SAN SEBASTIÁN

Arteleku se despide de su sede bajo la sombra de los años dorados

El éxito del centro cultural combinó una suerte de factores hoy irrepetibles

Un artista trabaja en las viejas instalaciones de Arteleku, en el barrio donostiarra de Martutene.JAVIER HERNÁNDEZ

Malos tiempos rezaba la pancarta que Mikel Louvelli colgó de la fachada de Arteleku en 2002 para celebrar su reinauguración. Entonces, el centro, abierto en 1987, llevaba más de 10 años siendo la envidia de muchos, principalmente artistas, de cualquier punto de España, que reclamaban algo parecido para sus ciudades. Arteleku, que la semana pasada empaquetó en cajas 27 años de historia para abandonar su sede de siempre, una nave industrial situada en el barrio de Martutene de San Sebastián, ha visto como esos Malos tiempos, aunque no tuvieran ningún tipo de intención profética...

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Malos tiempos rezaba la pancarta que Mikel Louvelli colgó de la fachada de Arteleku en 2002 para celebrar su reinauguración. Entonces, el centro, abierto en 1987, llevaba más de 10 años siendo la envidia de muchos, principalmente artistas, de cualquier punto de España, que reclamaban algo parecido para sus ciudades. Arteleku, que la semana pasada empaquetó en cajas 27 años de historia para abandonar su sede de siempre, una nave industrial situada en el barrio de Martutene de San Sebastián, ha visto como esos Malos tiempos, aunque no tuvieran ningún tipo de intención profética, se acabaron convirtiendo en realidad.

Arteleku, que ahora se aloja en el convento de Santa Teresa, y que en septiembre empezará una nueva etapa, no ha podido, en los últimos años, pilotar un proyecto que fue único. Hay quien apunta como causa de ese declive a un mal engranaje del proyecto con Tabakalera, del que supuestamente era el embrión. Otros, como la directora de Cultura de la Diputación de Gipuzkoa, Garazi López de Etxezarreta, lo achacan a la falta de una dirección provocada por la crisis.

Lo cierto es que Arteleku desde que se fue Santi Eraso, el que fuera director del centro durante 20 años, y más tarde Miren Eraso, quien le sustituyó, fallecida en 2009, no volvió a ser lo que fue.

El nuevo edificio

Arteleku estrena sede en el convento de Santa Teresa, situado en la Parte Vieja de San Sebastián. El nuevo espacio cuenta con una superficie de 1.800 metros cuadrados, distribuidos en varias alturas y edificios. Una arquitectura compleja que dibuja, entre otras cosas, un patio interior, un claustro y multitud de salas, además de un espacio multiusos que será el que previsiblemente acoja las iniciativas que se abran al público. La complejidad de la nueva sede ha supuesto un reto para la Diputación de Gipuzkoa a la hora de distribuir los espacios y sus usos. Si bien, la directora de Cultura de la institución, Garazi López de Etxezarreta, destaca que la distribución semi caótica, “el carácter de convento es el adecuado para el planteamiento de formación intensiva de artistas que perseguimos”.

Y principalmente, Arteleku consiguió convertirse en un referente por una suerte de “alineación de estrellas”, define Gabriel Villota, profesor del departamento de Comunicación Audiovisual de la UPV, quien conoció el centro en los 90 gracias a un taller de serigrafía para después ser él quien impulsara multitud de actividades. Fue la conjunción de una serie de factores que a día de hoy se antojan imposibles en primer lugar, como recuerda Eraso, porque el proyecto siempre estuvo libre de injerencias políticas, aunque pradójicamente Arteleku fuera el empeño personal del ex diputado general de Gipuzkoa Imanol Murua.

“Tuvieron una gran visión”, resume el exdiputado de Cultura José Luis Tellería, quien sustituyó en el cargo al propio Murua y a Xabier Lete, ambos fallecidos y las dos personas a las que atribuye el impulso y creación de Arteleku, “sabían que hacer grandes espacios, como un museo, estaba bien, pero había que dar algo más a la cultura, había que crear más cultura y dar conocimiento a los artistas”.

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Y también influyó y mucho un director como Eraso, que a su vez dio libertad a los artistas que se acercaron a Arteleku, dando sentido al sueño de Murua “la apuesta por un modelo donde el eje es la producción artística y la transmisión de conocimiento a través de la experiencia con otros artistas”, en palabras del propio exdirector.

Eraso se atrevió y dejó que otros muchos también apostaran por innovar y experimentar. “Surge sabiendo capitalizar una serie de coyunturas, todas ellas imantadas por una persona tan especial como Santi Eraso, que confiaba en sus amigos, que les dio una oportunidad para crear”, asegura un emocionado Francisco Jarauta, filósofo y el responsable de que cada septiembre en Arteleku se reuniera la intelectualidad de Europa para hablar de cosas como la globalización en unos años en los que el oír el vocablo provocaba un arqueo de cejas simplemente por su desconocimiento.

Años únicos para la cultura, para San Sebastián y, por supuesto, para Arteleku que uno de los artífices del milagro, Eraso, resume con dos cifras. “Cuando llegué a Arteleku había 200 libros, cuando me marché, 40.000. Una imagen que habla a gritos de cómo las instituciones culturales necesitan tiempo, de cómo la cultura necesita sedimentación, de cómo la cultura necesita una apuesta política radical y una mediación técnica consecuente con esa independencia política”.

La vuelta a los orígenes

Inés P. Chávarri

Reflexión, formación intensiva para profundizar en la creación y una visión a largo plazo son los tres ejes sobre los que la Diputación de Gipuzkoa, de quien depende Arteleku, quiere que pivote el centro en el futuro. Los objetivos suponen, según explica la directora de Cultura de la institución, Garazi López de Etxezarreta, “volver a los orígenes”.

El cambio de sede de Arteleku, continúa la directora, ha supuesto un replanteamiento de la misión del centro, un análisis del estado en el que se encontraba y que ha desembocado en el propósito de crear un comité asesor, que será el que elabore el programa del centro, además de la designación de un director. La idea es que entre el nuevo responsable y la comisión artística se articulen los talleres que acogerá Arteleku, en un principio, a partir del próximo septiembre.

Serán propuestas de dos o tres meses, abiertas a un número reducido de artistas, 12 o 15. “Ese es el objetivo de Santa Teresa [donde se emplaza el nuevo Arteleku], contar con residentes en unos programas concretos y sólo algunos espacios estarán abiertos a la ciudadanía en general”, apunta López de Etxezarreta.

Los artistas contarán con un alto grado de autonomía y será a través de ellos, sus necesidades o planteamientos, como se dará forma a los programas que posteriormente se desarrolle en el centro. La Diputación incluso estudia la concesión de una serie de becas.

La mudanza de Arteleku además ha supuesto la reordenación de algunos de los programas que desarrollaba. Así, todo lo relacionado con la danza se ha trasladado a Rentería, las artes gráficas, a la escuela de arte de Deba, impulsada por el escultor Jorge Oteiza, y la moda, al Museo Balenciaga.

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