James Baldwin al completo y sin censura

Figura clave del siglo XX, el escritor estadounidense rompió con el tabú de la raza y la homosexualidad en sus novelas, obras de teatro y ensayos. Su centenario alumbra la traducción de toda su obra y su publicación sin cortes ni cambios

James Baldwin, retratado en Nueva York en 1975.Anthony Barboza (GETTY IMAGES)

Carismático, valiente y obstinado en su lucha por alcanzar la libertad como creador, James Baldwin (Nueva York, 1924 - Saint-Paul-de-Vence, Francia, 1987) fue nieto de esclavos y predicador en su adolescencia temprana, se forjó como crítico en el West Village de Nueva York en los años cuarenta y como novelista y ensayista cuando vivía como expatriado en Francia y Turquía. “Había dicho que sería un escritor, Dios, Satán o Mississippi mediante, y el color no importaba porque iba a ser libre”, sentenció en uno de sus ensayos...

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Carismático, valiente y obstinado en su lucha por alcanzar la libertad como creador, James Baldwin (Nueva York, 1924 - Saint-Paul-de-Vence, Francia, 1987) fue nieto de esclavos y predicador en su adolescencia temprana, se forjó como crítico en el West Village de Nueva York en los años cuarenta y como novelista y ensayista cuando vivía como expatriado en Francia y Turquía. “Había dicho que sería un escritor, Dios, Satán o Mississippi mediante, y el color no importaba porque iba a ser libre”, sentenció en uno de sus ensayos. El escritor, cuyo centenario se celebra este 2 de agosto, denunció alto y claro la injusticia racial en Estados Unidos, formó parte del movimiento por los derechos civiles y fue una de las primeras voces en escribir sin tapujos sobre relaciones homosexuales en sus obras teatrales y novelas.

Curiosamente, las menciones a España recorren de forma discreta su obra: en el prólogo de su colección de ensayos Nadie sabe mi nombre cita España cuando se refiere a su experiencia en Europa y la necesidad de regresar a Estados Unidos; en la novela El cuarto de Giovanni, España es el país al que viaja la novia del narrador protagonista; mientras que en Otro país los personajes discuten sobre un posible viaje al sur de los Pirineos para acabar denunciando la connivencia de Estados Unidos con el régimen franquista. Vuelve a incidir en esto en su célebre ensayo La próxima vez el fuego: “Defendemos nuestro papel en España refiriéndonos a la amenaza rusa y la necesidad de proteger el mundo libre”.

James Baldwin en París, abril de 1972. Sophie Bassouls (Sygma / Getty Images)

Hubo al menos una visita a Bilbao de Baldwin en los cincuenta aún mal documentada, pero sí consta que en la siguiente década el escritor asistió a los encuentros literarios de Formentor en 1962 y después mantuvo un breve affaire con Jaime Gil de Biedma, que le dedicó un poema; también fue amigo de Gabriel Ferrater. Su último viaje a España fue ya en tiempos de la joven democracia en 1984, apenas tres años antes de morir en Francia como consecuencia de un cáncer.

Cuando el dictador aún estaba vivo el nombre de James Baldwin aparecía con relativa frecuencia en la prensa española por su vinculación con el movimiento que denunciaba y combatía la sistémica segregación y discriminación racial en EE UU. También fue recurrente la presencia del escritor, cuya obra tuvo un enorme eco durante los cincuenta y sesenta, en los informes de los censores franquistas que rechazaron reiteradamente la publicación de su trabajo, algo en lo que estaba empeñada la editora Esther Tusquets, al frente del sello Lumen.

El escritor era más conocido que leído en España; de hecho, lo primero que se tradujo suyo fue una obra de teatro (Blues para Mr. Charlie, Lumen, 1966), aunque circularon algunos ejemplares de Otro país, editado por el sello argentino Sudamericana en 1965, y Lumen logró sacar Nadie sabe mi nombre en 1970 y Ve y dilo a la montaña dos años después. Esta última obra, según los censores que impusieron notables cortes, era “una novela excesivamente cruda cuya expresividad descarnada puede ocasionar escándalo”, tal y como recoge en un estudio sobre la obra del autor afroamericano y la censura franquista Jordi Cornellà-Detrell, profesor de la Universidad de Glasgow.

