“Tuvimos que contar muchas veces los ceros, no nos lo llegábamos a creer”

Trabajadores de mantenimiento hallan un cheque de dos millones de dólares en el metro Estaba, con el carné de un californiano, en una cartera que bloqueaba las puertas de un convoy

Los autores del hallazgo del cheque, Emilio Guerra y José Manuel del Cura.ULY MARTÍN

Era una cartera corriente de piel marrón, como las muchas que llegan a su oficina, algunas olvidadas y, la mayoría, robadas. "¡Pusimos una cara! Y tuvimos que contar muchas veces los ceros porque no nos lo llegábamos a creer, es increíble que haya gente que tenga tanto dinero y otros tan poco, qué mal repartido está el mundo", cuenta José Manuel del Cura, responsable de mantenimiento del turno de tarde de las cocheras de Canillejas de Metro de Madrid. Lo que había dentro de la billetera era "el carné de conducir de un californiano, varias tarjetas de crédito... ¡y un cheque a nombre de este ci...

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Era una cartera corriente de piel marrón, como las muchas que llegan a su oficina, algunas olvidadas y, la mayoría, robadas. "¡Pusimos una cara! Y tuvimos que contar muchas veces los ceros porque no nos lo llegábamos a creer, es increíble que haya gente que tenga tanto dinero y otros tan poco, qué mal repartido está el mundo", cuenta José Manuel del Cura, responsable de mantenimiento del turno de tarde de las cocheras de Canillejas de Metro de Madrid. Lo que había dentro de la billetera era "el carné de conducir de un californiano, varias tarjetas de crédito... ¡y un cheque a nombre de este ciudadano por valor de dos millones de dólares!". 

El hallazgo no lo hizo él, sino un oficial de mantenimiento a su cargo, Emilio Guerra, cuando estaba revisando un tren ayer por la tarde. "Saltó aquí en Canillejas la alarma que indica que había problemas en un tren. En concreto, era un convoy que presta servicio en la línea 5 y que estaba en la estación de Diego de León", recuerda Del Cura, que precisa que se retiró de la circulación en torno a las seis de la tarde. El problema estaba en las puertas: no cerraban correctamente.

Foto: atlas | Vídeo: ATLAS

La compañía, siguiendo el protocolo establecido para estos casos, lo mandó a cocheras para que fuera revisado por los mecánicos. Una vez allí, el técnico de mantenimiento vio que enganchada en el hueco del mecanismo de la puerta había una cartera, lo que impedía su cierre. "Cuando se abren las puertas hay una pequeña separación entre la puerta y la caja del tren, un piñón con cremallera que hace que se abra y se cierre, solo se ve cuando están abiertas", concreta Del Cura. Este es "el lugar favorito de los rateros para abandonar las carteras robadas".

El trabajador retiró la cartera y se la entregó a Del Cura en su oficina. "La abrimos y vimos la documentación, las tarjetas de crédito y un papel, que resultó ser un cheque del Bank of América a nombre de la misma persona del carné de conducir". Su asombro fue mayúsculo. "No recuerdo el nombre la verdad —su nombre de pila es Bill, según fuentes de la investigación—, pero sí que era de California, tenía canas en la foto y 49 años", dice Del Cura, que opina que sea quien sea es "un tipo con suerte".

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"Las carteras suelen aparecer con todo, documentación, papeles y tarjetas, lo único que limpian es lo que les interesa, el efectivo", dice Del Cura. Es este caso, tampoco tenía dinero, al menos no contante y sonante. "Obviamente nunca jamás nos hemos encontrado nada similar", confiesa el jefe de mantenimiento, que comenta que lo más común son "paraguas, tarteras con comida y bolsas de ropa". "dentro de una cartera, lo más raro que recuerdo era un recibo con una cita para probarse un traje de novia".

A del Cura no le extraña que alguien tan forrado viaje en metro, porque es "rápido y cómodo", presume, pero sí que lo lleve encima. Él, si alguna vez tuviera un cheque con seis ceros, "desde luego no lo haría".

Cuando localizan carteras con documentación, los trabajadores de Metro las entregan a la policía a través del Departamento de Seguridad de la empresa pública para que se localice o se notifique a su dueño. El resto de objetos se lleva a la  Oficina de Objetos Perdidos del Ayuntamiento de la capital, en el paseo del Molino 7.

La cartera de los dos millones de dólares está ahora en la Comisaría de la estación de Sol, donde se están haciendo cargo de ella a la espera de localizar al propietario. La Jefatura de Policía de Madrid no da de momento datos sobre las investigaciones hasta que no encuentre al propietario.

Madrid, la segunda ciudad menos honrada

El jefe de mantenimiento sostiene que también habrían devuelto lo perdido si en lugar de un cheque que nadie más que el dueño podía cobrar hubiera encontrado dos millones en fajos de billetes. ¿Lo haríamos de verdad?

Precisamente hoy, la revista Reader's Digest publica los resultados de una prueba de "la vida real" llevada a cabo en 16 ciudades de Europa, América y Asia, entre ellas Madrid, donde se tentó a cientos de personas dejando tiradas 192 carteras y comprobando cuántas eran devueltas.

Cada una tenía un número de teléfono móvil, una foto familiar, cupones, tarjetas de visita y 40 euros o su equivalente en la moneda local. Los reporteros abandonaron las carteras en parques, cerca de centros comerciales y aceras y observaron lo que ocurría. El primer dato del estudio es que 90 carteras (el 47%) fueron devueltas. No está mal.

El segundo dato es que, según explica la revista, la edad y el sexo no son factores determinantes de la honradez y, en contra de lo que cabría esperar, el mayor nivel económico no es garantía de honestidad.

La prueba de la cartera ha permitido establecer un ránking entre las ciudades según el número de entregas, que van desde Los Santos —categoría en la que solo hay una ciudad, Helsinki, donde se recuperaron 11 de las 12 perdidas— hasta el último nivel, Vergüenza. ¿Y es qué lugar quedó la capital española? Claro que sí, en la de Vergüenza. De hecho, Madrid es la segunda ciudad menos decente de las 16.

Comparte el cuadro de honor de la picaresca con Bucarest, Río de Janeiro y Zúrich (cuatro carteras devueltas en cada caso), Praga (tres) y Lisboa (una). En Madrid se devolvieron solo dos: una por dos jóvenes estudiantes que la encontraron en la calle de Génova y que aseguraron que no serían capaces de quedarse algo que no era suyo y otra  a la puerta de los juzgados de plaza Castilla, donde se la dieron a los policías de la entrada.

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