Rigau ahorra nueve millones en becas comedor con la jornada intensiva

Consejos comarcales, escuelas y familias dicen que las ayudas son insuficientes

Jorge Urrez ante la escuela de sus hijos en Cornellà.Albert Garcia

La aplicación de la jornada intensiva en el 71% de los institutos públicos este curso ha permitido a la Generalitat ahorrarse nueve millones de euros en becas comedor. Según datos del Departamento de Enseñanza, que dirige Irene Rigau, este año se destinarán 15,3 millones de euros a las llamadas becas comedor obligatorias (cuando el alumno debe desplazarse a otro municipio para ir a clase, lo que se da principalmente en la secundaria), mientras que el curso pasado fueron 24,6 millones.

La reducción también afe...

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La aplicación de la jornada intensiva en el 71% de los institutos públicos este curso ha permitido a la Generalitat ahorrarse nueve millones de euros en becas comedor. Según datos del Departamento de Enseñanza, que dirige Irene Rigau, este año se destinarán 15,3 millones de euros a las llamadas becas comedor obligatorias (cuando el alumno debe desplazarse a otro municipio para ir a clase, lo que se da principalmente en la secundaria), mientras que el curso pasado fueron 24,6 millones.

La reducción también afecta a las becas comedor no obligatorias (el alumno no cambia de población). Estas son las conocidas como becas sociales, porque son las que reciben las familias sin recursos. De los 40 millones destinados hace tres cursos, en el actual se han quedado en 32 millones. Los beneficiarios, en cambio, casi se mantienen: de los 62.677 de 2010 a los 64.000 este año, según Rigau. Esto se explica porque muchos consejos comarcales (que son los que gestionan las becas) han decidido reducir el importe de la ayuda para llegar a más familias. Por ejemplo, en el Alt Camp las becas han pasado de cubrir hasta el 100% del importe del comedor (un máximo de 6,2 euros diarios) al 50% actual.

“Las becas actuales no son suficientes, no llega a todas las familias que lo necesitan”, afirma tajantemente un responsable del área de educación de un consejo comarcal. En ello coincide el presidente del consejo del Baix Llobregat, Joaquim Balsera, que ha visto cómo este curso se reducía en medio millón de euros la partida para estas becas (1.500 beneficiarios menos). “Empieza a ser un problema preocupante y un problema social”.

El Baix Llobregat reduce

Una de las familias que no ha podido acceder a una de estas ayudas por los recortes es la de Celestina. Su hijo mayor, en secundaria,este curso come en casa por la jornada intensiva. La pequeña, en primer curso de Primaria, no se queda en el comedor porque los padres no podían pagarlo. Celestina trabaja como monitora de comedor y percibe apenas 300 euros al mes. Su marido, en paro, cobra una ayuda de 420 al mes. Tienen la suerte de no tener hipoteca, pero con estos ingresos, los 120 euros mensuales del comedor eran inasumibles. “Nos dijeron que nos denegaban la beca porque hay gente con más dificultades, pero no lo encuentro justo”, se queja Celestina.

Pero las becas no cubren todo el coste del comedor, así que últimamente está creciendo el número de familias que no pueden asumir su parte. Le sucedió a Jorge Urrez, con dos niños de 14 y 8 años, y su mujer, con depresión por la situación. Jorge solo ha trabajado 12 meses en cuatro años. Este antiguo trabajador de la construcción de Cornellà de Llobregat y su familia sobreviven con los 420 euros del paro de su último trabajo. Con estos exiguos números, Jorge acudió a Cruz Roja. La entidad paga la parte del comedor que la beca no cubre.

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"No sabemos lo que es comer

El programa de becas comedor de Cruz Roja, puesto en marcha este curso, beneficia a 670 niños y tiene una dotación de 200.000 euros, una cifra insuficiente para la larga cola de demandantes que tiene la entidad. Muchos de estos, dice su coordinador en Catalunya, Enric Morist, son los llamados nuevos pobres que no recurren a los servicios sociales municipales por vergüenza a que los reconozcan.

La crisis está vaciando los comedores escolares. A la espera de datos oficiales, las empresas y entidades sociales que gestionan este servicio cifran entre un 10 y un 20% la caída de menús que sirven. Escuelas y AMPAs hace tiempo que alertan del peligro que los niños abandonen el comedor, ya que supone para muchos la única comida que los pequeños realizan al día. Con gran franqueza, Jorge Urrez reconoce que en su hogar la alimentación es deficiente. “No sabemos lo que es comer pescado o carne roja. Comemos lo más barato, arroz y pastas”, admite Jorge. “Que los recortes lleguen a la alimentación básica de los niños no se entiende”, añade. Desde todos los sectores lanzan un grito de alerta ante esta situación y reclaman a la administración más ayudas. “Pueden haber recortes en otros aspectos, pero no se puede tocar la alimentación infantil”, reclama Morist.

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