Junts per Catalunya exhibe su división sobre el candidato a la investidura

La portavoz del PDeCAT pide que sea una persona de consenso y que no lo elija Puigdemont

Marta Madrenas, alcaldesa de Girona y diputada del PDeCAT.Massimiliano Minocri

Junts per Catalunya exhibió este sábado su división, entre los diputados del PDeCAT y los del núcleo fiel a Carles Puigdemont, sobre quién ha de ser candidato a la investidura. La dirección del partido que sustituyó a la antigua Convergència ya no esconde su malestar por el personalismo de la estrategia del expresidente, apoyado de manera incondicional por algunos parlamentarios de esa lista, incluso con carné del PDeCAT.

La tensión contenida que desde hace semanas se vive en el grupo mayoritario del independentismo estalló ayer cuando Maria Senserrich, portavoz del PDeCAT, advirtió que...

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Junts per Catalunya exhibió este sábado su división, entre los diputados del PDeCAT y los del núcleo fiel a Carles Puigdemont, sobre quién ha de ser candidato a la investidura. La dirección del partido que sustituyó a la antigua Convergència ya no esconde su malestar por el personalismo de la estrategia del expresidente, apoyado de manera incondicional por algunos parlamentarios de esa lista, incluso con carné del PDeCAT.

La tensión contenida que desde hace semanas se vive en el grupo mayoritario del independentismo estalló ayer cuando Maria Senserrich, portavoz del PDeCAT, advirtió que el cuarto candidato que se presente a la investidura antes del día 22 de mayo será consensuado y no lo elegirá Puigdemont. “Los 34 diputados de Junts per Catalunya tienen que estar de acuerdo, vale lo mismo el voto del número seis que el que iba de 20. Se tienen que escuchar a todas las voces sin discriminar a nadie”, declaró a la Agencia Catalana de Noticias.

A los pocos minutos replicó, Marta Madrenas, alcaldesa de Girona y con carné del PDeCAT. “Si ha de haber un candidato ha de ser Puigdemont o el que diga Puigdemont”, escribió en Twitter Madrenas, una de las diputadas de máxima confianza de Puigdemont, antecesor suyo en la alcaldía. En el mismo sentido se expresó, Josep Costa, vicepresidente primero del Parlament, así como Miquel Buch, expresidente de la Asociación Catalana de Municipios.

“Yo no me siento representado por la dirección de un partido que la misma semana que exige un gobierno a Puigdemont le amenace con quién ha de ser el candidato”, escribió en Twitter, donde se sucedieron las críticas a Senserrich. Al final, el coordinador de este partido, David Bonvehí, reiteró que están con Puigdemont, pero que el candidato ha de ser consensuado “también con los presos”. Del mismo modo, negó que esa formación amenace a nadie.

La tensión que afloró ayer es un episodio más de lo que ha de suceder hasta que se materialice la investidura. Será un camino lleno de obstáculos para el secesionismo, que querrá compaginar el mensaje a sus bases sobre el legitimismo de Puigdemont para presidir la Generalitat, pese a la imposibilidad legal de que eso pase, con la necesidad de acabar cuanto antes con la parálisis que se arrastra desde hace meses.

La reforma inútil de la ley de la Presidencia

En la cuenta atrás del mes de mayo para materializar la investidura, el independentismo pretende aprobar la reforma de la ley de la Presidencia en el pleno del Parlament que se inicia el próximo día 4 para permitir una investidura telemática. El Consejo de Garantías Estatutarias ya ha dicho que la modificación es contraria al Estatuto y la Constitución, en la forma y en el fondo, y el Gobierno también ha anunciado que la recurrirá, lo que implicará su suspensión inmediata. Pero el secesionismo insiste en que quiere cambiar la ley, aunque en la práctica no tendrá ningún efecto.

El Tribunal Constitucional ha advertido que Carles Puigdemont no puede ser investido de manera telemática y si la Mesa diera luz verde a ese pleno estaría incurriendo en desobediencia, un escenario que descartó el portavoz de Junts per Catalunya, Eduard Pujol. Así, lo que pudiera suceder finalmente es que la reforma saliera adelante pero no se aplicara para investir a Puigdemont, sino que quede en otro gesto simbólico.

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En síntesis, la dirección del PDeCAT, buena parte de los diputados de esta procedencia y Esquerra Republicana, coinciden en urgencia de formar un gobierno “efectivo”. EL PAÍS desveló ayer que ese acuerdo está ultimándose, aunque puede truncarse por alguna de las decisiones judiciales pendientes en España y Alemania.

Si se materializa y arranca la legislatura, se apagaría la figura política de Puigdemont, por mucho que sus más fieles insistan en que volverá a ser presidente algún día. Antes de cruzar ese puente, sin embargo, el independentismo deberá cumplir varios trámites simbólicos, a sabiendas de que no llevan a ninguna parte.

Y es ahí, donde el núcleo de Puigdemont sigue sacando pecho, con declaraciones como las que hizo ayer Eduard Pujol, portavoz adjunto de Junts per Catalunya, quien aseguró que no descartaba ningún escenario para salir de la situación, ni siquiera una repetición de elecciones.

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