La investigación, que Cornellà-Detrell ha ampliado con un artículo sobre el rastro de España en el trabajo del escritor, muestra además algo sorprendente: los cortes y cambios que sufrieron los libros de Baldwin, en la península Ibérica debido a la censura franquista y en Argentina por decisión de sus editores, no fueron corregidos en las reediciones posteriores. “Las consecuencias más nocivas de la censura no fueron solo que algunos de sus libros apareciesen con recortes, sino que obras importantes, que habían tenido un gran éxito en Europa, no pudiesen aparecer hasta bastante más tarde”, explica Cornellà-Detrell. “Esto distorsionó la recepción de Baldwin en España: una novela tan importante como El cuarto de Giovanni, por ejemplo, solo pudo ser publicada por Bruguera en 1980, y muchos de sus ensayos todavía no han sido traducidos”.

El centenario viene a corregir esto y así en 2024 ha arrancado un nuevo impulso editorial que se prolongará varios años y que permitirá al público en español encontrarse con Baldwin sin cortes y al completo. Dos sellos independientes, Sexto Piso y Capitán Swing, publicarán, respectivamente, toda la ficción y no ficción del autor con nuevas traducciones. También en catalán aparecerán los títulos de Baldwin a cargo de Trotalibros y Tigre de papel. “Desde 2018 hemos tratado de recuperar su obra, que estaba bastante desperdigada y, en algunos casos, descatalogada”, explica José Hamad desde Sexto Piso. El cuarto de Giovanni ha sido la primera novela que este sello ha sacado esta primavera, una apasionada y trágica historia de amor entre el narrador y un camarero italiano, y seguirán con Ve y dilo a la montaña, el debut de Baldwin publicado en 1953 gracias a la ayuda de Richard Wright. Y, aunque los cortes que modificaron la relación homosexual y suprimieron las referencias a las drogas en la versión argentina de Otro país fueron corregidos en la traducción de hace unos años de Tres puntos, ahora sacarán una nueva versión, y saldrán, además, todos los cuentos de Baldwin reunidos en Nadie sabe mi nombre.

Llegó a ocupar la portada de ‘Time’ y a viajar con Belafonte y Poitier a Kenia para celebrar su independencia

En Capitán Swing han arrancado con el ensayo que reúne las dos cartas que Baldwin escribió a uno de sus sobrinos, publicadas originalmente en 1962 en The Progressive y The New Yorker, y reunidas en La próxima vez el fuego. Este escueto y emocionante texto, testimonio capital de lo que supone ser un hombre negro en Estados Unidos a mediados del siglo XX es una piedra angular de la lucha por los derechos civiles, cuyo eco ha traspasado generaciones, que han vuelto a dialogar con Baldwin. Valgan como ejemplo de esa conversación el libro coral editado por Jesmyn Ward Esta vez el fuego (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo) o la carta que Ta Nehisi Coates escribió a su hijo, tomando como modelo las de Baldwin, en Entre el mundo y yo (Seix Barral). “Desde que arrancamos la editorial hemos publicado textos de Frederick Douglas, W. E. B. Du Bois, Malcolm X o Angela Davis, y Baldwin encajaba perfectamente en nuestro catálogo; era importante sacar su obra”, explica Blanca Cambronero, editora de Capitán Swing. Incorporarán en los próximos años cuatro títulos más, entre los que figuran Nadie se acordará de sus nombres y Notas de un hijo nativo, que permanecía inédito.

