Inteligencia Artificial y educación: una revolución en marcha
La Unesco llama a invertir en la formación de docentes y estudiantes para asegurar un uso responsable de esta tecnología en el aula
En un mundo donde las tecnologías avanzan más rápido que nunca, la educación se encuentra en una encrucijada histórica. El 24 de enero pasado, el Día Internacional de la Educación nos planteó una pregunta clave: ¿estamos preparados para integrar la Inteligencia Artificial (IA) en nuestros sistemas educativos y transformar el aprendizaje?
La Unesco ha decidido apuntar a los desafíos y oportunidades que plantea la IA, haciendo un llamado a los Estados Miembros a invertir en la formación de docentes y estudiantes para asegurar un uso responsable de esta tecnología en el aula. Aunque millones de personas en el mundo educativo ya utilizan herramientas basadas en IA, menos del 10% de las instituciones cuentan con políticas formales sobre su uso. Este vacío destaca la necesidad de actuar con urgencia y de manera planificada.
La Unesco lleva años liderando el debate sobre ética, tecnología, ciencia y educación. Desde la creación del Comité Mundial sobre la Ética de los Conocimientos Científicos y Técnicos (COMEST) hasta la formulación del primer marco de competencias digitales para docentes hace casi dos décadas, la organización ha marcado la pauta. En los últimos años, ha desarrollado guías específicas para el uso de la IA en la enseñanza e investigación, así como recomendaciones éticas aprobadas por 194 Estados Miembros. Estos esfuerzos subrayan la importancia de establecer marcos claros que garanticen que la IA sea inclusiva y equitativa.
Hoy, los desafíos educativos en América Latina y el Caribe son alarmantes. Seis de cada 10 estudiantes de sexto grado no alcanzan competencias mínimas en lectura, matemáticas y ciencias, y en matemáticas esta cifra asciende a ocho de cada 10. Estos datos reflejan la urgencia de transformar nuestros sistemas educativos. La IA, bien implementada, podría ser parte de la solución. Su potencial para personalizar el aprendizaje, apoyar a los docentes, fomentar la inclusión y gestionar sistemas educativos de manera más eficiente no puede subestimarse. Para todo ello se necesita más inversión en educación y no solo en IA.
La educación debe ser vista como una inversión estratégica, respaldada por un enfoque basado en evidencia. Esto implica no renunciar a áreas clave que, según la investigación, son esenciales para mejorar los sistemas educativos: formación docente, infraestructura adecuada, recursos pedagógicos de calidad y sistemas educativos con gobernanza efectiva, financiamiento sostenible, datos fiables y enfoques inclusivos que promuevan la equidad y la calidad.
La educación no es solo un derecho humano fundamental, sino también un motor económico crucial. Reducir en un 10% la tasa de abandono escolar y mejorar las competencias básicas puede incrementar el crecimiento anual del PIB en 1 o 2 puntos porcentuales, contribuyendo a una mayor productividad y desarrollo sostenible. La pregunta es cómo la IA puede ayudarnos en esta tarea.
Lo primero es tener claro que la IA nunca debe reemplazar los aspectos humanos esenciales del aprendizaje, como las relaciones interpersonales, el pensamiento crítico y la construcción de valores y actitudes. Prohibir o integrar estas tecnologías sin marcos claros podría generar desigualdades y consecuencias no deseadas. Por eso, necesitamos actuar de manera proactiva, reflexionando sobre su lugar en la educación y asegurando que las decisiones se fundamenten en la ciencia educativa.
Este Día Internacional de la Educación nos invita a imaginar un futuro donde la IA, junto con los avances en la ciencia de la educación y el legado de grandes pedagogos como Paulo Freire, John Dewey, Lev Vygotsky y Gabriela Mistral, empoderen a estudiantes y docentes, reduzcan desigualdades y nos ayuden a generar aprendizajes significativos. Nuestros países no pueden darse el lujo de que sus estudiantes carezcan de habilidades básicas como la lectura y los cálculos elementales. Prohibir o ignorar la IA no es la solución. Debemos enfrentar las implicaciones éticas, de seguridad y equidad a corto y mediano plazo, asegurando que estas herramientas sean una extensión del proyecto pedagógico de las escuelas.
Hoy, más que nunca, es vital que la tecnología esté al servicio de nuestra humanidad. Construir una educación transformadora que impulse las metas del ODS4 no es solo una responsabilidad de los gobiernos, sino un compromiso colectivo de toda nuestra sociedad. Aprovechemos esta oportunidad para reflexionar y actuar. El futuro de la educación depende de las decisiones que tomemos hoy.