‘Don Gil de las calzas verdes’: actrices ‘ambidiestras’ para un galán “hermafrodita”

La directora británica Sarah Kane lleva esta obra canónica de Tirso al terreno de la antigua farsa en una producción donde el elenco de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico se entrega para sacar el empeño adelante

Pascual Laborda y Miriam Queba en una escena de la obra 'Don Gil de las calzas verdes'.MAURO TESTA

Hubo en el Sigo de Oro actrices ambidiestras, tan buenas desempeñando papeles de dama como de galán. Entre ellas figura Bárbara Coronel, “mujer casi hombre y amazona de las farsantas”, como se la llamó. El disfraz masculino, con el pantalón y la media ajustados, marcando las formas de las actrices, cumplieron durante el Barroco una función equivalente a la que tendría el destape en los años de la Transición Democrática. Tirso tejió sendas comedias con protagonista travestido: La mujer por fuerza y Don Gil de las calzas verdes, recién reestrenada por la Joven Compañía de Te...

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Hubo en el Sigo de Oro actrices ambidiestras, tan buenas desempeñando papeles de dama como de galán. Entre ellas figura Bárbara Coronel, “mujer casi hombre y amazona de las farsantas”, como se la llamó. El disfraz masculino, con el pantalón y la media ajustados, marcando las formas de las actrices, cumplieron durante el Barroco una función equivalente a la que tendría el destape en los años de la Transición Democrática. Tirso tejió sendas comedias con protagonista travestido: La mujer por fuerza y Don Gil de las calzas verdes, recién reestrenada por la Joven Compañía de Teatro Clásico, con dirección de Sarah Kane.

El fraile mercedario compuso también una obra de travestismo masculino, El Aquiles, donde el héroe, con ropas de dama, resulta irresistible para varones y hembras. En estas y otras cuantas comedias entretenidas, nuestros clásicos aprovecharon lo equívoco de las situaciones para poner sobre la mesa asuntos como la identidad sexual, los papeles estereotipados que desempeñan hembras y varones, y la delimitación de los géneros.

Porque forma parte del canon aurisecular, el Don Gil lo pusieron en escena tanto Adolfo Marsillach, fundador de la CNTC, como Eduardo Vasco, su continuador en la segunda época de la compañía. Doña Juana, protagonista de la comedia, ante el desdén de su veleidoso prometido, se jura a sí misma que restablecerá la armonía anterior, aunque para ello deba volverse más tramposa y manipuladora que él: al desleal hay que vencerle usando sus propios medios, es la moraleja que Tirso desliza. Para lograr su fin, Juana adopta dos identidades nuevas, sin perder la suya: es Don Gil para seducir a Doña Inés, su rival; pero también es Elvira, vecina en la que Inés confía. Y bajo sus tres identidades, dicta, enreda y se admira de la facilidad de su éxito.

El Don Gil que dirige Sarah Kane (no confundir con la malograda autora homónima) empieza con una escena calma: la Doña Juana de Ania Hernández, poniendo en antecedentes al abnegado Quintana, su cómplice, de Antonio Hernández Fimia. Enseguida llega la primera sorpresa: en su encuentro con la protagonista, al donoso Caramanchel de Xavi Caudevilla no le da la réplica Hernández, sino Cristina Marín-Miró (Don Gil), porque Kane ha dividido las tres identidades de Juana entre otras tantas actrices, para que las cinco que integran la compañía tengan buenos papeles todas, pues en la obra original solo aparecen tres mujeres. Se pierden así las ocasiones de lucimiento camaleónico que Tirso le brinda a la protagonista: a cambio, cuando sus tres intérpretes se alinean, al público le queda patente esa recreación profana de la Santísima Trinidad que es Doña Juana.

No menos sorprendente resulta la irrupción de Doña Inés y Don Juan, convertidos en sendos trasuntos de Colombina y de Pulcinella, personajes de la antigua farsa napolitana, a los que Miriam Queba y Felipe Muñoz les imprimen diestramente una gestualidad extremada. Salvo en sus primeros compases, Kane lleva la partitura de Tirso a ritmo de farsa: el texto lo admite, pero hay momentos de la comedia que ganarían de ser interpretados con verosimilitud, para producir un sano contraste entre bromas y veras; también porque no todos los personajes se prestan a conducirse como muñecos. Solo ese tercio de la protagonista que es la Doña Juana de Ania Hernández está interpretada en un tono físico y espiritual diferenciado del resto del reparto: su personaje sobrevuela a los demás como lo haría un espíritu o un fuego de San Telmo. Se agradece tal excepción. Quizá por su desconocimiento de la lengua y del teatro aurisecular la directora no haya podido profundizar más, pero la función se deja ver y crecerá conforme los actores la vayan haciendo suya.

Don Gil de las calzas verdes

Texto: Tirso de Molina. Dirección: Sarah Kane.

Intérpretes: Iñigo Arricibita, Xavi Caudevilla, Ania Hernández, Cristina García, Antonio Hernández Fimia, Cristina Marín-Miró, Felipe Muñoz, Pascual Laborda, Miriam Queba, María Rasco, Marc Severa.

Teatro de la Comedia. Madrid. Hasta el 28 de marzo.


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