El centenario de Baldwin impulsa su obra no solo en España sino en más de 15 países, según los datos facilitados por su agente, Ayesha Pande. Exposiciones, charlas, nuevos montajes de sus obras, clubs de lectura y proyecciones de documentales o del célebre debate que Baldwin mantuvo con William F. Buckley en la Universidad de Cambridge recorren todo Estados Unidos y se expanden por Reino Unido, Francia, Alemania y Turquía. “La obra de Baldwin ha pasado por varias fases, desde el apogeo de los sesenta hasta un cierto olvido en los noventa. En las últimas décadas ha resurgido: temas como la homosexualidad que trató en su obra, los debates sobre la descolonización o la lucha de Black Lives Matter han ayudado a revalorizar su trabajo”, sostiene Cornellà-Detrell, quien destaca la absoluta independencia de este autor. “Nunca escondió nada y tiene valor en su contexto y hoy en día. Está absolutamente vigente”.

Antes de que el asesinato de jóvenes negros en las calles de Estados Unidos en los últimos años volviera a poner sobre la mesa la violencia y sistémica injusticia hacia la población afroamericana, la llegada de Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos en 2008 trajo el eco de la obra de Baldwin, autor de cabecera del expresidente. Ese regreso en 2016 saltó a la gran pantalla y llegó al gran público con el multipremiado documental I Am Not Your Negro de Raoul Peck, que toma como eje el libro inconcluso de Baldwin, Recuerda esta casa, leído en el filme por Samuel L. Jackson.

“La gente conoce su lucha por los derechos civiles, algo que fue esencial en su trabajo, pero quizá no tanto sus reflexiones sobre la condición humana, sobre el respeto y la dignidad que merece toda persona”, explica al teléfono su sobrino Karim Karefa, hijo de Gloria, hermana de Baldwin. “La manera que tenía de sobreponerse a la tragedia, de señalar los problemas, de reconocer lo que estaba pasando y cómo afectaba a blancos y negros fue reveladora. Y mantiene su relevancia porque entiende y conoce la historia, pero mira hacia el futuro”. Karefa destaca la manera que Baldwin tenía de dirigirse a niños y jóvenes, su forma directa de exponerse al retratar una historia, la suya, que sucedió en Harlem pero que podía situarse en muchos otros lugares. “Seguimos bregando con el racismo, pero él se adelantó a su tiempo al señalar lo que acarrearía no atajar los problemas”, concluye.

Nacido hace cien años en el hospital de Harlem fuera del matrimonio, James Arthur Jones tomó el apellido de David Baldwin, un predicador de la iglesia baptista estricto e inflexible, que se casó con su madre cuando él tenía tres años, marcó su infancia y terminó en un sanatorio. El matrimonio tuvo otros ocho hijos, y James encontró un refugio en la lectura, gracias al apoyo de profesores que le ayudaron en la escuela. Fue compañero de instituto en el Bronx del fotógrafo Richard Avedon, con quien editó la revista escolar The Magpie. Y en esos años parece ser que Baldwin se acercó a la Guerra Civil española, que llegó a inspirar, como él mismo contó, uno de sus primeros textos, del que no se conserva ninguna copia. “Uno de sus maestros, Orilla Miller, criticaba abiertamente el capitalismo y era un defensor de la causa republicana”, adelanta el profesor Cornellà-Detrell, “Baldwin reconocía que heredó de Orilla su compromiso por la causa antifascista en España”.

James Baldwin (el segundo por la derecha) durante la Marcha en Washington por el trabajo y la libertad, el 28 de agosto de 1963. Roosevelt H. Carter (Getty Images)

A los 19 años, tras la muerte de su padrastro, Baldwin se instaló en el West Village, corazón de la bohemia de aquel entonces en Nueva York. Trabajó como camarero y empezó entonces a colaborar como crítico en distintas publicaciones de la intelligentsia neoyorquina del momento como The Nation, Commentary o The Partisan Review. Entre sus amigos de aquella época estaba la dramaturga Lorraine Hansberry —a quien Nina Simone dedicó To Be Young, Gifted, and Black—, o el abogado y activista gay afroamericano Bayard Rustin, que organizó la gran marcha a Washington en 1963. Este círculo y sus extensiones son el nervio de la exposición en homenaje a Baldwin de la National Portrait Gallery de Washington comisariada por el crítico Hilton Als, que abrió este mes de julio y seguirá montada hasta abril de 2025, cuyo título This Morning, This Evening, So Soon (esta mañana, esta tarde, tan pronto) está tomado de uno de sus relatos.

