Tortoise nunca han sonado igual dos veces
La banda que definió el posrock regresa con un nuevo disco, ‘Touch’, que vuelve a mezclar jazz, electrónica, ‘dub’ y ‘ambient’. El resultado está abierto a la interpretación del oyente
Según John Herndon, toda música posee su propia narrativa, también cuando, aparentemente, está exenta de ella. La reflexión viene a cuento porque la del grupo donde él toca la batería casi siempre está más cercana a la abstracción que a la concreción. ...
Según John Herndon, toda música posee su propia narrativa, también cuando, aparentemente, está exenta de ella. La reflexión viene a cuento porque la del grupo donde él toca la batería casi siempre está más cercana a la abstracción que a la concreción. Tortoise llevan tres décadas produciendo música instrumental que absorbe distintos estilos, pero no responde a ninguno de ellos. No parece fácil hablar de algo hecho con sonidos, pero que carece de palabras. “No creas”, explica el músico desde su casa en Los Ángeles en una videollamada. “Yo me siento muy cómodo haciéndolo, aunque nuestra música sea instrumental. Ya estoy acostumbrado. Además, estoy seguro de que, si grabáramos un disco conmigo cantando, cambiarías completamente de opinión”, bromea. Aunque no lo parezca, el humor existe en una banda de estas características. Sería un error tachar a Tortoise de banda cerebral que solamente puede ser apreciada desde un prisma intelectual. Herndon divagará sobre eso más tarde. Ahora toca hablar de su nuevo álbum, Touch.
Hace más de tres décadas, la primera grabación atribuida a Tortoise fue un sencillo aparecido en 1993. Inmediatamente, se dijo que lo que hacían era posrock, que era una forma como otra cualquiera de referirse a un rock que se diluía en excursiones sónicas que atravesaban géneros como el dub, el jazz o el ambient. Una versatilidad de la que Touch, octavo álbum del quinteto, vuelve a hacer ostentación. Contiene temas marcados por ritmos concisos que discurren por universos paralelos al rock, mantos electrónicos que sirven como base para digresiones jazzísticas, espacios sonoros abiertos donde renace el krautrock o resuenan ecos del Morricone del spaghetti western. Pero Herndon también le resta importancia al hecho de que Tortoise se parezca únicamente a Tortoise. “No sonamos mucho a ningún estilo en concreto. Lo que hacemos es coger diferentes estilos, los mezclamos y vemos qué ocurre. Un creador no puede adueñarse de la música. Todos usamos la misma paleta de colores musicales; lo que pasa es que toda música es inherente a quien la crea. Cada uno organiza esos elementos dependiendo de su intención o su actitud, y eso es lo que acaba haciendo que sea única. Cada cual toca la misma nota a su manera”.
Aunque ninguno de sus cinco componentes nació allí, Chicago es la cuna de Tortoise. La historia empezó cuando Herndon y el bajista Doug McCombs hicieron amistad a base de coincidir tocando con sus respectivos grupos de entonces. Fue a principios de los noventa. En medio de la fiebre del grunge y el rock alternativo, la ciudad se había convertido en un vivero de músicos con apetito por lo abstracto y ganas de experimentar. “Nos encantaba la música. Por aquella época descubrí el tipo de experimentación que practicaban grupos como This Heat. Mis discos favoritos en aquellos días eran Remain in Light, de Talking Heads, y My Life in the Bush of Ghosts, de Brian Eno y David Byrne. Doug y yo queríamos ser un dúo de bajo y batería, funcionar como una base rítmica y ejercer como músicos de sesión para otros grupos independientes, lo cual suena un poco contradictorio. Unos días antes de entrar a grabar nuestro primer sencillo, Doug me presentó a Bundy K. Brown y John McEntire, que tocaban en Bastro. Les propusimos que nos acompañaran en el estudio. Así fue como pasamos a ser un cuarteto. De esas sesiones salieron los dos primeros sencillos de Tortoise”.
“Nuestro método creativo consiste en ir añadiendo capas de sonidos, superponiéndolos, y luego comenzar a rascar, eliminar y sustituir”
Los cinco músicos que actualmente forman Tortoise andan desperdigados por distintas ciudades de Estados Unidos. Jeff Parker y Herndon viven en Los Ángeles. Dan Bitney y McCombs siguen en Chicago. Y McEntire está en Portland. Eso explica que hayan tardado casi 10 años en poder terminar Touch. “Todos nuestros discos son complicados de hacer”, apunta Herndon. “Pero es cierto que en esta ocasión el proceso nos ha llevado algo más de tiempo. Ya no podemos cruzar la ciudad y meternos en el estudio de John. El disco se ha registrado entre nuestras tres ciudades y para eso había que sincronizar agendas y coordinarnos. Tocábamos juntos una semana o 10 días y luego pasábamos meses sin volver a vernos. No somos proclives a discutir, nos va más debatir. Nuestro método creativo consiste en ir añadiendo capas de sonidos, superponiéndolos, y luego comenzar a rascar, eliminar y sustituir”. Aunque en su álbum anterior, The Catastrophist (2016), había dos temas cantados, la banda no tiene intenciones de grabar un álbum entero con voces. “Nos gusta hacer discos en los que solamente participamos nosotros cinco. Por ahora, ninguno de nosotros está interesado en cantar”.
Volvamos ahora a la teoría que tiene Herndon sobre las narrativas musicales. “Si Pauline Oliveros crea un tema a partir de un drone de 30 minutos, ahí hay una narrativa. Pero es el oyente quien ha de definirla. Cada vez que alguien ve una obra de arte o escucha música, construye su propia narración según lo que esa experiencia le provoca y le hace sentir. Una explicación cerrada por parte del creador fulminaría la magia”. Aunque perduran como grupo emblema del posrock, Herndon prefiere pensar que más que una influencia pueden ser una inspiración para otros. “Espero que podamos ayudar a que haya músicos que encuentren su propia voz mientras optan por crear algo menos convencional, algo que esté hecho a partir de muchas cosas”. Hace poco, Tortoise se enfrentó a un nuevo reto. La Orquesta Filarmónica de Chicago los invitó a dar un concierto en el cual ambas formaciones se fundirían en una. En el momento de la entrevista faltaban unos días para los ensayos finales y Herndon aseguraba estar tan fascinado como nervioso. “Nunca hemos hecho algo así y es emocionante. También es algo lógico para un grupo como el nuestro porque se trata de aventurarse en terreno desconocido. Nuestra música no es ni dramática ni romántica, es lo que el oyente quiera que sea. Lo que me gusta es que genere reacciones. Que, al escucharla, la gente llore, baile, se abrace”. Que nadie tema perderse en los confines de Tortoise. Su música es mucho más cercana de lo que parece.
Touch
International Anthem / Popstock!