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La campaña presidencial chilena no tiene nervio en las calles

En los mayores puntos neurálgicos de Santiago no hay rastro de la contienda que enfrenta a Kast y a Jara. La polarización está en las redes

Ni carteles, propaganda u otra evidencia electoral. A días de la segunda ronda de las presidenciales de Chile, en tres de los mayores puntos neurálgicos de Santiago no hay rastro de la contienda que enfrenta a la candidata de la izquierda, la comunista Jeannette Jara, y al abanderado de las derechas, José Antonio Kast, líder del partido ultra Republicanos. “No hay ambiente de elecciones porque la gente está muy defraudada, salga quien salga”, dice Francisco Moraga, de 58 años, quien hace 40 años vende café y té en la Plaza de Armas de Santiago.

Moraga, que con un pequeño coche y vestido con pantalón y chaqueta calipso es todo un personaje de este punto emblemático del centro de la capital chilena, asegura que los chilenos “ya no creen en los políticos”. Eso sí, aclara, a él sí le interesan las elecciones. A la vez que dispara contra el actual alcalde de Santiago, el derechista Mario Desbordes, por haberle requisado un carro eléctrico en el que había invertido para modernizar su negocio, afirma que votará por Kast “porque este país necesita orden”.

Mientras Kast, un confeso admirador de Pinochet y con posturas ultraconservadoras, ha centrado sus promesas en acabar con la criminalidad y expulsar a 337.000 inmigrantes irregulares, Jara, una comunista crítica de los regímenes de Venezuela y Cuba, ha puesto sus prioridades en el control de la delincuencia y el aumento del ingreso básico hasta los 810 dólares mensuales.

Tampoco hay señales de campaña electoral en los alrededores de lo que fue la Plaza Baquedano, en el pasado escenario de protestas y celebraciones políticas y deportivas, y que hoy está siendo remodelada como una gran explanada. “No veo mucho ambiente. No hay entusiasmo, no hay carteles, ni una cosa”, asegura María Verónica Salinas, de 65 años, empleada doméstica [asistenta], para quien las elecciones no forman parte de sus preocupaciones. “Por mí no iría a votar, pero es obligatorio”, comenta mientras espera un autobús a pasos de lo que fue el epicentro del estallido social de 2019, que puso contra las cuerdas la democracia chilena con protestas violentas y manifestaciones masivas.

Precisamente para Cristián Catalán, de 50 años, el interés de los chilenos por las elecciones “comenzó a morir con la Concertación”, la coalición política que gobernó Chile tras el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). Este hombre nacido en Taltal, en el norte del país, que hoy trabaja en la isla de Chiloé, en el sur, en una salmonera, y que viajó a la capital a visitar a su madre, asegura que hay un “descontento” generalizado que golpea la participación política de los chilenos. Aunque para él las elecciones siguen siendo importantes: “Yo voto comunista”, dice al expresar su preferencia por Jara.

La politóloga Nerea Palma lo explica: “Los índices de identificación política han bajado muchísimo desde 1994 hasta la fecha. Bajó la participación electoral y bajó mucho más cuando el voto fue voluntario [desde 2012]. Ahora volvió a subir con el [regreso del] voto obligatorio”. Sin embargo, “estamos hablando de una ciudadanía que está desafectada de la política, que no confía en las instituciones políticas, sobre todo aquellas en donde están los partidos políticos”, destaca. En la primera vuelta de las elecciones, el 16 de noviembre, 13,47 millones de personas sufragaron, una participación del 85,40%. En ella Jara obtuvo el 26,85% de los votos y Kast consiguió el 23,9%.

La segunda ronda se realizará este domingo 14 de diciembre, días antes de Navidad y del Año Nuevo, y para muchos el horizonte estará puesto en esas fiestas y en el fin del año escolar, y no en la jornada que definirá quién será el sucesor del izquierdista Gabriel Boric al frente del palacio de La Moneda.

Así, en las cercanías de la concurrida estación de Metro Tobalaba, donde se encuentra el centro comercial y la torre Costanera, la más alta de Sudamérica, miles de personas van y vienen, cargadas de compras y regalos. Como la Plaza de Armas y la Baquedano, sería un lugar más que apropiado para desplegar propaganda electoral, pero aquí también ésta brilla por su ausencia. “Eso es porque ‘no estamos ni ahí’ con las elecciones”, asegura en tono coloquial la jubilada Adela Alegre, de 74 años, tras comprar en el mall, respecto a la indiferencia. “No es como la primera vuelta” de noviembre, en la que compitieron ocho candidatos y también estaba en juego la renovación del Parlamento, y en la que sí había propaganda desplegada por las calles. “Ahora uno sabe a lo que va. Si solo hay dos candidatos”, afirma junto con revelar que apoya a Kast.

Atenta más aún contra el interés ciudadano, el hecho de que todos los sondeos conocidos antes de la veda, dan por amplio margen como ganador a Kast, líder del Partido Republicano y quien recibió el apoyo de otros dos sectores de la derecha. Según las encuestas el ultraconservador lograría en torno a un 58% de los votos frente al 42% de Jara. “Esto da la sensación de que es una elección muy poco competitiva”, lo que pueda influir en una menor participación de la ciudadanía, afirma Palma, académica de la Universidad Alberto Hurtado.

Ni siquiera el hecho de que la campaña se muestre como una elección entre extremos, alimenta el interés en las calles. Sin embargo, parte del debate ciudadano parece haberse trasladado a las redes sociales, donde la contienda está encendida. “Hay polarizaciones silenciosas, como la polarización en redes sociales, pero que no se extrapola al ámbito social”, dice Felipe Castro, de 26 años, a la salida de la facultad de Derecho de la Universidad de Chile, donde trabaja como analista.

Coincide Benjamín Fuenzalida, de 18 años, estudiante de Leyes de la Universidad Andrés Bello. “Claro que hay ambiente electoral, pero principalmente está en las redes sociales”, sostiene tras terminar sus clases. Asegura que las personas sí quieren dar a conocer su opinión, especialmente ahora que son dos candidatos opuestos los que están en competencia. “La gente está más propensa a querer conversar. Pero prefieren hacerlo en las redes, porque temen ser juzgados si lo hacen en persona”, afirma este joven votante de Jara, que vive su primera elección presidencial.

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