Crónica

Del choque a la política

Como en una serie, la sentencia solo significa el final de una incertidumbre, pero no cierra la historia

Trabajadores del Departamento de Territorio protestan contra la sentencia, este lunes por la mañana, en Barcelona.massimiliano minocri

La sentencia es, indiscutiblemente, un golpe muy duro. Las filtraciones de los días pasados avisando de que se descartaba el delito de rebelión no han calmado los ánimos. Si alguien pensaba que estas confidencias apaciguarían la respuesta del independentismo, o del soberanismo en general, o que harían que la noticia hoy sonara más leve, son una prueba clara de la existencia de dos universos paralelos sin muchos puntos de intersección. Y este es uno de los problemas de fondo que más dificultan la solución del conflicto: la incomprensión de unos y otros. En consecuencia, hoy el conflicto parece ...

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La sentencia es, indiscutiblemente, un golpe muy duro. Las filtraciones de los días pasados avisando de que se descartaba el delito de rebelión no han calmado los ánimos. Si alguien pensaba que estas confidencias apaciguarían la respuesta del independentismo, o del soberanismo en general, o que harían que la noticia hoy sonara más leve, son una prueba clara de la existencia de dos universos paralelos sin muchos puntos de intersección. Y este es uno de los problemas de fondo que más dificultan la solución del conflicto: la incomprensión de unos y otros. En consecuencia, hoy el conflicto parece más enconado que ayer.

Como en una serie, la sentencia solo significa el final de una incertidumbre, pero no cierra la historia (a pesar de los augurios del presidente del Gobierno español en su declaración de urgencia). Al contrario, abre más líneas argumentales.

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Una primera, inmediata, es la reactivación de la movilización popular. Las penas de 13 años para Oriol Junqueras y de entre 9 y 12 para los otros condenados han sorprendido a una gran parte de la sociedad catalana, más allá de la estrictamente independentista. Incluso sectores críticos, que consideran que el procés ha sido una irresponsabilidad, encuentran desproporcionada la decisión del Supremo. Las reacciones en la calle serán importantes, y durarán días, con intensidades diferentes.

La segunda línea argumental tiene que ver con la justificación jurídica de las penas, el contenido específico de estos 493 folios. Esta sentencia es y será analizada con todo detalle, porque las opiniones de los jueces no afectan solo el procés, sino que marcan algunas teorías sobre derechos políticos –como por ejemplo la desobediencia civil– que ya han alarmado a algunos. También es sorpresivo, en una primera lectura, esta compatibilidad entre el carácter “simbólico” de las declaraciones independentistas –según el Tribunal– y la tipificación de los hechos como sedición. Corresponde a los juristas analizarlo a fondo.

Pero lo que resulta perentorio desde hoy mismo es la obligación de ir más allá de la reacción a la calle o del análisis jurídico y utilizar las herramientas políticas para salir del callejón sin salida. E ir hacia adelante exige encontrar una salida a la situación de los presos. Es importante humanamente, pero es imprescindible políticamente. Imagino que los recursos a tribunales superiores ya deben de estar en marcha, pero cualquier vía que acelere la salida de la prisión de los nueve contribuirá en positivo, sean beneficios penitenciarios inmediatos, indultos, amnistía, lo que sea. Y que la Justicia deje finalmente a la política. Y corresponde a los políticos demostrar si saben encontrar soluciones al conflicto.

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