Opinión

Estrabismo político

Produce pasmo oír a los dirigentes del PP a propósito del caso Palau que Mas debe abandonar la vida política. Claro que debiera, pero no menos que Rajoy

No es solo que huela a podrido. Llevamos años con el olfato sádicamente torturado por una nauseabunda peste y hemos llegado a creer que el país se ha adaptado a ella. Pero ahora llegan las evidencias judiciales. Es decir, huele a corrupción, pero también se ve y se oye en directo por televisión la confesión de los protagonistas del trajín de dinero desde empresas concesionarias y/o contratistas de obras y servicios públicos hacia Convergència y PP, con las correspondientes desviaciones para los intermediarios. Las confirmaciones que esta nueva etapa aporta, sin embargo, no están siendo aprovec...

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No es solo que huela a podrido. Llevamos años con el olfato sádicamente torturado por una nauseabunda peste y hemos llegado a creer que el país se ha adaptado a ella. Pero ahora llegan las evidencias judiciales. Es decir, huele a corrupción, pero también se ve y se oye en directo por televisión la confesión de los protagonistas del trajín de dinero desde empresas concesionarias y/o contratistas de obras y servicios públicos hacia Convergència y PP, con las correspondientes desviaciones para los intermediarios. Las confirmaciones que esta nueva etapa aporta, sin embargo, no están siendo aprovechadas para hacer la gran limpieza pendiente, sino más bien para hacer prácticas de estrabismo político.

Lamentables prácticas. Vergonzosas exhibiciones de cinismo. Al líder del PP de Cataluña, Xavier García Albiol, no se le ocurrió otra cosa, después de la confesión de Millet y Montull, que sentenciar, enfáticamente, que no hay bandera independentista lo suficientemente grande como para tapar la corrupción de Convergència. Estaría bien que fuera una gran verdad. Pero, viniendo de quien viene y proclamada en la coyuntura política actual, trae inevitablemente a cuento un ejemplo bien reciente que induce a dudar de que lo sea. ¿O acaso no ha sido la bandera española suficientemente grande como para tapar la corrupción del partido del señor García Albiol, puesta de manifiesto en sede judicial, igual que la de Convergència? ¿De qué partido son los señores Bárcenas, Puerta, Naseiro y Sanchís?

Pero no es solo esto. Los mismos dirigentes del PSOE y de Ciudadanos que se habían llenado la boca asegurando una y otra vez que nunca apoyarían la formación de un gobierno por un partido hundido en la corrupción como el PP, se echaron atrás en el mismo momento en que el líder de este partido, Mariano Rajoy, se envolvió en la bandera de España y argumentó que o le apoyaban a él o tendrían un gobierno apoyado por los partidos catalanes independentistas. Su argumento prosperó, fue seguido dócilmente por PSOE y Ciudadanos, incluso hasta el extremo de forzar en el caso del PSOE la caída del secretario general. O sea que, diga lo que diga el señor García Albiol, las banderas sí sirven para tapar la corrupción. Al menos a Rajoy sí que le ha servido la suya.

Eso sucedió hace unos pocos meses. Produce pasmo oír a los dirigentes del propio PP y de los dos partidos que sostienen en el parlamento al gobierno de Rajoy, mantener ahora en Cataluña que, visto y oído lo que se ha dicho en el juicio del caso Palau, Artur Mas tiene que abandonar la vida política por su responsabilidad como máximo dirigente de Convergència durante la etapa que se juzga. ¡Claro que debiera! Pero desde luego no menos que el Mariano Rajoy que ha presidido el PP durante la etapa en que ha sido responsable de las numerosas corrupciones confesadas también en sede judicial en los juicios de las variadas tramas en las que está implicado este partido. En Convergència y en el PP sucede exactamente lo mismo: hay cuatro ex secretarios de finanzas pringados hasta las cejas y sus respectivos jefes dicen un absolutamente inverosímil e increíble "yo no sé nada".

El estrabismo se ha apoderado de la capacidad de discernimiento de las direcciones del PP, del PSOE y de Ciudadanos. Solo ven una parte del campo visual. Las banderas les ocultan la otra parte. Ante los requerimientos de sus adversarios, Mas sigue el patrón marcado por Rajoy. Hace lo mismo: negar las evidencias, por incontestables que sean. Ambos aseguran, además, que como máximos responsables de sus respectivos partidos, nunca han sabido nada de estos asuntos y, por lo tanto, no se sienten responsables de las actuaciones de otros. Artur Mas tiene motivos para pensar que si a Rajoy le ha salvado su bandera, ¿por qué no va a salvarle a él la suya?

Sí, por desgracia es así: las banderas son muy útiles cuando llega la hora de tapar vergüenzas. Por desgracia, García Albiol no tiene razón. ¿O es que cabe imaginar que hay banderas que sí cubren y banderas que no cubren? Eso sería terrible. Resultaría que la estelada no tapa la corrupción por mucho que Mas se esconda tras ella, y es conminado a asumir su responsabilidad, pero la rojigualda sí la tapa y entonces Rajoy puede seguir como si nada. ¿Es esto lo que está indicando García Albiol, sin darse cuenta de lo que significa realmente? Artur Mas debe asumir su responsabilidad, claro que sí. Como Rajoy.

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