‘Superestrella de las calles’, de Will Hodgkinson: las canciones de Lawrence sobre gente horrible

El genio trágico del pop inglés, líder de los grupos Felt, Denim y Go-Kart Mozart, y estrella que nunca fue (ni será) recorrió junto a un periodista su presente y su pasado

Lawrence en su casa de Londres en 1992 cuando formaba parte del grupo alternativo Denim.Dave Tonge (GETTY IMAGES)

Josep Pla dijo del dramaturgo Alfred Jarry: “Estaba dotado de todo aquello que no sirve para triunfar”. La frase es aplicable al músico inglés Lawrence (sin apellido), líder de Felt, Denim, Go-Kart Mozart y Mozart Estate. Superestrella de las calles, la biografía de su vida, nos pinta a alguien tan dotado para el pop como para el autosabotaje, incapacitado por numerosas manías y minusv...

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Josep Pla dijo del dramaturgo Alfred Jarry: “Estaba dotado de todo aquello que no sirve para triunfar”. La frase es aplicable al músico inglés Lawrence (sin apellido), líder de Felt, Denim, Go-Kart Mozart y Mozart Estate. Superestrella de las calles, la biografía de su vida, nos pinta a alguien tan dotado para el pop como para el autosabotaje, incapacitado por numerosas manías y minusvalías, y con una tendencia patológica a inaugurar empresas catastróficas, producto de visiones inalcanzables.

El libro narra los “recados” que Lawrence realiza a lo largo de un año, en Londres y las Midlands, junto al periodista Will Hodgkinson, y que le llevan a un viaje por su pasado y presente, incluso su futuro (el casoplón que se comprará cuando sea rico y famoso, por ejemplo). Mediante flashbacks dialogados se traza la inusual, o mejor dicho demencial, singladura del artista.

Sus traumas infantiles contribuyeron a la disfunción: una madre adúltera; un padre que le retiró la palabra a los 15 años; una familia que le dejó solo en casa, como en la película navideña, solo que para siempre. Al serial killer Jeffrey Dahmer le pasó lo último y al poco tiempo estaba comiéndose a gente. Lawrence tiene demasiadas fobias alimentarias (“el queso le aterrorizaba”) para hacer algo parecido, pero no cabe duda de que sus chaladuras van más allá de la saludable “excentricidad inglesa” que acuñó Edith Sitwell. Para colmo, lleva deseando ser una pop star (peor, convencido de que su día llegará) desde los 12, más o menos.

La culpa es en parte de su idiosincrasia. A lo largo de la historia del pop han existido otros puristas difíciles, pero poseían un tipo de ambición y soltura de la que él carece. Una figura afín como Jarvis Cocker, por ejemplo, hace del escenario su casa, mientras que Lawrence aparenta querer irse a su casa de verdad. “No digo que haya decidido conscientemente no ser popular”, afirma Cocker, “pero sí que para él es secundario, porque lo importante es seguir su propia creatividad”.

En el libro, el músico celebra al escritor noruego Knut Hamsun, porque “prefiere morir de hambre que hacer algo tan banal como buscar un trabajo”. Alan McGee, de Creation Records, exmánager de Felt, confiesa el alivio que sintió al descubrir a Oasis, quienes, al contrario que nuestro hombre y su “absoluta intransigencia”, no tenían reservas a la hora de “venderse” a la industria. La tragedia de Lawrence es que quiere “hacer canciones sobre gente horrible que hace cosas horribles, pero de tal forma que [puedan] ser éxitos”. Para él, comprometer su arte con pacatería es inconcebible, y a la vez quiere conquistar un sector que premia lo pacato. Su disco-glam hiperrealista canta a la Inglaterra Todo a Cien, la de la telebasura, los pubs de franquicia y la relative poverty (“vivo con 10 libras al día”) sin suavizar la imagen. Hodgkinson afirma que, aunque White Stilettos in the Sand no es tan distinta del Girls & Boys de Blur, “cuando Lawrence habla de chicas enfundadas en faldas demasiado estrechas que beben chupitos en Lloret de Mar”, habla de su propio mundo.

Las raras ocasiones en que Lawrence se ubica para triunfar tiene lugar una catástrofe irónica, con desenlace shakesperiano. En 1997, por ejemplo, cuando Summer Smash tenía todos los números para ser canción del verano, Lady Di se estampó en el túnel parisiense, y EMI abortó el lanzamiento del single. A resultas de ello, Lawrence cayó en una depresión brutal, se enganchó al caballo y terminó en un centro psiquiátrico.

A pesar de las desgracias, el libro se cierra con final feliz (o lo más cerca de ello que puede estar la saga): ante un público fiel, Lawrence descorre el velo del busto de mármol que le realizó un escultor reputado. La pregunta final es pertinente: “Si Lawrence hiciera realidad el sueño del que llevaba hablando desde su adolescencia, ¿en qué se convertiría? ¿En un famoso más? ¿Y para qué queremos un famoso más?”.

Superestrella de las calles. Un año con Lawrence

Will Hodgkinson
Ibon Errazkin
Contra, 2024
336 páginas
21,90 euros

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