‘Limbo’, de Sergio Castañeira: cuando un accidente te deja entre la adversidad y la esperanza
Tras una zambullida en el mar, el fotógrafo quedó en silla de ruedas. Durante su estancia en un centro de rehabilitación dio forma a un relato visual en primera persona sobre una experiencia a la que normalmente se concede una mirada externa
El verano 2014 fue para Sergio Castañeira el último de muchas cosas, desde aquel día en que una zambullida en la playa de Zahora, Cádiz, le dejó tetrapléjico. Entró corriendo en el agua, se sumergió por debajo de una ola. Esta le arrastró con fuerza hasta un banco de arena situado encima de una roca. Se golpeó en la barbilla y se fracturó una vertebra cervical. Ahí, comenzó una travesía sobrehumana; un cambio irreversible en la vida del fotógrafo que le mantuvo un año en un hospital, hasta acceder en un centro de rehabilitación para lesionados psíquicos y físicos, en San Fernando, al que acudi...
El verano 2014 fue para Sergio Castañeira el último de muchas cosas, desde aquel día en que una zambullida en la playa de Zahora, Cádiz, le dejó tetrapléjico. Entró corriendo en el agua, se sumergió por debajo de una ola. Esta le arrastró con fuerza hasta un banco de arena situado encima de una roca. Se golpeó en la barbilla y se fracturó una vertebra cervical. Ahí, comenzó una travesía sobrehumana; un cambio irreversible en la vida del fotógrafo que le mantuvo un año en un hospital, hasta acceder en un centro de rehabilitación para lesionados psíquicos y físicos, en San Fernando, al que acudió a diario a lo largo de cuatro años y medio. Durante aquellos días regresará a la fotografía para poco a poco ir articulando el relato visual que conforma Limbo, su segundo fotolibro.
Limbo se presenta como una dura narración que transcurre entre la oscuridad más profunda y la luz más brillante mediante una secuenciación de imágenes fuertemente contrastadas en blanco y negro. Una severidad que ya se observaba en Ciudad Sur, el anterior trabajo del fotógrafo, y sin embargo, en esta ocasión remite directamente al lector tanto a la aspereza de la nueva realidad que rodea al autor gaditano como a su lucha por encontrar un poco de esperanza en el entorno; una dureza gráfica cargada de contenido metafórico. Concebida mediante tomas verticales, que enfrentadas en dípticos en ocasiones parecen una sola pieza, la narración se plantea como un diario visual acompañada de una recopilación de reflexiones escritas: “Por lo visto, ahora que tengo una lesión medular, me tengo que convertir en un héroe”, escribe Castañeira. “Al parecer tienes que ser algo que nunca has sido, ni en tu vida anterior al accidente. Es lo que los medios transmiten. Te tienes que convertir en una suerte de superhéroe”.
El accidente dejará al autor sin capacidad manipulativa en las manos de forma irreversible. Hubo de pasar un año entero hasta que pudo redescubrir la fotografía a través de su teléfono móvil. Si con anterioridad el proceso de fotografiar había sido algo instintivo, “una corazonada”, ahora se trataba de un proceso mucho más lento y razonado. Aun así, la mirada de Castañeira seguirá centrada más en lo abstracto que en lo concreto, sin perder ni un ápice de su impronta visual.
“Buscaba algo intangible. Pasaba por muchas fases a lo largo del día: impotencia, miedo, pequeños tiempos de esperanza”, recuerda el fotógrafo durante una conversación telefónica con Babelia. “Este trabajo lo puedo contar ahora mismo porque estoy en otro plano, y siento que es una etapa superada. Me veía con la necesidad de contar mi experiencia. Hay mucho mito sobre el tema de la superación en el mundo de la discapacidad. Al final intentas adaptarte y, poco a poco, vas buscando esos pequeños huecos para recuperar la persona que eras antes. He buscado en la fotografía la manera de exteriorizar todas esas sensaciones”.
Unos pies, una silla de ruedas o una sombra advierten al lector de la presencia del fotógrafo dentro del encuadre de forma reiterativa y dentro de una atmósfera cercana a lo onírico, a esa pesadilla que se había apoderado de su interior. Al principio estaba en shock, muy desubicado, adaptándose a su vida diaria. Con el tiempo comenzó a fotografiar el centro hasta que se dio cuenta que las imágenes trataban más de él, eran algo muy íntimo, hablaban de su intención por comprender el proceso que estaba atravesando. “Iba haciendo fotografías de lo que me iba llamando la atención, de los momentos cotidianos y a la hora de retratar a mis compañeros me enfrentaba a ellos más como un espejo que como una ventana. Al fin y al cabo yo siempre he fotografiado lo que me ha tocado vivir. Lo he acabado relacionando a mi manera de mirar”, advierte el autor.
Así, Limbo se presenta como un reflejo del contraste entre su nueva vida y la vida. Una experiencia que ira asimilando dentro de esa especie de burbuja, que es el centro, donde a diario desde la siete de la mañana hasta las seis de la tarde transcurre su tiempo. Un documento en primera persona sobre unas sensaciones a la que que normalmente se les concede una mirada externa.
Castañeira abandonó el centro en marzo del 2020, el día en que comenzó el confinamiento por la pandemia. Había conseguido ser fotógrafo en todos los momentos de su vida. “Creo mucho en el poder transformador de las imágenes”, asegura.
‘Limbo’. Sergio Castañeira. Ediciones Anómalas. 80 páginas. 35 euros.
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