La taquilla del cine catalán cae un 77% en dos años

La producción, el taquillaje y los espectadores bajan drásticamente por la falta de financiación de TV3 y la anulación de la tasa audiovisual

Paula Robles (izquierda) y Laia Artigas, en 'Estiu 1993'.

La tendencia a la baja de la producción y taquilla del cine catalán se está transformando en una caída en picado. En lo que va de 2018, las producciones catalanas en España han recaudado siete millones de euros frente a los 37 de 2017 o los 63 de 2016. Aunque se duplicarán los ingresos de este año por los estrenos pendientes — un cálculo que hace el sector—la recaudación sufrirá un retroceso del 77% en tres años. La producción de películas con participación catalana también va a peor: de las 65 de 2016, a las 49 del año pasado y a las 19 del primer semestre de 2018 que pueden llegar a 40 al fi...

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La tendencia a la baja de la producción y taquilla del cine catalán se está transformando en una caída en picado. En lo que va de 2018, las producciones catalanas en España han recaudado siete millones de euros frente a los 37 de 2017 o los 63 de 2016. Aunque se duplicarán los ingresos de este año por los estrenos pendientes — un cálculo que hace el sector—la recaudación sufrirá un retroceso del 77% en tres años. La producción de películas con participación catalana también va a peor: de las 65 de 2016, a las 49 del año pasado y a las 19 del primer semestre de 2018 que pueden llegar a 40 al final del año con los estrenos que están previstos.

“Es muy preocupante porque tenemos el talento y no se nos apoya”, se quejaba Isona Passola, presidenta de la Acadèmia del Cinema Català, en la presentación de los datos del cine catalán. Una caída que se produce por varios factores: la falta de financiación de TV3, los primeros efectos de la anulación de la tasa audiovisual —el Tribunal Constitucional la anuló hace un año— y la crisis de un modelo de audiovisual tal como se ha entendido hasta ahora. Para Passola, la responsabilidad del panorama recae, sobretodo, en TV3, y en la administración catalana. “Gobernar es priorizar y el sector audiovisual es uno de los más fuertes, de más proyección y consumo cultural. Sin embargo, el presupuesto del gobierno catalán sigue por debajo del 1%. Es una vergüenza”.

Los datos de Passola no son los únicos que dibujan nubarrones. En una reciente conferencia del presidente de la asociación de Productors Audiovisuals Federats (PROA), Raimon Masllorens, apuntó que el gasto público de la producción audiovisual había caído un 79% en ocho años y concretó que para 2018 las aportaciones previstas eran de 7,2 millones por parte del Institut Catalán de Empresas Culturales (ICEC), y de entre 7 y 12 millones de TV3.

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La radiografía de lo que ha ocurrido con la taquilla —y los espectadores—en los últimos años evidencia que son solo una o dos películas las que se llevan la mayor parte del pastel. Por ejemplo, de los 37 millones recaudados en 2017, Tadeu Jones 2: El secret del Rei Mides —la cinta de animación con producción catalana— ingresó cerca de 18 millones y logró 3,2 millones de espectadores en toda España. Frente a esas cifras, mucho más modestos fueron los resultados de otros títulos de factura catalana: La librería, de Isabel Coixet, recaudó 2,3 millones de euros y fue vista por 373.000 espectadores; Estiu 1993, de Carla Simon, ingresó más de un millón de euros y 162.000 espectadores e Incerta glòria, de Agustí Villaronga, recaudó 649.000 euros con 104.000 espectadores.

“Está claro que para que las cifras globales vayan un poco bien depende de un bingo como el año pasado fue Tadeu Jones”, comentaba Passola. El año anterior, el “bingo” fue Un monstruo viene a verme, de Juan Antonio Bayona, que recaudó 26 millones. Y en lo que va de año, es El cuaderno de Sara, dirigida por Norberto López Amado – la contribución del talento catalán está en la producción y la fotografía del film- la que acapara 5,1 millones de euros de los 7 recaudados. La librería es la segunda con más recaudación pero muy por detrás: 544.000 euros.

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Premio para el festival de cine de autor

Este año el Premio Pepón Coromina, un galardón que lleva el nombre del que fue un reconocido productor de cine catalán en los años 80 del siglo pasado, ha recaído en el festival de cine de autor (D'A Film Festival) y en su director, Carlos R. Ríos.

Con el premio, la Academia del Cinema Català destaca la contribución que hace un festival que nació hace ocho años para dar visibilidad al cine independiente que no suele llegar a los círculos del cine comercial pero que en las últimas ediciones ha ampliado esa idea inicial con otras producciones que después han llegado a las salas.

A menos recursos, menos producciones y más pequeñas, añadía la presidenta de la Academia. Y, además, la mayor parte de la producción se sigue haciendo en castellano. Con todo, el peso del catalán fue mayor el año pasado por el impacto de dos películas: Estiu 1993 e Incerta glòria. En 2016 el cine en catalán no llegaba ni al 1% y por el efecto de esos dos títulos subió al 5% en 2017 ya que entre las dos sumaron 266.000 espectadores. “Si se hace tan poco cine en catalán también es consecuencia directa de la caída de la financiación de TV3 porque como televisión pública a ellos les corresponde ayudar a promover el cine en la lengua propia de Cataluña”, afirmó Passola que demandó un cambio en el modelo de esa televisión.

La presidenta del cine catalán está pendiente de un encuentro con la consejera de Cultura, Laura Borràs, a quien le urgirá que rescate la ley de la tasa audiovisual para intentar sortear el veto del Constitucional con otra ley que ya había empezado a estudiar su anterior titular, Lluís Puig. Los productores asociados en PROA son partidarios de que los 25 céntimos que se grababan por abonado en la ley anulada pasen en el futuro redactado a 50 céntimos que supondrían unos ingresos de 35 millones de euros anuales.

Pese a estar en un momento de consumo audiovisual en todo tipo de soportes, hoy por hoy la única forma de conocer el consumo de cine es el tradicional, de taquillas y espectadores en salas: “Estamos convencidos de que la producción catalana que llega a las diferentes plataformas, como Netflix o Amazon, se ve mucho más pero hoy por hoy es imposible saber esos espectadores”, se lamentaba Passola,” porque no dan esa información”. Precisamente, son las grandes plataformas audiovisuales las que ahora se vislumbran como la principal salida de la producción de cine ya que la financiación tradicional de las televisiones —especialmente las públicas— ha pasado casi a mejor vida.  La coproducción con otros países es un sistema que tampoco está funcionando bien en los últimos años: "probablemente por el instinto de los países de apostar e invertir en el cine y en su lengua propia, como lo hacen en Francia", añadía Passola.

La crisis de la financiación está empezando a amenazar al ciclo Gaudí, el circuito estable de cine en catalán que este año se lleva a 10 títulos a 33 municipios de Cataluña. Los gastos del ciclo los asume la Academia del cine que hasta ahora contaba con una subvención que procedía de Cultura que este año se ha visto recortada en 110.000 euros, una reducción de la que también se lamentaba Passola que avanzaba que la gala de los Gaudí del año próximo será más bien una "galita" por falta de presupuesto. 

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