Francia en la encrucijada: grandes figuras de la cultura francesa explican el país ante el auge de la ultraderecha

Annie Ernaux, Laurent Mauvignier, Florence Aubenas, Wajdi Mouawad o Jean-Baptiste Andrea. Creadores y pensadores han alertado en las últimas semanas de la llegada del partido de Marine Le Pen al poder

Carteles del Nuevo Frente Popular para las elecciones francesas arrancados de una fachada en una imagen del pasado jueves en París.MOHAMMED BADRA (EPA / EFE)

El mundo de la cultura mira el futuro con intranquilidad mientras atisba por el retrovisor las enseñanzas de la historia. Los resultados electorales en la primera vuelta de las legislativas de Francia, que han supuesto una victoria de la formación de Marine Le Pen, Reagrupamiento Nacional (RN), de corte nacionalista y populista, han hecho saltar unas alarmas que han tenido su reflejo en EL PAÍS. A falta de lo que den de sí las urnas el próximo domingo, la sentencia del escritor Laurent Mauvignier ya es contundente: “Pase lo que pase, ya hemos perdido”.

El análisis del autor de la reciente novela Historias de la noche es concluyente: “Cuando un futbolista como Kylian Mbappé pide el voto ‘contra los extremos y las ideas que dividen’, equiparando a la extrema derecha y la izquierda radical, es que la primera ya ha ganado, en cierta manera. Emmanuel Macron será responsable ante la historia de haber creado ese paralelismo, de habernos convencido de que los dos extremos son iguales”.

“La victoria del macronismo no es una buena noticia, sino el último capítulo en la lenta decadencia de Francia en particular y de Occidente en general”, asegura el crítico cultural en su tribuna. Joan Burdeus explica que Houllebecq, lector devoto de Schopenhauer, cree que la naturaleza trágica de la voluntad humana, “como un péndulo entre el sufrimiento y el tedio”, solo nos permite funcionar junto a los demás si existe una mentira noble dando sentido al sacrificio solidario, en referencia a la religión o la ideología. Y concluye: “La mutación metafísica de la modernidad consiste precisamente en la imposibilidad de seguir creyendo en estas mentiras”.

El resultado electoral es la consecución de un cambio de fondo en el país que llevan años describiendo en sus crónicas y novelas escritores como Florence Aubenas, Nicolas Mathieu o Michel Houellebecq. Un debate en el que también han aportado luz autores como el economista Thomas Piketty o, hace más de 70 años, el español Manuel Chaves Nogales.

En un viaje por España en los años cincuenta, la ganadora del Nobel en 2022 rechazó las propuestas de un joven, “franquista hasta la médula”, que intentó ligar con ella. “Fue aterrador (...) entonces ya era bastante de izquierdas. Hasta el gaullismo me parecía inaceptable. No podía irme con un tipo tan de derechas…”. Lejos del partido de Marine Le Pen, Ernaux hasta ha defendido las protestas de los chalecos amarillos de 2019: “Cuando llevas décadas sin obtener nada por otras vías, ¿qué te queda? A muchos no les queda nada más que la violencia. A veces, la violencia está justificada. Cuando uno es víctima de injusticias continuas y no ve ninguna perspectiva de que terminen, ¿qué puede hacer?”.

“He estado hirviendo frente a mi televisor durante años, pensando: ‘Nadie piensa como yo, ¿o qué?”, le contó una mujer a la escritora Florence Aubenas, que recogía información para un reportaje en Le Monde hace casi seis años, cuando la crisis de los chalecos amarillos. El fin de ese desconcierto era uno de los sentimientos que cohesionaba como comunidad a los manifestantes, como compartir la ira contra el sistema que veían encarnado en Emmanuel Macron.

Jean-Baptiste Andrea, ganador del Goncourt, afirmaba hace apenas un mes en Cannes ante un inminente regreso de la extrema derecha al poder que él siempre intentaba mostrar su oposición, resistiéndose en el día a día: “Sin resignarse a callarse, alzando tu voz por las causas que te importan. No sé si eso es suficiente para cambiar las cosas, pero esos partidos extremistas están donde están porque han hablado en voz alta y han hecho que lo inaceptable se vuelva banal en el discurso público. Sus ideas más horribles se han normalizado. Votar es importante, incluso si debemos votar a personas que no nos encantan, solo para evitar a fascistas o tiranos”.

“La extrema derecha se encuentra a las puertas del poder. Estoy muy preocupada”, afirmaba la escritora Maylis de Kerangal en marzo pasado, “y no por mí misma, que soy una mujer privilegiada que reside en el centro de París, sino por todos aquellos que van a sufrir y cuyas vidas van a cambiar. En lugar de crear un polo fuerte de centroderecha, el Gobierno de Macron se ha ido deslizando hacia el terreno de la ultraderecha. Los medios también están dominados por sus ideas. Todo ha cambiado muy rápido. Hace solo tres o cuatro años no era así”.

La convergencia creciente entre la comunicación política y las estrategias narrativas de las plataformas no es un fenómeno nuevo, pero se ha acentuado durante los siete años que Macron lleva en el poder. Lo reflejan los giros narrativos propios de ficciones como ‘Baron Noir’ o ‘La fièvre’, creadas ambas por Eric Benzekri, antiguo asesor de Jean-Luc Mélenchon, y considerado un oráculo por haberse avanzado a acontecimientos reales en sus ficciones televisivas.

“Estamos perdiendo los valores humanos en nombre de un reflejo de supervivencia individualista. En un accidente, solo el 5% ayuda a los demás. El 95% restante solo piensa en salvarse”, alertaba el dramaturgo Wajdi Mouawad, canadiense de origen Libanés y autor de la aclamada Incendies, hace unos meses. Sus reflexiones como creador exiliado por el conflicto en Oriente Medio, también ayudan a entender un proceso que se extiende por toda Europa.

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