Un pequeño terremoto cada siete minutos

Los vecinos de un barrio de Las Rozas denuncian que el paso del tren causa ruidos excesivos y grietas en sus casas

Fernando Calvo, vecino de Residencial Arizónica, ayer ante el paso de un cercanías.SANTI BURGOS

“Te despierta el primer tren a las seis de la mañana y luego es imposible volverse a dormir. Y así un día tras otro. Es un sinvivir”. Álvaro García-Tola está desesperado. Él es uno de los 250 vecinos del Residencial Arizónica, en Las Rozas, que sufren los ruidos ocasionados por el paso del tren. Las vías se encuentran a pocos metros de sus casas, que han comenzado a agrietarse por las vibraciones. Ellos lo achacan al cambio de traviesas que realizó Adif en mayo de 2017, pero la ...

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“Te despierta el primer tren a las seis de la mañana y luego es imposible volverse a dormir. Y así un día tras otro. Es un sinvivir”. Álvaro García-Tola está desesperado. Él es uno de los 250 vecinos del Residencial Arizónica, en Las Rozas, que sufren los ruidos ocasionados por el paso del tren. Las vías se encuentran a pocos metros de sus casas, que han comenzado a agrietarse por las vibraciones. Ellos lo achacan al cambio de traviesas que realizó Adif en mayo de 2017, pero la empresa pública encargada de las infraestructuras ferroviarias lo niega.

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El zumbido les martillea cada siete minutos, frecuencia con la que pasan los convoyes, y no cesa durante la noche, cuando circulan los trenes de mercancías. “Mi hija de dos años tiene pánico de los ruidos. Sale corriendo para esconderse. Piensa que un tren es un monstruo de varias cabezas que viene a comérsela y tengo que enseñarle imágenes por Internet”, relata García-Tola. Para medir la contaminación acústica ha descargado una aplicación en el móvil. En el salón de su casa se superan los 90 decibelios. La Ley del Ruido establece en 55 el máximo permitido durante el día, 45 por la noche.

Adif publicó en 2016 un mapa de ruidos en el que atribuye a la zona un nivel sonoro muy por encima: entre los 70 y los 75 decibelios. Los vecinos se quejan de que ha aumentado y exigen una medición a la que se han comprometido tanto el Ayuntamiento (gobierna el PP) como la empresa pública. Miguel Ángel Sánchez, concejal de Ciudadanos, afirma que su partido lleva muchos meses solicitándola pero que nunca se materializa. Y añade: “Hay que encontrar una solución urgente porque cada vez son más los afectados”. “Las casas tiemblan y el ruido es ensordecedor”, se queja María Ponte. La mujer, de 50 años, asegura que cuando transita el tren ni siquiera se escucha la televisión, por lo que su familia ha optado por verla con subtítulos.

“No podemos abrir las ventanas”, reconoce Fernando Calvo, ya jubilado. Otro vecino afirma que el sonido se transmite por el suelo y provoca vibraciones que, con el paso del tiempo, se convierten en grietas. “Es como un pequeño terremoto”, subraya Juan. Para Bruno Sagués, que lleva dos décadas viviendo en la urbanización, el problema surgió cuando cambiaron las traviesas: “Los trenes van más rápido y comenzaron a rajarse las casas”. Adif certifica la renovación de las traviesas para “mejorar la explotación ferroviaria”, pero rechaza “un incremento en la velocidad autorizada para circular en ese tramo”.

Juan Sáez, vecino del residencial Arizónica, señala una grieta en su casa.SANTI BURGOS
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El residencial Arizónica se construyó en 1980. Su estructura tiene forma de L y está formado por 10 portales. En cada uno de los bloques hay ocho viviendas, 80 en total. Un tercio de ellas están repletas de pequeñas grietas. En algunos lugares, como en la terraza de Sonia Vila, se pueden meter los dedos en las fisuras. “Me preocupa que se estén rajando zonas que no se ven, como los cimientos. Estoy muy asustada y pienso abandonar la urbanización si esto sigue así”, anuncia. Una de las rajas más manifiestas se encontraba en la casa que acaba de adquirir Katell Grandvilliers, pero los albañiles que la están reformando la han tapado. Una solución que los vecinos reconocen como temporal.

Los afectados han presentado varias reclamaciones y estudian denunciar el caso en los juzgados. La arquitecta municipal, Ana María Venegas, visitó la zona a finales de 2017 y realizó un análisis técnico, fechado el 5 de febrero. En él concluye que existen “fisuras y grietas de escasa entidad (a excepción de la caída del dintel en calles Ruiseñores, 20) que pueden tener su origen en diversas patologías”, entre las que incluye las vibraciones por el paso del tren. Venegas sugirió realizar gestiones con Adif por tratarse de un asunto de su competencia. “Adif nos ha dicho que pondrá unas pantallas entre las casas y las vías. Esa solución solo acaba con los ruidos. Los vecinos creemos que todos nuestros problemas desaparecerían si los trenes descienden su velocidad a 50 kilómetros por hora en el casco urbano”, explica García-Tola.

El PP ha anunciado que en el próximo pleno va a presentar una moción instando a ello, pero Ciudadanos le acusa de no votar en diciembre su propuesta para que se midieran los ruidos y las vibraciones. El caso va a llegar hasta el Congreso, después de que esta semana el diputado Alberto Garzón (Unidos Podemos) haya registrado una pregunta para el Ministerio de Fomento, en la que exige soluciones para impedir que las familias comiencen a abandonar sus casas. 

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