El irrefrenable ascenso de Diego Céspedes
El director chileno de la premiada película ‘La misteriosa mirada del Flamenco’, quien creció en una población de Santiago, repasa su historia y cuenta cómo estudiar en una universidad pública le dio el acceso a la cultura
Diego Céspedes se mueve con ligereza por las calles del Festival de Toronto. Debido a su juvenil apariencia y casi peterpanesca actitud, nadie sospecharía que este artista chileno, que parece aún un estudiante de pregrado, tiene 30 años y es el responsable de una de las apuestas fuertes de este certamen canadiense. Su ópera prima, La misteriosa mirada del Flamenco, ganó en mayo con toda justicia el premio de Una cierta mirada en el pasado Festival de Cannes, el galardón más importante obtenido por un título chileno en el certamen francés.
Además, es la película que buscará representar a Chile en los Premios Óscar y en los Premios Goya.
Si bien su triunfo francés no tuvo tal vez la merecida repercusión mediática en el país sudamericano, lograr esa posición con una primera película en Cannes resulta admirable y loable. En el discurso de agradecimiento dado en Cannes, Diego Céspedes señaló una gran verdad por medio de un par de datos a la causa que sirven para explicar por qué lo que se ve en La misteriosa mirada del Flamenco se percibe tan genuino y verosímil. Dijo que no solo era inusitado que un director como él, que viene de una población de Peñalolén, un municipio de la Región Metropolitana de Santiago, y además de una familia de clase trabajadora, estuviera en tal posición de triunfo, sino que además pudiera hablar de las minorías que aborda su ópera prima.
La misteriosa mirada del Flamenco está ambientada en el norte chileno en los años 80. Es una historia con alto tono poético y hasta con cuotas de realismo mágico que narra, desde el punto de vista de una niña, Lidia (Tamara Cortés), la desgarradora tragedia de Flamenco (un extraordinario Matías Catalán): travesti con luminoso pasado pero con un presente terminal debido a su mortal enfermedad, que nunca se menciona (VIH/SIDA), pero que tiene a sus compañeras y a ella misma discriminadas por la población minera donde ejercen el trabajo sexual.
Pregunta. ¿Cuál fue su inspiración para tu primera película?
Respuesta. Mi background. Por ejemplo, toda mi familia viene de una población de Peñalolén y que no se comporta como las clases sociales que vemos en el cine chileno normalmente. Y a pesar de que es una ficción completa y hay personajes en los que me inspiro directamente en cómo se relacionan y que son de mi círculo cercano.
En la charla sostenida en Toronto sale la broma de que para ascender en la carrera de la vida y del arte en el cine ayuda mucho tener un/a amigo/a de clase alta como se ve en la película chilena Machuca, sobre la amistad improbable de un niño rubio llamado Infante y un niño moreno y de población de apellido Machuca.
Este joven director explica que cuando llegó a estudiar cine en la Universidad de Chile su capital cultural era distinto al de muchos otros compañeros. Cuenta que cuando conoció a la directora de cine Alicia Scherson en calidad de académica y fue su ayudante durante tres años pudo apreciar y aprender de cineastas y películas de cine de autor hasta ese momento desconocidos para él. Películas de Lucrecia Martel, de Apichatpong Weerasethakul, entre otros.
“En el círculo de clase alta tienen más acceso a la cultura, y lo que hace la universidad pública es que te permite acceder ahí. Entonces, tú puedes tener acceso al cine de autor, a la gente que hace cine”, dice Diego Céspedes. Y añade: “Con Alicia aprendí a ver películas, a ver cine. Porque yo venía, obviamente, sin una cultura de cine. Mi papá es transportista escolar y mi mamá fue dueña de casa y vendía joyas de manera independiente. Entonces no tenía acceso a nada”, relata.
Céspedes agrega que cuando era ayudante de Alicia Scherson, que ella hizo una lista larga de películas para que vieran los estudiantes. “Yo quería súper impresionarla y me vi todas las películas. Y mientras las veía, era como ‘wow, ¿qué es esto’? Me empecé a obsesionar y hubo unos dos años en que me volví cinéfilo y ahí fue genial. ¿Y cómo hace? ¿Y cómo me toca esto? Yo no tenía ese gusto que desarrolla la clase alta en una época más temprana de su vida. Pero después dije: ‘Ay, me causa algo como raro que no lo había visto’. Y empecé a hacerlo".
Recuerda que en esa época había escrito uno de sus primeros guiones, El verano de León Eléctrico, el cortometraje que ganó Cannes en la categoría Cinefundation en 2018. “Se lo mostré a Alicia y me dijo: ‘eres superbueno escribiendo’. Entonces empecé a escribir más que antes. Hacía dirección de foto y montaje en la universidad y era conocido por eso. Después de eso empecé a hacer todo”.
Y recuerda que entonces pensó: “Si esta persona que admiro me está diciendo que sí, entonces sí”.
P. Claro, lo validó.
R. Me validó.
P. ¿Fue como su Infante en Machuca, no?
R. Sí, exactamente. De hecho, él me escribió porque vio la película, felicitándome.
Desde el 11 de septiembre, La misteriosa mirada del flamenco se puede ver como preestreno limitado en Cinépolis Mall Plaza Los Dominicos. Además, es parte de la selección del Festival de cine Valdivia. Su estreno comercial en salas está planificado para 2026.