en el mismo.
La labor de Teresa no quedó limitada a la actividad investigadora, sino que ha sido una gran entusiasta de la divulgación científica, apoyando siempre con fuerza y rigor el papel de los jóvenes, particularmente de las mujeres en la ciencia. Por ello recibió varios premios, entre ellos el primer premio Julio Peláez a Pioneras de las Ciencias Físicas, Químicas y Matemáticas. Posteriormente, gracias a sus sobresalientes méritos, fue designada Doctor Honoris Causa por la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, y Medalla de Plata de la Universidad de Cantabria.
El Instituto de Física de Cantabria (IFCA), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y de la Universidad de Cantabria, fue creado en 1995, siendo el Grupo de Altas Energías uno de sus ejes principales. Teresa fue Directora del mismo en los últimos años y tuvo un papel muy significativo para que el IFCA adquiriera la calificación de Centro de Excelencia María de Maeztu por parte del Gobierno de España.
Aquella conversación de 1993 fue muy importante para todos nosotros. Fue el germen de una historia que se ha mostrado muy beneficiosa para nuestro grupo de investigación y para el IFCA globalmente. Efectivamente, la incorporación de Teresa al grupo, su carácter fuerte y, a la vez, cariñoso y humilde, su tesón en el trabajo, su apoyo inmenso a los más jóvenes en particular y a la mujer científica, han dejado una huella imborrable y han abierto el camino para un futuro muy esperanzador en la investigación básica, si la sociedad reconoce el interés de la ciencia y la apoya en su desarrollo.
Alberto Ruiz es investigador del IFCA, Universidad de Cantabria – CSIC y miembro del Comité Ejecutivo del CPAN
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