El gran escritor afroamericano Richard Wright ayudó a Baldwin a conseguir una beca y en 1948 llegó a París. Tres años después logró terminar su primera novela en Suiza, donde se refugió tras una crisis nerviosa. Baldwin cargaría más tarde contra Wright en una devastadora crítica y un artículo posterior. También tuvo una sonada pelea por escrito con Norman Mailer. El autor de Los ejércitos de la noche escribió: “Baldwin parece incapaz de decirle al lector ‘que te jodan”. No era Mailer el único que atacaba al autor por su falta de radicalidad. La apabullante fama que Baldwin alcanzó tras su regreso a Estados Unidos en 1957 y hasta finales de los sesenta no estuvo exenta de controversia.

Otro país y Nadie sabe mi nombre tuvieron mucho éxito, pero fue La próxima vez el fuego el libro que le convirtió en una estrella mediática. Llegó a ocupar la portada de Time y a viajar con Harry Belafonte y Sidney Poitier a Kenia para celebrar la independencia de ese país. Su firme compromiso con el movimiento de los derechos civiles, que le llevó a participar en las marchas o a registrar votantes en Alabama, para algunos resultaba insuficiente. Su fama era vista con suspicacia en ciertos círculos del Black Power, como una prueba de que seguía el juego al establishment de los blancos. Y, sin embargo, cuentan que en 1960, frente a la chimenea de la casa de William Styron en Connecticut, dijo: “Querido, vamos a derribar y quemar vuestras jodidas casas”. Baldwin nunca respondió a las críticas vitriólicas que ya en los sesenta le lanzaban otros afroamericanos, por ejemplo, Eldridge Cleaver. A Mailer, no obstante, sí le contestó en 1961 con el contundente texto El chico negro mira al chico blanco.

Lejos de su país, Baldwin logró encontrar la distancia para reflexionar sobre su historia: “La conexión entre los blancos y los negros en América es más profunda y más pasional de lo que ninguno de nosotros quiere pensar”, escribió. Pero desde finales de los sesenta no pudo evitar quedar de alguna forma atrapado entre dos frentes. El asesinato de Martin Luther King, Malcolm X y Medgar Evers le empujó a volver a Francia. Allí volvió a encontrarle el editor Jaime Salinas, quien le había conocido en 1962 en Formentor. “Me recordó un poco a España, a los españoles que arrastran su cruz a cuestas desde hace siglos. Hablaba de una manera casi automática, como un ser que viene repitiendo lo mismo desde hace años. Al final de la cena un matrimonio americano que estaba al lado se metió con él. Más que indignación sentí tristeza. Lo que le dijeron era estúpido, injusto”, escribe Salinas en una de las cartas recogidas por Enric Bou en Cuando editar era una fiesta (Tusquets). Baldwin murió a los 67 años en su casa del sur de Francia, pero su obra hoy no deja de interpelar con urgencia al mundo.

Lecturas y exposiciones

El cuarto de Giovanni. James Baldwin. Traducción de Ismael Attrache. Sexto Piso, 2024. 192 páginas. 18,90 euros

L'habitació d'en Giovanni. James Baldwin. Traducción de Dolors Udina. Trotalibros, 2024. 216 páginas. 18,90 euros

La próxima vez el fuego. James Baldwin. Traducción de Paula Zumalacárregui Martínez. Capitán Swing, 2024. 88 páginas. 16 euros

La pròxima vegada, el foc. James Baldwin. Traducción de Joan Manuel Pérez. Tigre de paper, 2024. 88 páginas. 16,64 euros

This Morning, This Evening, So Soon: James Baldwin and the Voices of Queer Resistance. National Portrait Gallery. Washington. Hasta el 20 de abril de 2025.

JIMMY! God's Black Revolutionary Mouth. Biblioteca pública de Nueva York. Hasta el 28 de febrero de 2025.

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