COMER Y BEBER

Alegría en Macareno

Casa Macareno, en Malasaña, es una tasca donde no solo se come bien sino que también genera muy buen rollo

Interior del restaurante Casa Macareno.víctor sainz

El local que acoge Casa Macareno se ha dedicado, desde su fundación, a dar de comer y beber a sus acólitos. En los años veinte del siglo pasado fue una bodega —como atestiguan los azulejos de su fachada anunciando los vinos y aguardientes de Felipe Marín y Hermanos—; posteriormente, un bar gallego de los de toda la vida que respetó la arquitectura del espacio. A principios de 2016, Julián Lara y Sergio Ochoa se hicieron con el establecimiento e inauguraron Casa Macareno (calle de Vicente Ferrer, 44; unos 30 euros por persona; menú de mediodía, 12,90; cierra domingo por la noche y lunes; recome...

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El local que acoge Casa Macareno se ha dedicado, desde su fundación, a dar de comer y beber a sus acólitos. En los años veinte del siglo pasado fue una bodega —como atestiguan los azulejos de su fachada anunciando los vinos y aguardientes de Felipe Marín y Hermanos—; posteriormente, un bar gallego de los de toda la vida que respetó la arquitectura del espacio. A principios de 2016, Julián Lara y Sergio Ochoa se hicieron con el establecimiento e inauguraron Casa Macareno (calle de Vicente Ferrer, 44; unos 30 euros por persona; menú de mediodía, 12,90; cierra domingo por la noche y lunes; recomendable reservar: 91 166 09 21).

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Fieles a ese espíritu de respeto, inauguraron una cuidada tasca —que ha sido remodelada con mimo—, cuya carta, el cocinero Pepe Roch dividió en seis bloques: chacinas, conservas, clásicos de taberna, gourmet, horno, ascuas y postres.

No importa el apartado que se elija, en Casa Macareno no hay opción de equivocarse. Seducen con sus croquetas con trufas; atraen con las esponjosas patatas bravas mixtas; convencen con su secreto ibérico, con su ensaladilla Macareno con bonito, o con sus chuletitas de cordero; y rematan el festín con dulces como su milhoja de dulce de leche.

Aunque sus guiños a la tradición y al casticismo son evidentes, el local abraza lo moderno —no solo por su clientela o por sus atentos a la par que ideales camareros— sino también por la creatividad evidenciada en platos como el falso risotto de carabinero con virutas de atún; su pan (de cristal) con tomate —perfecto para acompañar— o los taquitos de bacalao a la romana acompañados de ali-oli.

En tres ideas

  • Lo mejor... La cuidada cocina y el agradable y desenfadado ambiente que emana.
  • Lo peor... En ocasiones es complicado encontrar mesa (si no se ha reservado antes) e incluso un hueco en su barra.
  • Ideal para ir con... Un pequeño grupo de amigos o una cita aparentemente casual.
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Pero además de comer en cualquiera de sus mesas de mármol con hierro forjado, Casa Macareno es perfecta para cañear y picotear algo en su alargada y elegante barra.

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