‘Imposible decir adiós’, de Han Kang: nace la literatura sensorial

El nuevo libro de la autora surcoreana, premio Nobel de Literatura 2024, sabe colocar todas las formas de violencia ejercidas en su país en un nivel supremo de conciencia. Háganme caso: un milagro

Han Kang

Leer este libro mientras un avión se estrella en el aeropuerto surcoreano de Muan es como escuchar el Réquiem de Mozart de camino al entierro de un ser querido. La violencia del mundo real impacta sobre la violencia del universo literario que Han Kang ha sabido crear como una rima impecable, poniendo una terrible música de fondo a la experiencia sublime que supone leer a esta ...

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Leer este libro mientras un avión se estrella en el aeropuerto surcoreano de Muan es como escuchar el Réquiem de Mozart de camino al entierro de un ser querido. La violencia del mundo real impacta sobre la violencia del universo literario que Han Kang ha sabido crear como una rima impecable, poniendo una terrible música de fondo a la experiencia sublime que supone leer a esta recién galardonada como Nobel de Literatura. Imposible decir adiós (Random House) es la novela más reciente de esta escritora y una demostración de que sigue renovándose y ampliando su ambición desde aquella grandiosa La vegetariana que se centró en el cuerpo, el poder de las elecciones personales y la intrusión de los demás.

Más allá de las víctimas —las del avión o las que recoge este libro, ahora volveremos a ello— son muchas las buenas noticias entorno a Han Kang (Gwangju, Corea del Sur, 1970): tras una edición muy fugaz de sus primeros libros en España por la editorial Rata (La vegetariana y Blanco), Random House ha apostado por recuperar su obra pendiente, operación más que rematada por un Nobel que establece el lazo perfecto al envoltorio. Es así como nos llegó en 2023 La clase de griego y en 2024 Actos humanos y esta Imposible decir adiós. Vamos con ella.

Han Kang, premio Nobel 2024 en el el Hotel de Las Letras de Madrid en septeimbre de 2023. Claudio Álvarez

La autora nos va a situar rápidamente ante una protagonista que se refugia en un apartamento en las afueras de Seúl con la intención de escribir. Está aislada, sola, enferma, descuidada, se intuye la pérdida de la familia, de la juventud y un anhelo de escritura con tan pocas fuerzas que solo alcanza a redactar su despedida, una especie de últimas voluntades que ni siquiera sabe a quién va a pedir que gestione, tal es la profundidad de la ruptura con su mundo. La distancia de la vida que experimenta y que nos traslada hasta sentirla en propia piel se trocará pronto, sin embargo, en compromiso cuando una amiga le ruegue ayuda tras sufrir un accidente con la sierra eléctrica en su taller. El viaje inmediato del desapego al apego es solo el primer tramo de un trayecto que vamos a recorrer con Gyeongha, la protagonista, y que nos va a llevar lejísimos, hasta descubrir zonas ocultas de las masacres que vivió Corea del Sur tras la II Guerra Mundial.

Con una sensibilidad apabullante que la autora sabe ramificar y extender hacia todos los recovecos de la naturaleza, el clima, el hielo, la curiosidad o el dolor, y con una meticulosidad pasmosa en los detalles, Han Kang ejecuta aquí una literatura sensorial que coloca toda forma de violencia en un nivel supremo de conciencia. Está la violencia del tratamiento al que se somete su amiga, obligada a pincharse los dedos cada tres minutos para conseguir que se reactiven los nervios y la circulación tras la reconstrucción de sus manos; está la violencia de las fosas comunes; de las aldeas quemadas, las ejecuciones, los tiroteos a bebés o las persecuciones a todos los que el régimen de posguerra considerara de izquierdas; y está la violencia de la enfermedad, de la demencia. Porque, tras los pasos en ayuda de su amiga accidentada, la protagonista se ha ido encontrando un increíble recorrido de investigación familiar en busca de un tío desaparecido en aquellas matanzas cubiertas por la nieve y el silencio.

La nieve y el silencio. La primera cumple un papel circular en el escenario en que se juega esta trama: los copos que las niñas tenían que apartar de los párpados de los masacrados para reconocer y enterrar a sus padres -décadas atrás- parecen hoy haber regresado en un ciclo perfecto de vida a la tormenta que sepulta a la protagonista en su búsqueda. Y el silencio también: el de las autoridades, el de la madre, el de las familias obligadas a callar ante unas masacres que a todos rondaban.

Han Kang sabe construir y levantar un bellísimo edificio en el territorio íntimo, el de las sensaciones y las percepciones más delicadas de las protagonistas; y sabe levantarlo también en el mundo político, el de la represión ejercida en una isla surcoreana, Jeju, que por cierto da nombre a la aerolínea cuyo avión se estrelló en diciembre (Jeju Air) en esa rima siniestra que acompaña estos días la lectura de este libro.

Pero Imposible decir adiós no es un libro de historia, aunque contenga verdades históricas. Es un libro sobre cómo esa historia se imprime en la piel, generaciones después, en forma de desapego, de sueños y pesadillas, de herencias sin digerir, de memoria mal resuelta y de una frontera difuminada entre la vida y la muerte. La levedad del cuerpo es, en manos de Han Kang, tan poderosa como su gravedad. Háganme caso: un milagro.

Imposible decir adiós

Han Kang
Traducción de Sunme Yoon
256 páginas. 21,90 euros

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